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Las puertas del cielo están cerradas

Fuentes: Rebelión

Hace poco más de un siglo, precisamente por esta fecha, se inició la era espacial cuando un piloto soviético se convirtió en el primer ser humano en vencer la fuerza de atracción terrestre y circunvolar el planeta. Se abría para el hombre un camino de infinitas posibilidades y peligros que hoy todavía asombra y preocupa […]

Hace poco más de un siglo, precisamente por esta fecha, se inició la era espacial cuando un piloto soviético se convirtió en el primer ser humano en vencer la fuerza de atracción terrestre y circunvolar el planeta.

Se abría para el hombre un camino de infinitas posibilidades y peligros que hoy todavía asombra y preocupa a los habitantes de todo el mundo. La Unión Soviética y los Estados Unidos, líderes desde el comienzo mismo de la carrera por el dominio del cosmos, pronto tuvieron que enfrentar los retos que imponía la nueva frontera.

El desarrollo en el campo de las comunicaciones, la facilitación de la exploración terrestre y aeroespacial, la revolución en la cartografía, la navegación y la creación de nuevos fármacos y materiales son aportes innegables, pero de igual forma se creó el peligro, aún latente, de la militarización del espacio. El fantasma del proyecto de Iniciativa de Defensa Estratégica de la administración Reagan, popularizado como «Guerra de las galaxias», se ha transformado en el llamado escudo antimisil que aún sigue amenazando a países como Rusia a Irán.

Poco o nada ha cambiado la posición de las grandes potencias desde entonces. Este viernes un cable de PL informaba que «el gobierno del presidente Barack Obama acordó mantener la política de sanciones contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC) debido al intento de lanzamiento de un satélite civil, aun cuando este resultó infructífero».

Aunque Pyongyang asegura que el satélite «Kwangmyongsong-3» tenía la intención de hacer observaciones de la Tierra para la realización de investigaciones y facilitó la asistencia de especialistas de varios países para alejar cualquier sospecha, lo cierto es que los EE.UU vieron una amenaza en esta iniciativa que festeja el centenario del natalicio de Kim Il Sung, fundador de la RPDC.

Los norteamericanos realizaron una intensa campaña mediática contra el experimento, llegando al extremo de desplegar un sistema antimisil antiaéreo de última generación en el mismo corazón de Tokio, a miles de kilómetros del lugar del lanzamiento, para prevenir cualquier posible ataque.

Tres destructores japoneses, uno norteamericano y varios aviones del tipo F-15 en la militarizada isla de Okinawa y el mar de Japón, completaron la demostración de fuerza montada para hacer frente a la osadía norcoreana.

El incidente pone a prueba una vez más la capacidad de diálogo entre ambas repúblicas virtualmente en guerra desde el armisticio que puso fin al conflicto (¡?) en la península coreana en 1953 y demuestra además la falta de voluntad política para lograr un proceso de paz que estabilice la región.

Yuri Gagarin, convertido en celebridad mundial después de su histórico vuelo en la Vostok 1 el 12 de abril de 1961, recordaba en una de sus entrevistas como sintió abrirse las «puertas del cielo» cuando se le permitió formarse como piloto de pruebas. Hoy el acceso a la tecnología espacial y sus beneficios no solo está vedado para los países pobres, obligados a priorizar las apremiantes necesidades de supervivencia de sus habitantes. Sus destinos también están sujetos a los designios e intereses de las potencias capitalistas mundiales, autotituladas como guardianes de la seguridad, la paz y las aspiraciones de los pueblos ya no solo en la tierra, sino también en el cielo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.