El triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959 irrumpió como un vendaval en el planeta, en particular en América Latina y el Caribe. Se vivía una etapa caracterizada por un sistema internacional bipolar rígido que se trastornaba tan solo ante la posibilidad de cualquier vaivén que pusiera en entredicho los severos […]
El triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959 irrumpió como un vendaval en el planeta, en particular en América Latina y el Caribe. Se vivía una etapa caracterizada por un sistema internacional bipolar rígido que se trastornaba tan solo ante la posibilidad de cualquier vaivén que pusiera en entredicho los severos mecanismos de control tácito que cada polo de poder, Estados Unidos y la Unión Soviética habían establecido como forma de «ordenamiento» del sistema jurídico internacional.
Estados Unidos entendió con mucha rapidez la profundidad y alcance de la Revolución Cubana. Casi desde el mismo 1° de enero de 1959 comenzaron sus acciones agresivas en contra de la Isla. Las mismas se manifestaron en el terreno del sabotaje económico y financiero y en el militar a través de agresiones directas y el apoyo a acciones terroristas que afectaban a ciudadanos y bienes cubanos.
El 4 de marzo de 1960, Estados Unidos estuvo tras la voladura del barco francés La Coubre, en el puerto de La Habana. Este criminal atentado ocasionó 101 muertos, entre ellos varios franceses, mas de 200 heridos y numerosos desaparecidos. Al año siguiente se intensificaron los actos terroristas, que incluyeron la quema de cañaverales durante la zafra azucarera, el sabotaje a fábricas y ataques de diversos tipos contra la economía. En estas acciones fueron asesinados 281 ciudadanos, en su mayoría campesinos, mujeres y niños, así como milicianos y jóvenes voluntarios que participaban en la Campaña de Alfabetización.
Así mismo, el 29 de junio de 1960 las transnacionales Texaco, Esso y Shell, tradicionales suministradoras de petróleo a Cuba, interrumpieron el suministro del producto y se negaron a procesar el crudo adquirido en la Unión Soviética como resultado de las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos. En otro ámbito, a través de la ley pública 86-592 de 6 de junio de 1960 se autorizó al Presidente de Estados Unidos a determinar la cuota azucarera cubana para el resto de 1960. A partir de esto, el Presidente Eisenhower redujo las importaciones de azúcar cubana en un 95% durante ese año. Como colofón de esta escalada agresiva, en abril de 1961, un importante contingente de mercenarios organizados, entrenados y armados por la CIA invadió el territorio de Cuba a fin de derrocar al gobierno revolucionario. En menos de 72 horas el pueblo cubano derrotó la intentona que tuvo siempre el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
En el funeral de las víctimas de los bombardeos aéreos que sirvieron como preludio a la agresión, en una multitudinaria manifestación. Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana. La guerra fría se había trasladado al continente americano. Ahora, la centenaria ambición de Estados Unidos de apoderarse de Cuba se insertaba en la lógica del mundo bipolar. En fecha tan antigua como 1805, Thomas Jefferson al entregar la presidencia de Estados Unidos le dijo a James Monroe «Nosotros debemos tener las Floridas y Cuba…». El argumento lo daba el mismo Jefferson ese mismo año en carta al Embajador francés en Washington cuando le informaba que la ubicación de Cuba «es necesaria para la defensa de Luisiana y la Florida».
Con estos antecedentes que habían llegado a su punto cúlmine con la invasión en Playa Girón, en abril de 1962, el líder soviético Nikita Jruschov arribó a la conclusión que Estados Unidos intentaría nuevamente una agresión en gran escala contra Cuba, pero que esta vez sus Fuerzas Armadas tendrían una participación directa a fin de asegurar el éxito en la operación. La pregunta era qué podía hacer la Unión Soviética para evitarlo considerando la gran distancia que la separaba de Cuba y las complicaciones que ello significaba dada la cercanía geográfica de ésta con Estados Unidos.
