El acuerdo firmado en octubre entre el Gobierno de Haití y la empresa israelí HLSI, deja claro que los capitalistas que invierten en el vecino país no son simplemente emprendedores empresarios, actúan bajo un esquema corporativo que incluye el diseño de políticas dirigidas a garantizar sus intereses en medio de la inestabilidad. Las visitas del […]
El acuerdo firmado en octubre entre el Gobierno de Haití y la empresa israelí HLSI, deja claro que los capitalistas que invierten en el vecino país no son simplemente emprendedores empresarios, actúan bajo un esquema corporativo que incluye el diseño de políticas dirigidas a garantizar sus intereses en medio de la inestabilidad.
Las visitas del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton a instalaciones de las empresas del Grupo M (propiedad del empresario Fernando Capellán), igual que sus reuniones con empresarios colombianos (incluyendo al desacreditado expresidente Álvaro Uribe Vélez), no pueden resumirse en crónicas sociales, son actividades en las cuales se trazan líneas de acción en perjuicio de la soberanía de Haití y de República Dominicana.
Una empresa israelí ligada a un consorcio de la misma nacionalidad (Mitrelli) que realiza proyectos de gran escala y ha manifestado interés de incursionar en República Dominicana (en la zona del Lago Enriquillo en el año 2013), vigilará la frontera por el lado de Haití, remozará cuarteles y «modernizará» las aduanas. ¡Una acción imperial como las realizadas en los inicios del siglo XX tanto en Haití como en República Dominicana!
Ínsula de Clinton
El grupo Clinton se mueve sin apuros. No ha fijado plazo para colocar la banda presidencial al oficialistaJovenelMoise, exportador agrícola, o al opositorJudeCelestin, empresario de la construcción, partidarios ambos de la privatización y de la política fondomonetarista.
Son candidatos comprometidos con la sumisión, porque surgieron de ella. El Partido Haitiano TetKale, PHTK, es del candidato oficialista. Liga Alternativa para el Progreso y Emancipación Haitiana (LAPEH), es el del opositor.
La Administración Obama deja en manos de los Clinton la aplicación de la política de sometimiento rediseñada para Haití tras la invasión de 1994, porque fueron los estrategas al servicio de la Administración Clinton los autores del modelo de intervención.
El golpe de Estado de 1991 fue auspiciado por la Administración Bush, el grupo conservador de Canadá (que tenía como primer ministro a Martin Brian Mulroney) y los maniatados «centristas» que gobernaban en Francia (Francois Mitterrand y Edith Cresson, presidente y primera ministra). Siendo una acción dura, allanó a la derecha el camino para ensayos degolpes «suaves» o «blandos», los mismos que, con algunos retoques, se aplican hoy en países como Venezuela y Honduras.
Haití sigue siendo centro de experimentación de políticas de dominación y, por supuesto, escenario donde convergen los intereses imperialistas, ahora con indiscutido protagonismo del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
Inestabilidad sangrienta
Parecería un reporte incluido en una pieza elaborada por la imaginación, o un relato de ficción colocado, por equivocación, dentro de un resumen noticioso. El todavía inconcluso proceso electoral de Haití cabe en cualquier denominación, pero es un episodio de manipulación que sirve de fundamento para presentar como necesaria (e incluso justa) la dominación imperialista en sentido general y el control político y económico ejercido por los Clinton en particular.
Las agencias lo informan, pero se cuidan de hacer escándalo. El presidente Michel Martelly forma una comisión para hacer un informe en tres días, y la sustituye luego por otra que deberá hacer el mismo trabajo en 8 días. ¡Y se sigue llamando proceso electoral esta secuencia!
Martelly gobernó por decreto desde el inicio del presente año. Vencido el período legislativo (no había convocado a elecciones, aunque se esperaba que lo hiciera desde el año 2011), no hubo acuerdo para dejar por más tiempo a un grupo de legisladores.
Las elecciones parciales del 9 de agosto fueron marcadas por la abstención. Apenas el 18 por ciento de los electores sufragaron, y solo hubo cuatro diputados electos en primera vuelta. Ningún aspirante al Senado obtuvo los votos necesarios, de modo que los 20 escaños a renovar quedaron desocupados. Solo 10 de los 30 senadores mantienen esa condición.
