… pero en lo sucesivo, los griegos tuvieron gran culpa, por haber empezado sus expediciones contra Asiaprimero que los persas contra Europa. Heródoto. Los Nueve Libros de la Historia Desde hace algún tiempo las informaciones periodísticas de los medios de comunicación occidentales se han centrado especialmente en la apreciación de que Irán es como nación una […]
primero que los persas contra Europa.
Heródoto. Los Nueve Libros de la Historia
Desde hace algún tiempo las informaciones periodísticas de los medios de comunicación occidentales se han centrado especialmente en la apreciación de que Irán es como nación una amenaza a la paz mundial. Este país es catalogado mediáticamente como el peligro más inmediato para el despliegue de una guerra de catastróficas consecuencias. De tal forma las afirmaciones de sus altos dignatarios son examinadas con minuciosidad y cualquier observación sobre su programa nuclear y sus alusiones a la existencia de Israel como estado son tenidas como pruebas irrefutables de este mismo riesgo. En contexto los hechos resultan bastante contrarios a estas matrices de opinión.
Irán (Persia para los griegos), es en retrospectiva nada más ni nada menos una de las cunas de la civilización en occidente desde hace unos 2800 años. Su unificación política y cultural se relaciona con la existencia de un personaje conocido en la historia enseñada en el bachillerato: Ciro el Grande y su imperio medo. Este y sus sucesores son constantemente mencionados en la Biblia; gracias a Ciro el pueblo de Israel es liberado de su cautiverio en Babilonia, siendo la persa una influencia notable en la Palestina de entonces. Los medos chocan dos veces con los pueblos griegos (Guerras Médicas) sufriendo sendas derrotas y un siglo después, es destruida su organización política por la expansión helenística hacia el oriente encabezada por Alejandro Magno, con lo cual los pueblos de la meseta irania enriquecen aún más su cultura y en alguna medida se helenizan. No obstante, la independencia de los pueblos de Irán por aquel tiempo prevalece con las dinastías posteriores seléucida y parta. Esta última es quien se opone por cuatro siglos a la nueva potencia helenizada de occidente: Roma. Es un enfrentamiento entre iguales; Roma, el antepasado de la Europa occidental actual, ve a los partos como iguales en conocimientos y nivel de gobierno. La Ruta de la Seda, ese camino comercial que va desde el Mediterráneo hasta los dominios de la dinastía Han (China), es motivo de acuerdos y desavenencias entre Partia y Roma, los cuales conducen a que el emperador Marco Ulpio Trajano, catalogado en la historia como el Optimus Princeps, en el año 113 de nuestra era acometa una muy organizada campaña contra el reino parto, tomando sin demasiadas dificultades más o menos el territorio del actual Iraq. Trajano es el primer y único emperador romano en navegar en las aguas del Golfo Pérsico; sus generales le invitan a emular a Alejandro Magno, empero aquel deniega la propuesta. De una u otra manera las elites romanas a pesar de estar en el cenit de su poder estiman a la conquista de Partia como una empresa que excede sus posibilidades y a partir de este momento tenderán, al menos por un tiempo, a ponderar en este caso el arreglo diplomático en sus diferencias; sólo cuando va llegando la decadencia romana la guerra aparece de nuevo con inocuas victorias romanas e importantes triunfos de la dinastía sucesora de la parta, la sasánida. Esta dinastía a su vez es destruida hacia el año 652 dC por la invasión de los pueblos nómadas árabes que traen el islamismo como religión. El dominio subsecuente de los califas de Bagdad y de Anatolia (Turquía actual) implica a pesar de todo cierta autonomía dada la complejidad de las poblaciones y extensión del territorio iraní.
Hacia el año 1500 dne. otra dinastía, la Safaví, instituye al islamismo como la religión oficial de Persia, ocho siglos después de haber llegado como culto. Y esta religión islámica difiere de la de los restantes miembros de la comunidad musulmana suní. Irán acoge y desarrolla una variante del mahometanismo llamada Chií (partido de Alí), la cual se origina en la sucesión de Mahoma, pero que en Irán adquiere características particulares como son el instituir un personaje clerical en calidad de Imán, de alguna manera asimilable al papa del catolicismo cristiano por el atributo de proferir juicios infalibles; también en el chiismo los textos coránicos implican una interpretación tendiente a adaptar este a las nuevas situaciones y a la vez adicionársele aspectos metafísicos, estableciendo con ello otro elemento especial; esto último posibilita a su vez la existencia de un clero con formación para realizar la interpretación respectiva, diferente al credo suní, carente de imanes, y en general de clérigos notables. Con la conquista del imperio británico de la India al oriente y la concurrente expansión de la Rusia de los zares al norte, a lo cual se agrega la ocupación del Iraq actual por el imperio otomano, Irán queda circunscrito prácticamente a las fronteras actuales hacia el siglo XVIII, no habiendo salido desde entonces al ataque o conquista de territorios allende de sus fronteras hasta la fecha, cuestión que no puede ser expuesta por ninguno de los amenazantes miembros de la OTAN.
