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Ante una crisis estructural del sistema mundo

Fuentes: Aldhea

Cuando estamos a punto de que se cumplan ocho años de la quiebra de Lehman Brothers [1], la que fue una de las mayores compañías de servicios financieros del planeta y momento en el cual se oficializó la más grande crisis financiera de la historia desde el crack de 1929, la economía mundial no se […]

Cuando estamos a punto de que se cumplan ocho años de la quiebra de Lehman Brothers [1], la que fue una de las mayores compañías de servicios financieros del planeta y momento en el cual se oficializó la más grande crisis financiera de la historia desde el crack de 1929, la economía mundial no se ha vuelto aun a recuperar de los graves síntomas de desestabilización global.

La oficialización en Juzgados de la bancarrota de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 desató el pánico entre los inversores, lo que llevó al índice Standard & Poor´s 500 (S&P500) -uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos- a desplomarse cerca de un 40% ese mismo año.

Sin buscar profundizar en lo que fue la historia de la última crisis económica global, cabe recordar a modo introductorio que la crisis financiera del año 2008 fue fruto directo del colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos durante el año 2006, lo que provocó en octubre del 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime. Los impactos de esta crisis hipotecaria se manifestaron de manera extraordinariamente grave desde inicios del 2008, afectando primero al sistema financiero estadounidense y posteriormente al internacional. Sus consecuencias fueron múltiples, destacándose entre estas una profunda crisis de liquidez global que implicó grandes inyecciones de dinero en efectivo desde los bancos centrales de todo el mundo a los sistemas financieros privados, una crisis alimentaria que afectó a las regiones más pobres del mundo (especialmente a países como Malaui, Zambia y Zimbabue), junto a diversos derrumbes bursátiles (crisis bursátil de enero de 2008 como antesala de la crisis bursátil mundial de octubre de ese mismo año) y una crisis económica de magnitud internacional cuyos coletazos se extienden hasta nuestros días. Desde entonces atravesamos lo que podemos llamar una coyuntura pos-2008 que por lo prolongado de su duración genera gran preocupación a las instituciones de Bretton Woods.

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