En ese momento, Estados Unidos desarrollaba la «Operación Mangosta» con el objetivo de atacar a Cuba. Desde su aprobación por el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963 se realizaron 5780 acciones terroristas contra la isla caribeña, tal como lo señala el investigador Rubén Jiménez Gómez en un pormenorizado estudio que el diario Granma de La Habana ha publicado en 23 entregas hasta ahora.
Según Jiménez, el 10 de abril de 1962 el presidente Kennedy le ratificó al líder contra revolucionario José Miró Cardona «la disposición de su Gobierno de resolver el problema cubano por medio de las armas». Ello dio paso a un infinito número de preparativos tanto en acciones de desestabilización en territorio cubano, como entrenamientos y maniobras en otras regiones del Caribe para crear condiciones óptimas para la invasión.
Por su parte, a los líderes soviéticos les preocupaba el emplazamiento en Turquía de cohetes con cargas nucleares dirigidos contra la URSS los que sólo demorarían 10 minutos en hacerse presente en su territorio. Los cohetes Júpiter con un alcance de 1500 KM. se encontraban en número de 15 en Turquía, pero se habían hecho acuerdos similares con Italia para instalar 30 Júpiter y con Gran Bretaña donde se planeaba ubicar 60 Thor, todos ellos apuntarían contra el Estado soviético. Jruschov pensó que podía «pagarle a Estados Unidos con la misma moneda» e instalar cohetes en secreto en Cuba, porque en esas condiciones un ataque estadounidense contra la Isla podría ser considerado un ataque contra la Unión Soviética y en esa situación se imponían otras reglas de juego, pues no pensaba el dirigente soviético que se pudiera producir un irracional ataque estadounidense contra objetivos que estaban bajo su protección y control.
Después de mucho reflexionar sobre el tema y de consultas a sus principales asesores militares y civiles quienes no tenían una opinión homogénea, Jruschov «llegó al convencimiento de que no era posible garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible agresión» de acuerdo a lo que señala Jiménez en el artículo antes mencionado.
En ese marco, el 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS. Ahí se discutió acerca de cómo reaccionaría Cuba y su líder Fidel Castro ante la propuesta de instalar cohetes soviéticos en su territorio como medio para su defensa y seguridad ante la inevitable agresión armada que Estados Unidos preparaba. El Embajador Alexeiev era contrario a la idea y opinó que el máximo dirigente cubano la rechazaría. Jruschov expuso que todas las evidencias confirmaba la inminencia de un ataque estadounidense contra Cuba, que no tenía dudas de cual iba a ser la respuesta de su pueblo ante tal hecho pero que «era necesario emplear un medio de disuasión que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión solamente podía ser el arma nuclear.» Según su opinión «esa operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor».
Dada la importancia y trascendencia del tema, en esa reunión no se tomó una decisión, sólo se creó un equipo de trabajo para preparara una propuesta. A cargo del mismo fue designado el jefe de la Dirección de Operaciones, mayor general Anatoli Gribkov.
El 24 de mayo se reunió nuevamente el Consejo de Defensa de la URSS. Se discutió el documento preparado por el equipo del General Gribkov que proponía crear una Agrupación de Tropas Soviéticas de hasta 53 00 efectivos, compuesto de unidades de las Fuerzas Terrestres, la Fuerza Aérea, las Tropas Coheteriles Estratégicas, las Tropas de Defensa Antiaérea, la Marina de guerra y Aseguramientos Combativos.
Después de un profundo debate el documento fue aprobado, pero se ratificaría después de recibir la aprobación de Fidel Castro, por lo que se enviaría una comisión a Cuba para efectuar conversaciones. Con ello, se había dado inicio a la «Operación Anadir».
Los preparativos
La delegación militar soviética que fue a Cuba regresó con la aprobación de Fidel Castro para dar inicio a la Operación Anadir. Así, se organizó una nueva reunión de la más alta instancia del Comité Central del Partido Comunista, la que se llevó a cabo el 10 de junio de 1962.
