Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Las colinas (geopolíticas) están vivas con el sonido de… bueno, no de la música, sino más bien con el ruido postindustrial, más Kraftwerk que Schubert, supurado por la recientemente clausurada cuadragésima novena edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich.
A quién no daría una bonificación Goldman Sachs por saber lo que murmuró, de forma muy privada, un selecto cóctel de políticos, ministros, generales y espías, congregados en los suntuosos corredores del Hotel Bayerischer Hof de Múnich.
Por lo menos sabemos lo que es oficial. Y definitivamente las estrellas del show no son musicales. Es más como el Bayern contra el Barça en un partido de la Champions League; llamémoslo el partido de Biden contra Lavrov.
Lo que decimos vale
Comencemos por el vicepresidente de EE.UU. Joe Biden: «EE.UU. es una potencia del Pacífico. Y la mayor alianza militar del mundo [la Organización del Tratado del Atlántico Norte] nos ayuda a convertirnos también en una potencia del Atlántico. Como deja claro la estrategia de nuestra defensa, seguiremos siendo al mismo tiempo una potencia del Pacífico y una potencia del Atlántico».
Otra bonificación de Goldman Sachs por oír lo que piensan de todo esto nuestros amigos del Zhongnanhai de Pekín.
Biden subrayó también que en la estrategia de la dirección desde atrás del gobierno de Obama 2.0, el «enfoque exhaustivo» implica el uso de «toda una serie de instrumentos a nuestra disposición, incluyendo nuestras fuerzas armadas».
Incluso dobló su apuesta, elogiando los cenagales/desastres de Irak, Afganistán y Libia como modelos y dando a entender que la guerra global contra el terror (GWOT), por supuesto, continuará eternamente ( vea Rebelión, 26 de enero de 2013 ), es decir, que EE.UU. «es consciente de una creciente amenaza planteada por las filiales [de al Qaida] como AQAP en Yemen, al-Shabaab en Somalia, AQI en Irak y Siria y AQIM en el Norte de África».
Y luego está Irán. Los comentaristas geopolíticos que creen en la luz al final del túnel pueden haber destacado el reconocimiento de Biden de que el gobierno de Obama 2.0 no excluye un diálogo directo con Teherán, pero insistió en subrayar que «nuestra política no es la contención». No es sorprendente que el Ministro de Exteriores iraní Ali Akbar Salehi haya dicho sí, hablemos, pero solo si Washington es «serio».
«Serio», en este contexto, significa que Washington debe renunciar a sus condiciones enormes condiciones previas que incluyen la prohibición de que Teherán enriquezca uranio, a lo que tiene derecho según el Tratado de No Proliferación, y el mantenimiento de las sanciones ad infinitum.
Finalmente, con respecto a Siria, Biden mantuvo el viejo guión: Bashar al-Asad es «un tirano, empeñado en aferrarse al poder» que «ya no es apto para dirigir al pueblo sirio» y «debe irse». Pero en la genuina forma de dirección-desde-atrás, eso significa en la práctica que no habrá intervención de EE.UU., causando la desesperación de la última «coalición nacional» siria fraguada por Washington y Doha.
Lo dice usted son tonterías
Ahora toca al Ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov. Se reunió con Moaz al-Khatib, líder de la nueva coalición opositora siria, el cual -lo que habría sido impensable hasta hace poco- también se reunió con el Ministro de Exteriores iraní Salehi.
Con respecto a Irán y Siria, Lavrov habló con la precisión del láser. Sobre Irán subrayó la necesidad de «incentivos», para atraer a Irán a conversaciones serias: «Tenemos que convencer a Irán de que no se trata de cambio de régimen». Respecto a Siria, destacó que la «continua tragedia» se debe a «la persistencia de los que dicen que la prioridad es el derrocamiento del presidente Asad».
Escuchad por lo tanto ese ronroneo al estilo de Kraftwerk que sale de Múnich sobre una reunión del líder de la oposición siria con representantes de los dos principales apoyos de Asad, Irán y Rusia. Solo veremos a largo plazo lo que significa este notable desarrollo. Lo que sabemos por ahora es que tuvo lugar solo unos días después que al-Khatib dijera que estaba dispuesto a hablar con el régimen de Asad con la condición que liberase a 160.000 presos políticos. (¿Dónde tiene a toda esa gente? ¿En una inmensa mazmorra en el sótano del castillo de los cruzados Krac des Chevaliers?)
A pesar de todo, en el gran tablero del choque de las placas tectónicas geopolíticas en Eurasia, el futuro de Siria solo es un detalle en comparación con lo principal: Cómo romper el Muro de Desconfianza entre Washington y Teherán.
Cualquier negociación real tiene que incluir imperativamente al Supremo Líder Ayatolá Jamenei, o por lo menos a alguien que cuente con su confianza incondicional. Un primer paso es lo que todos seguirán viendo como el máximo drama del suspense: la reunión entre el P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania) e Irán el 25 de febrero en Kazajistán.
Hay bastantes actores políticos que ya sueñan con una reunión bilateral directa entre estadounidenses e iraníes, en Astana, que marque el principio del fin de una Guerra Fría tan desagradable. No es casualidad que haya rumores de que Ali Larijani, presidente del Majlis (parlamento iraní), seguro candidato presidencial en las elecciones de junio próximo y protegido del Supremo Líder, ha estado dos veces en EE.UU. en secreto desde Año Nuevo, y se ha reunido con los negociadores estadounidenses.
Suponiendo que este sea el principio de la distensión -que en realidad puede estar a años luz de distancia- hay que contar con grandes problemas procedentes de los sospechosos habituales, Israel y esos modelos de la democracia del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
En Múnich Israel ya ha admitido, claramente, que hace poco bombardeó Siria, y que volverá a hacerlo. Por no mencionar el hecho de que el dúo Bibi-Barak todavía se reserva el derecho a bombardear Irán.
La Casa de Saud, por su parte, perderá los estribos si hay algún progreso en las relaciones entre Washington y Teherán. Toda la estrategia de la Casa de Saud, en términos de la contrarrevolución ultra-reaccionaria contra la Primavera Árabe, era convertirla en una guerra entre suníes y chiíes corroborada plenamente por Washington: «virtuosos» suníes (y especialmente wahabíes) como ellos mismos contra un «eje del mal» de los apóstatas:Teherán, Assad e Hizbulá.
Para aumentar la tormenta de arena, la Casa de Saud -por decirlo suavemente- se encuentra en un lío real. Vea este delicioso informe de lo que pasa en torno a la sucesión «nepotista» del Rey Abdulá. Y luego lo que pasa por «inteligencia» estadounidense, por cortesía de Stratfor , que ahora admite lo que Asia Times Online ha estado diciendo durante más de un año sobre los salafistas-yihadistas en Siria y a pesar de ello defiende a la Casa de Saud.
El resultado final; incluso si hubiera un verdadero esfuerzo del gobierno de Obama 2.0 para romper el Muro de la Desconfianza, el esfuerzo en sí podría ser reventado no solo por «amigos» israelíes y saudíes sino también por el enemigo interior.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: [email protected]
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Front_Page/OB06Aa01.html
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