El saldo de la represión sí es real: hubo 10 muertos y una cantidad indeterminada de heridos durante la votación.
Se presentaron 1.622 aspirantes a ocupar los 119 escaños de la Cámara de Diputados y otros 232 candidatos a los 20 de los 30 cupos del Senado. La votación no superó el millón de personas, y hubo 10 muertos. ¿Fiesta de la democracia o libertad de acción para las hienas?
El 25 de octubre, junto a las elecciones presidenciales, se produjo la nueva votación para renovar los organismos legislativos.
El evento no fue menos infeliz: con 54 candidatos a la presidencia, el nivel de participación apenas superó el 30 por ciento; se formó una comisión y luego otra, y en el transcurrir, se registran protestas en las calles reprimidas con un saldo que, como en ocasiones anteriores, los organismos oficiales no precisan y las agencias de factura oligárquica no se ocupan de determinar con claridad.
Un joven fue muerto en Delmas y muchas personas han sido detenidas y golpeadas.
Un orden que apadrina el caos
En enero pasado, la Embajada de Estados Unidos en Haití olvidó la palabrería a favor de la democracia y la institucionalidad, y dijo que si Martelly gobierna por decreto seguirá trabajando junto a él y «con las instituciones legítimas del gobierno haitiano que subsistan para salvaguardar los logros significativos» conseguidos en el proceso de reconstrucción tras el terremoto de 2010.
La Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, OEA, han observado el proceso.
Un grupo de expertos de la OEA ha dado apoyo a la comisión (primera y segunda, hay que decir) formada por Martelly para que emita conclusiones y recomendaciones dirigidas a garantizar «la transparencia, la credibilidad y legitimidad del proceso electoral en marcha».
La segunda ronda pautada para el 27 de diciembre con la participación de Celestin y Moise, ha sido pospuesta sin fecha (probablemente enero 10, dicen algunas agencias).
En este punto se podría dejar cualquier crónica del proceso, que terminará con la reelección del caos y la administración del mismo por los expertos en escarbar minerales valiosos guardados en el subsuelo.
La israelí HSLI pertenece al grupo Mitrelli, que tiene también a la compañía Geomines, con intereses en Haití, en la búsqueda de oro y otros minerales.
Eso explica que el grupo judío ligado a Obama haya aceptado la entrega a Clinton del control de Haití.
Los organismos multilaterales siguen actuando como lo hicieron en 1991 tras el golpe contra Jean Bertrand Aristide y su cooptación por los grupos oligárquicos internacionales.
La invasión de 1994 fue «pacífica» porque llevó de nuevo a Aristide al Palacio. La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití, Minustah, se constituyó para dar nueva apariencia a la situación de intervención, y Clinton fue investido por la ONU como Enviado Especial.
La parte clandestina del trabajo la realizan viejos y nuevos actores, como Olivier Martelly (hijo del actual presidente), quien fue incluso detenido por la DEA. Este millonario figura a la cabeza de un grupo de seguridad que complementaría el trabajo de la HLSI y cuyos miembros ya han sido dotados de fusiles de fabricación israelí.
Están bien documentados en los medios alternativos de prensa los manejos turbios de familiares de la señora Clinton, y los vínculos económicos de paramilitares colombianos con empresas radicadas en Haití.
Soberanía de Haití y República Dominicana
El coro racista y clasista formado en República Dominicana por mitrados, periodistas pagados y voceros de la ultraderecha, proclama que son los inmigrantes pobres quienes amenazan la soberanía de República Dominicana.
Es más cómodo asumir esta posición que demandar el desmonte de proyectos de saqueo como el emprendido con la HSLI.
Al actual embajador de Estados Unidos en Santo Domingo, James Brewster, es preciso exigirle explicaciones sobre el proyecto de vigilancia de la frontera, que bien se sabe que en un país intervenido no podría concebirse sin el apoyo del poder hegemónico.
Es obvio que se coordina el saqueo a gran escala de los recursos de la isla.
Además, Haití, que ha sido escenario para experimentar modelos de intervención, podría utilizarse para ensayar nuevas formas de coerción social. ¿Con qué derecho?
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