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A propósito del artículo de Éric Toussaint sobre Nicaragua y la respuesta al mismo de Salomé Vuarant

Fuentes: CADTM

Cuando leí el artículo de Toussaint le envié un correo donde le decía: Estoy totalmente de acuerdo con tu artículo ¿De dónde viene el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo? . Por eso lo difundí entre todos mis contactos. Varias de las cosas que escribes las verifiqué personalmente cuando estuve en Nicaragua a fines de […]

Cuando leí el artículo de Toussaint le envié un correo donde le decía:

Estoy totalmente de acuerdo con tu artículo ¿De dónde viene el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo? . Por eso lo difundí entre todos mis contactos.

Varias de las cosas que escribes las verifiqué personalmente cuando estuve en Nicaragua a fines de 1989 en vísperas de las elecciones de 1990, cuando fui a visitar a mi mujer que formaba parte de la Misión de Observación de la ONU.

Pude hablar con la gente en la calle y en los mercados que expresaba su descontento, asistir a los mitines sandinistas y de la oposición en varios lugares de Nicaragua, enterarme de las medidas económicas que tomaba el sandinismo en el Gobierno, etc.

Me quedé perplejo porque me pareció evidente que el Gobierno sandinista estaba realizando una política de ajuste tipo FMI. Pregunté al respecto a nicaragüenses y algunos miembros de la Misión de Observación más al tanto que yo y confirmaron mi impresión.

Supe de la corrupción de algunas dirigentes que ocupaban las lujosas casas expropiadas a sus dueños.

Estaba bastante claro -menos para los dirigentes sandinistas- que el sandinismo perdería la elección y cuando mi mujer transmitió esa impresión a algunos de ellos comenzaron a decir que era una agente de la CIA.

Por cierto que el imperialismo yanqui nunca es un observador neutral y siempre trata de aprovechar situaciones como las que vive hoy Nicaragua.

Pero eso no obsta a la responsabilidad de la dirigencia local que en el caso de Nicaragua comenzó la cuenta regresiva hace decenios.

Como ocurre o ya ocurrió -con distintos matices- en todos los regímenes llamados » progresistas » o » socialistas del siglo XXI». Porque que si no se profundiza el proceso hacia una ruptura con el sistema capitalista y se establecen los fundamentos de una democracia socialista con auténtica participación popular en la toma de decisiones, finalmente el proceso se estanca, retrocede y fracasa.

El debate, si quieres, podrá ser respetuoso- pero debe ser intransigente.

Porque los que desde una posición que pretende ser de izquierda o progresista defienden al régimen de Ortega -e incluyo a los que defienden otros regímenes «progresistas»- objetivamente se han colocado del otro lado de la barricada y sirven ideológicamente los intereses de las clases dominantes.

Porque la gente dice : si eso es el socialismo, no gracias y prefiere quedarse con lo poco -o muy poco- que tiene.

Las razones de la actitud de estos defensores del » progresismo » pueden ser variadas : una profunda ignorancia política, un gusto acentuado por los viajes (el jet set progresista), los premios, los honores, etc.

Recientemente leí en ALAI un artículo de Aram Aharonian (Nicaragüita, y el triste papel de la izquierda regional), donde éste escribe criticando a los que denuncian al régimen de Ortega-Murillo:

«Lo cierto es que la situación actual de Nicaragua ha generado un inesperado grado de polémica en la izquierda latinoamericana, arrastrando en ese tsunami a connotados intelectuales y dirigentes populares y políticos, y sobre todo a una fauna de opinadores profesionales que hasta el momento habían olvidado la necesidad de la crítica, del legado del pensamiento crítico latinoamericano, preocupados en servir de caja de resonancia de aquellos que los financian, olvidando cumplir con su función de informar y opinar, más allá de citas al azar de Marx, Lenin, Gramsci y/o Fidel Castro.Y entonces aparecen los academicismos y eufemismos de nuestros críticos, muchos de ellos mirando para otro lado, cuando Estados Unidos avanza en su proyecto recolonizador con una guerra de cuarta generación, baja intensidad, de violentos focos desestabilizadores, dentro de la cual debiera encuadrarse esta supuesta «rebelión antidictatorial».Esta actitud no es nueva en nuestro continente. Ya sucedió en situaciones que vivió Cuba y, sobre todo, en la que aún vive Venezuela. Es una actitud cómoda, desde sus centros (y salarios) académicos, desde medios de comunicación de derecha, centro o de izquierda -tanto da-, con una capacidad asombrosa de no haberse dado cuenta de que el mundo del siglo 20 ya no existe, y que es más fácil hablar en pasado que preocuparse de las realidades del presente».