Uno de los asistentes a la reunión, el Mariscal Biriuzov Jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas quien había formado parte de la delegación que visitó Cuba, manifestó que las autoridades cubanas consideraban que con su decisión estaban apoyando la posición soviética, a ello le daban más valor que a la importancia de la misma para su propia defensa. La propuesta presentada fue debatida brevemente y aprobada de inmediato. Se trataba de enviar a Cuba un «contingente con cohetes nucleares de alcance medio e intermedio para garantizar la defensa de la Isla, disuadiendo al posible agresor» como lo explica el investigador cubano Rubén Jiménez Gómez.
La delegación soviética se había reunido en Cuba con Fidel y con Raúl Castro. Las palabras de Fidel fueron textualmente «Si hacen falta esos proyectiles aquí para fortalecer las defensas de la Unión Soviética y del campo socialista, y, además, sirven para prevenir una agresión militar directa por parte de Estados Unidos contra Cuba, se pueden instalar en nuestro país los proyectiles que sean necesarios. Todos los proyectiles que sean necesarios».
El 10 de junio de 1962 comenzó la movilización de las tropas que ya estaban designadas para integrar la Agrupación . Los medios que se trasladarían a Cuba formando parte de esta operación serían:
· 24 rampas para cohetes R-12, de alcance medio (de 700 a 2100 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1 megatón (77 veces la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima).
· 16 rampas para cohetes R-14, de alcance intermedio (1900 a 4500 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1,65 megatones (127 veces la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima).
· Además de estos medios, se emplazarían otros cuyo propósito era defender las instalaciones de ataques terrestres, marítimos o aéreos, para lo cual se trasladarían a Cuba:
o Cohetes tierra aire FKR-1 (Área de acción 150 kilómetros, alcance en altura 2 kilómetros)
o Cohetes tierra aire SA-75 (Área de acción 34 kilómetros, alcance en altura 300 metros)
o Bombarderos IL-28 (Independencia de vuelo 200 millas, puede transportar una bomba de 6 kilotones)
o Helicópteros MI-4
o Barcos cruceros
o Destructores porta cohetes
o Submarinos porta cohetes
o Tropas terrestres, tanques y cohetes tácticos Luna.
· Total 50,000 efectivos.
Raúl Castro llegó a Moscú el 2 de julio de 1962. En las reuniones con la parte soviética, reiteró el criterio de Fidel de hacer público el acuerdo militar cubano-soviético como acto soberano entre dos Estados. Sin embargo, Jruschov insistió en el secreto del mismo.
El 7 de julio, en un encuentro con la jefatura de la agrupación que marcharía a Cuba, Jruschov expresó «Nosotros en el Comité Central decidimos llenarle el camino de espinas a los Estados Unidos, instalar en Cuba nuestros cohetes para que ellos no puedan tragarse a la Isla de la Libertad. Tenemos el consentimiento de la parte cubana» y afirmó confiado que, «…cuando los cohetes estén instalados, ellos sentirán que si quieren castigar a Cuba tendrán que vérselas con nosotros».
El 18 de julio llegó a Cuba la misión soviética de reconocimiento, encargada de determinar la micro localización de las unidades coheteriles.
El 26 de julio al hablar en el acto por la conmemoración del aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, Fidel expresó: «¿Qué peligro queda a nuestra Revolución? Una invasión directa. Tenemos que prepararnos contra esa invasión directa, tenemos que organizar las defensas necesarias para rechazar una invasión directa de los imperialistas (…) Por lo tanto, la Revolución tiene que tomar medidas que garanticen la efectividad de la lucha y de la respuesta a cualquier ataque directo de los imperialistas yanquis (…)». Ese mismo día estaba llegando a Cuba el primer barco con tropas y equipos.
En paralelo a esta situación, Cuba se preparaba para la invasión sobre la que cada día había mayores evidencias. El 20 de agosto, el general Maxwell Taylor, Presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores informó a Kennedy que el alto mando militar pensaba que la única forma de derrocar al gobierno cubano era mediante la intervención militar directa de Estados Unidos. Kennedy dio órdenes de preparar una propuesta de forma urgente al respecto.