Ya hacia el siglo XX en 1906 Irán posee un parlamento electo popularmente dentro de una monarquía constitucional. Al finalizar la Primera Guerra Mundial con el desplome del imperio otomano al occidente de Irán, Iraq pasa a control de imperio británico por mandato de la Sociedad de las Naciones. Con el auge de la industria automotriz en todo el mundo el petróleo empieza a ser un recurso altamente apreciado y el medio oriente posee bastante del mismo. El gobierno de Irán suscribe en 1935 un contrato con la British Petroleum (BP) contrario a sus intereses nacionales, concitando la oposición popular y generando de una u otra manera la caída de varios gobiernos. La llegada del primer ministro Mohammad Mosaddeq, un abogado con estudios en Europa, permite que las aspiraciones populares de control del recurso petrolero sean materializadas en 1951. Mosaddeq estima inaplicable el contrato citado y va más allá decretando la nacionalización del petróleo iraní, junto con la empresa de teléfonos. Lo anterior colisiona con los intereses neocoloniales de la empresa BP, la cual recurre al gobierno de Gran Bretaña para exigir el cumplimiento del contrato de marras y el gobierno de Londres emplea todas las formas de presión posibles: la vía diplomática, el embargo comercial, y la amenaza de fuerza militar, sin que sea modificada la posición persa al respecto. Gran Bretaña entonces acude a su socio EE.UU.. quien apela a su recién creada CIA y pone en ejecución la denominada Operación Ajax, un complot encubierto mediante el cual es sobornada buena parte de la oficialidad del ejercito persa y masas de manifestantes, logrando derrocar al electo democráticamente Mosaddeq, para luego traer al hijo del monarca Reza Pahlevi, obligado a abdicar unos años antes (1941) por sus simpatías nazis, Mohamed Reza Pahlevi en calidad de emperador (Sha), deshaciendo la nacionalización del petróleo (1953). El nuevo monarca iraní es apoyado por el gobierno estadounidense, gobierna autocráticamente sirviéndose para ello en una policía política la tristemente célebre SAVAK, la cual es entrenada por asesores de EE.UU. e israelíes, persiguiendo a cualquier opositor a las políticas del Sha, especialmente al partido comunista iraní (Tudeh). Los elogios del gobierno de la Casa Blanca para Mohamed Reza Palhevi por el favorecimiento de los intereses occidentales son abiertos; las masas iranís a su vez perciben que su situación social va en deterioro a la vez de la existencia de un proceso de occidentalización estimado por aquellas como una renuncia a la identidad nacional. En estas circunstancias y en medio de una crisis social en 1978 se desarrolla el clímax de una agitación social sin precedentes con movilizaciones continuas en las calles de muchas ciudades, las cuales son duramente reprimidas por la SAVAK y el ejército, también instruido y armado por EE.UU. A pesar de la represión desatada las protestas no disminuyen y hacia enero de 1979 las FF.AA iranís se dividen ante lo cual el Sha huye apresuradamente del país. El clamor por su juzgamiento en Irán es muy grande lo mismo que la exigencia de que este devuelva al pueblo su fortuna estimada en 5 mil millones de dólares de la época.
