Quince días después de que se firmara un ingenioso acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, el texto parece a salvo de ataques de envergadura del lobby israelí en el Congreso legislativo de Estados Unidos, al menos por ahora. Pese a que los legisladores del opositor Partido Republicano y un par del gobernante Demócrata se […]
Quince días después de que se firmara un ingenioso acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, el texto parece a salvo de ataques de envergadura del lobby israelí en el Congreso legislativo de Estados Unidos, al menos por ahora.
Pese a que los legisladores del opositor Partido Republicano y un par del gobernante Demócrata se quejan continuamente de la primera fase del acuerdo entre Teherán y el P5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Alemania), parecen haberse evaporado las posibilidades de nuevas sanciones contra Irán, que reclamaba el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
Teherán dejó en claro que la adopción de nuevas sanciones, incluso si entran en vigor después de que expire el plazo de seis meses del acuerdo provisional firmado el 24 de noviembre en Ginebra, violará sus términos y pondrá fin a los esfuerzos diplomáticos más promisorios en una década para asegurar que el programa nuclear de Irán no le permita obtener armamento atómico.
«Si aprobamos sanciones ahora, incluso con el efecto diferido que se ha discutido, los iraníes y probablemente nuestros socios internacionales considerarán que hemos negociado de mala fe», dijo Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca.
La amenaza de una acción del Congreso se redujo a medida que se consolidaba un consenso virtual en el sector de política exterior acerca de que el acuerdo es bueno y se conocía la aprobación de los senadores demócratas Carl Levin y Dianne Feinstein, que presiden respectivamente los comités de Servicios Armados y de Inteligencia.
Además, una serie de encuestas realizadas antes y después del acuerdo muestran un apoyo firme del público a la vía diplomática, particularmente si la alternativa más probable es la acción militar.
Antes de la firma, mayorías de 64 y 56 por ciento de los consultados en sondeos de la CNN y The Washington Post, respectivamente, expresaron respaldo a un acuerdo que levante algunas sanciones económicas a Irán a cambio de reducciones en el programa nuclear que aseguren un uso pacífico.
Apenas después de alcanzado el acuerdo, una encuesta de Reuters/IPSOS indicó que los consultados lo aprobaban por un margen de dos a uno (44-22 por ciento).
Un sondeo mucho más detallado que el martes 3 divulgó en Washington la organización Estadounidenses Unidos por el Cambio y que realizó la firma Hart Research Associates, también encontró un fuerte respaldo (57 por ciento) entre los probables votantes que habían oído algo sobre el acuerdo.
Cuando se informó a los consultados sobre los términos básicos de lo acordado – la neutralización de las existencias de uranio enriquecido a 20 por ciento y más inspecciones internacionales a cambio de aliviar algunas sanciones-, el apoyo aumentó a 63 por ciento.
Esta postura cruza fronteras partidarias e ideológicas.
Asimismo, más de dos tercios (68 por ciento) estuvieron de acuerdo en que el Congreso no tome ninguna medida que ponga en peligro las negociaciones para llegar a una solución permanente, y solo 21 por ciento dijeron estar a favor de más sanciones, aunque violen el acuerdo o amenacen las conversaciones.
«Está allí el deseo de los estadounidenses de evitar otra guerra en Medio Oriente», señaló Geoffrey Garin, presidente de Hart e importante encuestador demócrata.
«Hay gran escepticismo ante el uso de la fuerza militar contra Irán», añadió.
Pese a que Netanyahu no cesa de decir que es un «mal acuerdo» y un «error histórico», resultados como estos parecen haber persuadido a instituciones dominantes del lobby israelí, a las que la Casa Blanca ha cortejado con avidez, de no promover la aprobación inmediata de nuevas sanciones.
«The Forward», el periódico judío de mayor circulación en este país, aprobó el acuerdo «como un riesgo que vale la pena correr», e hizo notar que el poderoso Comité Estados Unidos – Israel de Asuntos Públicos (Aipac, por sus siglas en inglés) parece más interesado en los términos del arreglo final.
«Ahora Aipac define su línea roja en que Estados Unidos ‘niegue a Teherán la capacidad de armas nucleares’, un término vago que no coincide con la demanda de Israel de ‘enriquecimiento cero’ de uranio», según el corresponsal diplomático del diario, Nathan Guttman.
De hecho, aunque Netanyahu continuó atacando el acuerdo, envió calladamente a Washington una delegación para discutir con el gobierno de Barack Obama los límites que pueden fijarse al programa nuclear iraní en las próximas negociaciones.
En público, Israel insiste en que todo el programa, en especial el enriquecimiento de uranio, sea completamente desmantelado, objetivo que Washington no cree factible.
Una encuesta informal a más de 100 expertos en seguridad nacional, publicada por el influyente National Journal, concluyó que más de 75 por ciento lo consideran «un buen acuerdo», si bien solo 58 por ciento creen que las negociaciones tendrán un desenlace favorable.
El día 3, nueve ex altos funcionarios del servicio exterior, incluidos seis embajadores en Israel, dieron a conocer una carta enviada a miembros de los comités de Seguridad Nacional del Congreso en la que elogiaron el acuerdo de Ginebra.
«Más que cualquier otra opción, un logro diplomático en este asunto ayudará a garantizar la seguridad de Israel y a eliminar la amenaza que plantearía un Irán con armamento nuclear a la región en general y a Israel en particular», sostiene la carta.
La misiva sigue a otra firmada por los ex consejeros de Seguridad Nacional, Brent Scowcroft y Zbigniew Brzezinski, y posteriormente respaldada por la ex secretaria de Estado (canciller), Madeleine Albright, en vísperas de las conversaciones de Ginebra.
Dos pesos pesados del Partido Republicano, los excancilleres Henry Kissinger y George Shultz, publicaron un artículo en el neoconservador The Wall Street Journal, de tono negativo y escéptico, pero sin reclamar más sanciones ni que se ponga fin a las negociaciones.
En cambio, Kissinger y Shultz sostienen que el gobierno debe insistir en que «Irán desmantele o archive una porción estratégicamente significativa de su infraestructura nuclear» para alcanzar un acuerdo final.
«Deberíamos abrir la posibilidad de buscar una agenda de cooperación a largo plazo» con Teherán, señalan.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2013/12/acuerdo-con-iran-salvo-del-congreso-de-eeuu-por-ahora/