El 27 de agosto tuvo lugar en Moscú una reunión del Comandante Ernesto Che Guevara con Jruschov. Reiteró la idea de que las acciones que se estaban llevando a cabo debían ser públicas, pero los soviéticos insistieron en que sería más conveniente el anuncio cuando se hubieran emplazado los cohetes y la Operación ya fuera un hecho consumado. Cuba propuso firmar de inmediato el documento que establecía el Acuerdo bilateral. Jruschov dijo que sería mejor que ello se hiciera durante su próxima visita a la Isla. Ese documento nunca sería firmado.
Sobre esta decisión, Fidel dijo posteriormente » Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos, no ocurre la crisis, porque estábamos actuando dentro de la ley, dentro del derecho internacional, dentro de la moral; pero si tú dices una mentira, si tú engañas, entonces pierdes fuerza ante la opinión pública, pierdes fuerza moral, pierdes fuerza política «.
Mientras tanto, en Estados Unidos arreciaba el discurso agresivo de sus personeros políticos. Kennedy invocaba la Doctrina Monroe y el senador Keating instaba al presidente a enviar un equipo de investigadores de la OEA a la isla. El 29 de agosto habían sido detectadas por un avión U-2 las evidencias de emplazamientos de cohetes antiaéreos en Cuba.
El 4 de septiembre el Fiscal General de Estados Unidos Robert Kennedy, le expresó al Embajador soviético en ese país, Anatoli Dobrinin, la preocupación del Presidente por el equipamiento militar soviético que estaba llegando a Cuba. Dobrinin le aseguró que era armamento defensivo. Sin embargo, se logró instalar con fuerza en las autoridades estadounidenses una sensación de ansiedad en sentido contrario, los que llevaron al presidente Kennedy a hacer una declaración denunciando la adquisición por Cuba de una supuesta capacidad militar, que según su criterio amenazaba la seguridad de Estados Unidos, al mismo tiempo, rechazaba la posibilidad de instalación de armamento ofensivo soviético. En esto estaba la clave. Mientras el armamento fuera defensivo no se violaba ningún acuerdo internacional. Pero, a Kennedy se le estaba presionando para que pensara lo contrario.
Jimenez Gómez dice que sobre el engaño al presidente Kennedy, Fidel planteó posteriormente: «Jruschov le mandó a decir a Kennedy por distintas vías, le dio a entender, que no había armas estratégicas y que no había necesidad de armas estratégicas. Mi percepción es que Kennedy creyó los informes de Jruschov. A mi juicio éste cometió un error grave de tipo político y de tipo ético, y creo que no puede haber política sin ética (…) Kennedy estaba en una posición muy difícil políticamente, puesto que creyó los mensajes de Jruschov, y recibía grandes presiones. Creo que al adversario no se le debe colocar en una situación de esa naturaleza y, realmente, Jruschov no tomó en cuenta que con esto colocaba a Kennedy en una situación inmanejable, en una situación muy difícil».
El 10 de septiembre, al intervenir en el Tercer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación, Fidel Castro expresó -entre otras cosas- que » Ante sus amenazas decimos: ¡Estamos dispuestos a morir junto a nuestro pueblo!… Pero lo que no sabemos es si el Gobierno de los Estados Unidos, los generales del Pentágono y los senadores que proclaman la guerra contra nuestra Patria están dispuestos a morir también».
El 10 de octubre de 1962, el Comandante Raúl Castro, firmó la Directiva Operativa 1, a través de la cual se impartían las órdenes necesarias para el despliegue estratégico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en caso de producirse una agresión estadounidense.
El 16 de Octubre, un avión U-2 estadounidense fotografió rampas de cohetes en construcción, lo que permitió a la CIA asegurar la presencia de armas nucleares soviéticos en Cuba.
Estados Unidos se había estado preparando para invadir a Cuba y derrocar al gobierno revolucionario. Pero, esta nueva situación había cambiado las reglas de juego. La posibilidad de una guerra nuclear en el planeta ensombrecía cualquier análisis previo que aceptara cierta racionalidad, si es que es posible hablar de racionalidad en un conflicto de este tipo.