El caos en los primeros meses luego de la caída del Sha es enorme, quienes habían adoptado posiciones críticas ante este desde tiempo atrás, los clérigos, son llamados a asumir la dirección del gobierno de esta revolución, para lo cual regresa el líder de la clerecía chií, el Imán Ayatola Rukuola Jomeini de su exilio en Francia. Sin embargo, los doctos en religión no tienen el conocimiento ni la experiencia para gobernar un país tan extenso y complejo como Irán. Los estudiantes, un grupo con poder por su organización y conocimientos, se erigen como vanguardia importante de la denominada Revolución Islámica, así cuando el Sha se encuentra en Estados Unidos para un procedimiento médico, aquellos en un gesto temerario asaltan dicha embajada, tomando como rehenes a 57 funcionarios diplomáticos de este país, en una abierta violación a todas las leyes internacionales sobre la inmunidad diplomática (noviembre de 1979). Es la llamada Crisis de los Rehenes, la cual no ha sido ideada por el líder Jomeini; no obstante, este respalda a los estudiantes, quienes piden a cambio de los rehenes la extradición del Sha a Irán y la entrega del dinero saqueado del país. Los estudiantes aducen ante el encargado de negocios gringo retenido que estas violaciones a los más elementales principios del derecho internacional, son una justa retaliación ante los crímenes padecidos por los iranís desde el derrocamiento del doctor Mosaddeq en 1953 de directa responsabilidad de EE.UU. El Sha es asilado por su amigo Anwar el Sadat jefe de estado egipcio y más tarde muere. Para ese momento ya Iraq ha invadido Irán en las zonas petroleras de la provincia de Juzestán buscando aprovecharse de la debilidad del ejército persa purgado de muchos oficiales por el nuevo gobierno en formación. Las necesidades de la guerra implican que las FF.AA. iranís requieran de las refacciones de las máquinas de guerra entregadas en su momento al Sha por parte de EE.UU., estas son ahora el objeto a cambio por aquellos rehenes, a lo cual accede el gobierno de Jimmy Carter, eso sí, luego del estruendoso fracaso del intento de rescate militar de parte de las FF.AA. gringas en un desierto iraní (abril de 1980). Los rehenes son devueltos a su país luego de 444 días de cautiverio y la crisis termina con el intercambio de rehenes por refacciones, pero la guerra entre Irán e Iraq continua con mayor virulencia, con la instigación de Washington a Sadam Hussein para acabar con la Revolución Islámica. La situación al interior de Irán es de una gran represión, son instalados patíbulos móviles para ejecuciones por delitos inclusive comunes como el robo, lo cual es denunciado por Amnistía Internacional. Nos encontramos con una situación de Estado de Sitio ilimitado donde las libertades apenas existen debido a la guerra externa por un lado y al afán de afianzamiento del poder de los nuevos gobernantes al interior.
El descubrimiento de la Operación Irán-Contras (1985), ilegal ante las normas de EE.UU., hace notable la ambivalencia del gobierno de Ronald Reagan para con Teherán; mediante esta maniobra se entregan armas a Irán a pesar de estar de hecho en un estado de confrontación con EE.UU. Esto se debe a que Hussein ya no es confiable al iniciar preparativos para hacerse con potencial nuclear lo cual origina el ataque israelí de 1981 a la planta nuclear Osirak; Washington ya teme que un triunfo de Bagdad sobre Teherán le otorgue mucho poder a Hussein, e intenta de alguna manera equilibrar el desarrollo de la guerra.
Una vez terminada esta en 1988 y muerto el Imán Jomeini (1989), en la siguiente década se presenta un afianzamiento del gobierno islámico el cual desde la Constitución de 1979 se puede definir como una democracia tutelada, pues el gobierno en las más altas instancias se encuentra compuesto por un Imán como Guía de la Revolución, un Consejo de la Revolución de 12 miembros y la Asamblea de Clérigos expertos de 86 miembros electa por voto popular, poderes que custodian a los seculares del poder ejecutivo presidente de la república, y el parlamento (Majils), al aprobar a los postulantes a estos cargos. Lo cual guarda cierta semejanza con el sistema estadounidense, puesto que allí las instancias decisivas de poder se encuentran en los círculos económicos de Wall Street, la FED, o el Complejo Militar Industrial, quienes seleccionan en la práctica a los candidatos a cargos de elección popular en el Congreso y la Casa Blanca a través de su concluyente patrocinio a las campañas políticas. Lo tácito en Estados Unidos es expreso en Irán en su constitución.
Al presente siglo en la nación persa las persecuciones a disidentes y delincuentes van disminuyendo sin desaparecer a medida que se ha ido fortaleciendo la economía y estabilizado el gobierno. Los subsidios a los productos de primera necesidad son importantes en el sistema de relaciones gobernantes-gobernados. A la sazón, llenar el depósito de gasolina de un auto promedio cuesta unos tres euros. Son ostensibles como en otras partes del mundo pugnas entre tendencias privatizadoras y otras de bienestar general.
En el plano geopolítico, al hacerse ostensible el asedio a Irán, días después de los atentados del 11-S, un exmilitar de EE.UU. de alto rango el general Wesley Clark revela la existencia y aprobación de la ejecución por parte de su gobierno de un plan general de ataque a siete países en un lapso de cinco años los cuales no están implicados en estos ataques: Iraq, Somalia, Sudan, Líbano, Libia, Siria, finalizando Irán (http://www.youtube.com/watch?v=_gHkO0BMlM4 ) La invasión de Afganistán (2001) y de Iraq (2003), por tropas estadounidenses fundamentalmente, sin duda cambia las prioridades de los poderes clericales y laicos iranís.. A lo cual se une la situación de hecho de la posesión de armas nucleares por parte de Paquistán e India por el Oriente y de Israel al occidente, quienes no han firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNPAN), norma suprema en la materia.