Yo pienso que esta descripción corresponde muy bien a los defensores de Ortega y no a sus críticos.

Hasta aquí, mi correo a Toussaint.

Como siempre, Toussaint escribe basándose en un análisis riguroso de los hechos, conciente de que «la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases» y colocándose en la perspectiva de los intereses de los oprimidos y explotados.

En la respuesta de la señora Salomé Vuarant se puede hacer una primera constatación: no hay una sola palabra para contradecir los hechos expuestos por Toussaint. En su lugar escribe esta frase por lo menos sorprendente:

 «…dicho análisis no solo me parece en términos generales desacertado, sino que además resulta peligroso en la taxatividad de algunos argumentos, por las consecuencias políticas y sociales de tales aseveraciones, considerando una dimensión geopolítica.

Quiero pensar que los énfasis puestos en algunas oraciones, sean producto de ciertos desfasajes que puedan existir al momento de ejercer una traducción francés- español, pues nadie que viva en otro país por mayor información que maneje, puede escribir en términos tan totalizantes -como si fuera única verdad absoluta- acerca de la realidad y de los procesos sociales que ocurren en otra Nación. Es decir, que más allá de nuestras percepciones personales y colectivas, no podríamos escribir en expresiones tan tajantes acerca de lo que pasa en Nicaragua, ni desde Argentina ni desde Europa, no solo porque siempre habrá cuestiones que a nuestro entender se nos escapen, sino porque tan solo con intentar hacerlo, sería una nueva forma de reproducir un colonialismo del saber, del que tanto somos críticos en los espacios cotidianos en los que participamos».

De modo que para la señora Vuarant los «desaciertos» de Toussaint se deben a un problema lingüístico o semántico y/o a una forma de » colonialismo del saber «, que en este caso consistiría en querer opinar sobre Nicaragua desde fuera de Nicaragua.

De modo que en la era de la «aldea global» donde todo el mundo está intercomunicado hasta la saturación, cualquier trabajo de investigación no realizado «in situ» cae bajo la sospecha de incurrir en «colonialismo del saber». Peor aún si la lengua materna del investigador no es la del país objeto del estudio. 

Debo hacer notar sin embargo que a Toussaint puede eximírselo de este supuesto pecado de «colonialismo del saber» porque estuvo muchas veces y bastante tiempo en Nicaragua, cita fuentes nicaragüenses y su castellano no merece objeciones.

En cambio, la señora Vuarant cuenta que tuvo la oportunidad de viajar a Nicaragua en agosto de 2014 y se llevó una «grata imagen al ver lo diferente que se vive en ese país en relación a otras realidades que aquejan a los países de Centroamérica». Informa sobre aspectos positivos de la gestión del orteguismo sin proporcionar dato concreto alguno y no cita al respecto fuente alguna nicaragüense. Y escribe que en las calles se respira un clima de «alegría y felicidad».

Como Toussaint en su artículo escribe sobre México haciendo un análisis riguroso que comparto totalmente (véase mi artículo Pobre México tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos- https://www.alainet.org/es/active/79762 ) la señora Vuarant nos informa que ha leído bastante al respecto y encuentra que «la historia de México es muy apasionante».

En el tema del aborto Toussaint escribe que Ortega dio un «terrible paso atrás» y se remite a una tradición positiva en Nicaragua que se remonta a más de cien años.