La crisis de octubre había comenzado. La crisis de los cohetes había llegado a un aparente punto de no retorno.
Final
En octubre de 1962 teniendo en cuenta los cohetes y bombas de todos los tipos, Estados Unidos tenía una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS. No era posible suponer que la instalación de cohetes en Cuba estaba encaminada a lograr una paridad de fuerzas estratégicas entre las dos potencias nucleares.
El día 26 de septiembre, la Cámara de Representantes de Estados Unidos había aprobado una resolución conjunta sobre Cuba por 384 votos a favor y siete en contra, la misma resumía toda la política de hostilidad que había caracterizado la conducta de ese país respecto de Cuba. El 29 del mismo mes el Gobierno cubano dio respuesta a través de una declaración en la que se planteaba que «jamás utilizaría sus medios legítimos de defensa con fines agresivos que pusieran en peligro la seguridad de los Estados Unidos».
Mientras tanto, en las últimas semanas de septiembre y primeras de octubre se había seguido completando el contingente militar soviético previsto para la Operación Anadir. Por su parte, Estados Unidos realizaba ejercicios militares en Vieques, Puerto Rico preparados en contra de un territorio donde gobernaba un tirano con el nada sutil nombre de Ortsac, Castro al revés.
El 4 de octubre el Congreso de Estados Unidos aprobó una Resolución Conjunta sobre Cuba, que se convirtió en la Ley Pública 87-33, la que en los hechos se constituía en una declaración de guerra contra la Isla. En ella se expresaba la determinación de Estados Unidos de impedir por cualquier medio que Cuba incrementara su capacidad militar al nivel de «poner en peligro la seguridad de Estados Unidos», así como de «cualquier parte del hemisferio».
El 14 de octubre en la mañana un avión espía U-2 fotografió, en una trayectoria sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla. Las fotos obtenidas brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance medio en Cuba.
Cuando el presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el U-2 formó un grupo asesor de alto nivel, que se conoció como Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes.
Esa tarde, Jruschov transmitió a Estados Unidos una serie de puntos de vista en un tono sumamente ofensivo en que se exponía la actitud agresiva de ese país en contra de la Unión Soviética, sin que ésta haya tomado medidas de represalia. Exponía que ambas potencias tenían los mismos derechos de actuar en el escenario internacional de acuerdo a sus intereses y que el acuerdo de la URSS con Cuba se inscribía en los marcos del derecho internacional y la Carta de la ONU, por lo que actuar en contra del mismo, debilitaba a la propia organización internacional.
Las fotos obtenidas por los U-2, mostraba un rápido avance en los trabajos de preparación de las posiciones de lanzamiento de los cohetes en Cuba. Ello llevó a un debate en ExCom en torno a si era más efectivo un ataque aéreo contra la isla o un bloqueo marítimo de la misma. Se estudiaron los pros y los contras de cada acción. Como es habitual. no sólo se consideraron elementos de carácter estratégico, también los de coyuntura, entre los cuales la cercanía de las elecciones parlamentarias era un hecho notable. La posibilidad de la guerra siempre estuvo en la mesa del presidente y éste nunca tuvo dudas para su desencadenamiento, como tampoco las tuvo acerca de que el objetivo final debía ser el derrocamiento del gobierno revolucionario.
Al finalizar la reunión del ExCom se debatió sobre el contenido que debía tener el mensaje presidencial para informar sobre el asunto. Se acordó que Kennedy debía dirigirse al país por televisión y radio el día 22 de octubre, así mismo sobre las medidas de carácter diplomático para enfrentar la situación creada, lo que incluía la convocatoria de la OEA y la elaboración de la «justificación» jurídica de las acciones a efectuarse.
El domingo 21 el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un grupo de generales, también estuvieron presentes el Secretario de Defensa y el Fiscal General. Ahí se estudió la variante del ataque aéreo contra la isla. Se propuso que después de éste debía haber una invasión.
El día 23 a las 7 de la tarde el presidente se dirigió al país. Entre los aspectos más resaltantes de su discurso Kennedy señaló que la vigilancia sobre Cuba había dado evidencias de la existencia de cohetes «ofensivos» que se preparaban para «montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental». Informó que por ello había ordenado «…una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba». Finalizaba llamando al derrocamiento de Fidel Castro.