La real situación de verse rodeado el país por fuerzas amenazantes en forma directa (EE.UU.U en Iraq y Afganistán) coincide con la reactivación el programa nuclear, el cual en realidad se inicia en los años setenta auspiciado por el gobierno de Washington en apoyo de su aliado de entonces el Sha, siendo Irán firmante del TNPAN, el cual le permite desarrollar dicha energía con fines no bélicos. Irán en consecuencia ha tenido unos progresos en este sentido apegados a la legislación internacional, y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no ha podido certificar que estos propósitos pacíficos no se estén cumpliendo. Sin embargo, la demonización de Irán como nación ha ido creciendo alentada por los medios de la autodenominada ‘comunidad internacional’, esto es las naciones de la OTAN encabezadas por EE.UU, seguidos aventajadamente por Israel. Irán se encuentra facultado por el derecho internacional a realizar los avances que estime necesarios para el programa nuclear de acuerdo a la legislación existente, lo cual es argumentado por Teherán. Del otro lado, Washington, Tel Aviv y demás aliados, expresan que el gobierno iraní está generando los procesos indispensables para la obtención de un arma atómica a espaldas del mundo bajo el pretexto del desarrollo pacífico de la energía, empero a la fecha no existen pruebas de ello. La similitud con lo esgrimido como razón inicial de la invasión de Iraq en 2003, sobre la existencia de armas de destrucción masivas salta a la vista. Las afirmaciones del gobierno de Washington unas veces sostienen la existencia de un programa nuclear destinado a la obtención de armas nucleares, y otras también de organismos burocráticos estadounidenses certifican lo contrario, es decir que el avance investigativo persa está radicado en la obtención de energía nuclear con fines pacíficos.
Las mayores paradojas presentadas frente a los argumentos de las potencias occidentales son el arsenal nuclear israelí con más de doscientas ojivas, las cuales nunca han sido inspeccionadas por organismo internacional alguno y además el gobierno de Tel-Aviv no ha suscrito el TNP; del lado oriental Pakistán posee armamento nuclear y tampoco es signatario del TNP y en la misma situación se encuentra la India. A pesar de estas circunstancias ninguno de estos países es cuestionado por parte de la ‘comunidad internacional’ como una amenaza a la paz. Las razones para ello son eminentemente de conveniencia geopolítica: de una u otra manera son aliados de Washington.
La escalada de amenazas de parte y parte van del lado iraní desde el líder actual de la revolución Seyed Ali Jamenei, pasando por el presidente Majmud Ajmadineyad hasta generales de las FF.AA. persas, y del lado de la ‘comunidad internacional’ desde Bush, Obama, la secretaria de estado Clinton, jefes militares pentagonales, el primer ministro británico Cameron, el presidente francés Sarkozy, por supuesto todos los miembros del gobierno israelí, etc. Al interior Irán contiene un debate político en su democracia tutelada, entre sectores clericales tendientes a una afirmación de la independencia y desarrollo autónomos y otros que estiman a la independencia como no incompatible con unas relaciones cercanas a los países de la OTAN, lo cual se enmarca en una gran variedad étnica y cultural, en la cual conviven persas, árabes, beluches, kurdos, armenios, judios, zoroástricos, cristianos, sin desavenencias apreciables. Las luchas sociales se relacionan con las clases en movimiento y necesidades de liberación de una sociedad que a través de su historia ha sido muy abierta, a las cuales se aúnan presiones y sanciones internacionales, junto con acciones terroristas (atentados a científicos y militares iranís) como elementos altamente distorsionadores. La imagen de una clerecía conservadora enfrentada a unos laicos modernizantes es una caricatura proveniente de la propaganda de guerra; existen tanto laicos conservadores como imanes liberalizadores.
De cualquier forma el juego político en Irán posee una mayor extensión de lo presenciado en muchas naciones occidentales como lo demuestran las elecciones presidenciales de 2009, durante las cuales hubo grandes movilizaciones de masas en apoyo a partidos políticos gubernamentales y de la oposición. No obstante, son ostensibles violaciones a los derechos humanos en la confrontación política persa, las cuales pueden ser superadas por el pueblo iraní, capaz como cualquiera de resolver sus dificultades por graves que sean por sus propios medios. Es del todo imposible que este pueblo constituya una amenaza para occidente y que decir para la humanidad, son las razones de control de sus recursos naturales y su ubicación geopolítica proyectada a estrategias bélicas de mayores alcances las determinantes de la sesgada visión de aquel, sumadas al visible declive de la potencia dominante, la cual, como la Roma de la decadencia, percibe a Irán como un preciado trofeo al cual sacar provecho distrayendo los conflictos propios presentes y por venir.
Los pueblos iranios de una u otra manera han defendido su independencia e identidad por generaciones, luchando denodadamente cuando se han visto invadidos o amenazados. Asistimos contemporáneamente a la continuidad de esa contienda milenaria.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.