La señora Vuarant tampoco está de acuerdo con Toussaint en esto y escribe confusamente que:

…es fundamental, incorporar una lectura histórica que comprenda la matriz de poder colonial- parafraseando a Quijano- sobre la cual se originan los Estados Modernos del continente, y cuyo poder se mantiene como regularidad hasta el día de hoy, siendo muy difícil de torcer de la noche a la mañana.

Precisamente la «matriz histórica» de Nicaragua en el tema del aborto, como explica Toussaint, es progresista, lo que lo autoriza a sostener que el orteguismo dio un «terrible paso atrás» en 2008 al incorporar como delito el aborto al Código Penal.

La señora Vuarant sigue sorprendiéndonos cuando a renglón seguido escribe :

«Sin comprender eso, no entenderíamos por qué recién ahora se haya podido instalar el debate a favor del aborto en Argentina -aun con dificultades».

La señora Vuarant es argentina, habla castellano y vive en Argentina. No tiene pues dificultades semánticas o lingüísticas ni territoriales. No padece en consecuencia, para Argentina, del » colonialismo del saber » que menciona en su artículo. Por añadidura es licenciada en Ciencias Políticas. NO PUEDE ignorar entonces que el debate sobre el aborto no se instaló en Argentina » recién ahora » sino que tiene larga data y se reactualizó durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Y que si no se logró durante su presidencia la sanción legislativa de la legalización del aborto fue a causa de su oposición explícita.

Al respecto puede leerse de Andrea d’Atri : Década kirchnerista, tiempo perdido para la legalización del aborto ( http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/decada-kirchnerista-tiempo-perdido-para-la-legalizacion-del-aborto/ ).

Aquí me detengo, para no abusar de la paciencia del eventual lector.

Se me puede imputar, no sin razón, que he elegido un blanco demasiado fácil para mis críticas a los defensores del régimen Ortega-Murillo. 

Es cierto, pues otros autores que van el mismo sentido escriben más sólidamente y guardan cierto equilibrio entre el elogio y la crítica.

Pero la cuestión de fondo es que la lucha ideológico-política a escala mundial la está ganando la derecha y la extrema derecha, que expresa los intereses del capitalismo en crisis profunda con tremendas consecuencias en todos los órdenes para las mayorías populares, para el goce de sus derechos políticos y de las libertades democráticas en general y, entre otros, del derecho a un medio ambiente saludable.

Este estado de cosas obedece a diversos factores que no vamos a analizar aquí. Pero uno de ellos es el colapso del progresismo en los hechos y la casi total carencia de una crítica de izquierda que ofrezca una alternativa creíble.
Creo que Toussaint es demasiado generoso al llamar «izquierda» a quienes defienden al régimen de Ortega cuando escribe en el encabezamiento de su nota:

«La izquierda, en estos momentos, está dividida en cuanto a la interpretación de lo que está ocurriendo en Nicaragua…»

Y yo agrego a todos los que -«colonizados » por las ideologías burguesas dominantes- no asumen la crítica del colapso del progresismo. Pues se han colocado ideológicamente del otro lado de las barricadas.

Este es un tema mayor que va mucho más allá de la atención que puede merecer el artículo de la señora Vuarant. 

Dicho tema, que considero de singular trascendencia para todos los que creemos en la imperiosa necesidad de imaginar y forjar una alternativa al capitalismo, me ha impulsado a escribir un libro publicado en Argentina y en Colombia, titulado » El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente » en Argentina y » El colapso del progresismo y el desvarío de las izquierdas » en Colombia. 

Alejandro Teitelbaum es abogado (Universidad Nacional de Buenos Aires) y diplomado en relaciones económicas internacionales en la Universidad de Paris I. Fue representante ante las Naciones Unidas en Ginebra desde 1986 hasta 2006 sucesivamente de la Federación Internacional de Derechos Humanos y de la Asociación Americana de Juristas.

Fuente: http://www.cadtm.org/A-proposito-del-articulo-de-Eric-Toussaint-sobre-Nicaragua-y-la-respuesta-al