El martes 23 el contingente militar en Cuba se puso en completa disposición combativa. Lo propio hicieron las Fuerzas Armadas Soviéticas y las del resto de los países del pacto de Varsovia. El presidente Kennedy ordenó que se efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de Berlín.
La escalada del conflicto llevó a duras cartas de Kennedy a Jruschov y viceversa. El líder soviético le manifestó al presidente estadounidense que no daría órdenes para detener los barcos que navegaban hacia Cuba y que cualquier acción agresiva contra ellos sería respondida de acuerdo a lo que consideraran necesario para defender sus derechos.
Jruschov le escribió a Fidel dándole a conocer su decisión respecto a la declaración de Kennedy, insistiendo en la posición de su gobierno de no ceder ante la amenaza estadounidense. Algunos años después el Comandante Fidel Castro manifestó al respecto que «Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente (…) no nos parecía posible. Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone (…) nos manda esta carta (…) Nosotros, desde luego, dijimos (…) las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo».
En ese momento, Fidel compareció ante el pueblo para impugnar los argumentos esgrimidos por Kennedy. Manifestó que «Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra».
El 24 de octubre se volvió a reunir el ExCom, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción, así que se debía decidir si los detenían o no. La sentencia final estaba a pocas horas de ocurrir. El momento era de máxima tensión. Se barajaban diversas variantes que dieran tiempo y oxígeno a una decisión que podría conducir al holocausto Pero, nada parecía que pudiera evitarlo. Los navíos soviéticos seguían avanzando. Robert Kennedy lo relata de la siguiente forma: «El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la vasta superficie del Océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en los próximos minutos»,…entonces, misteriosa y sorpresivamente los barcos soviéticos se detuvieron.
Este hecho creó el espacio para la negociación. El Secretario General de la ONU U Thant envió mensajes a ambos mandatarios expresando su voluntad de mediar. Jruschov respondió afirmativamente, Kennedy con ambigüedades Este día el Ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.
Comenzó a primar la cordura en las comunicaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente. donde manifestó que «Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato (…) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo».
A todas estas, la opinión de Fidel y el gobierno cubano sobre el «fin» del conflicto jamás fueron consultadas. Lo cierto es que Jruschov se vio obligado a aceptar las imposiciones estadounidenses a fin de evitar lo que podría haber sido una conflagración nuclear, a pesar de ello la amenaza de invasión a Cuba se mantuvo. Fidel le transmitió al líder soviético la voluntad de su pueblo de defender su soberanía e independencia a cualquier precio y lo exhortaba a mantener con firmeza sus posiciones, habida cuenta que la actitud agresiva de Estados Unidos no había cesado.
El 27 de octubre la Unión Soviética demandó a Estados Unidos el retiro de sus cohetes de Turquía a cambio del desmantelamiento de los suyos de Cuba. Momentáneamente el conflicto fue a dos bandas porque los turcos también quedaron atrapados en la enmarañada red que «regulaba» el mundo de la guerra fría. Tampoco se les había consulado su opinión. Kennedy estuvo a punto de aceptar la propuesta soviética, pero no lo hizo.
Ante esos hechos, Fidel manifestó con dureza, su rechazo a la decisión soviética de negociar a espaldas de Cuba. Pero, finalmente se impuso el punto de vista estadounidense. Sólo la lucha y la voluntad de resistencia del pueblo cubano impidieron la invasión estadounidense.
Dicho en palabras de Noam Chomsky «En 1962 se logró evitar la guerra por la determinación de Jruschov para aceptar las demandas hegemónicas de Kennedy. Pero no podemos contar que un criterio similar estará siempre presente. Es casi un milagro que no se haya producido hasta ahora la guerra nuclear. Existen más razones que nunca para escuchar la advertencia formulada hace unos 60 años por Bertrand Russell y Albert Einstein: el dilema es ‘crudo, horrible e ineludible'».
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