La «humanización» del «desarrollo» ha sido una estrategia para amenizar los contratiempos generados por el segundo proceso en todos los países miembros de las Naciones Unidas. No es por casualidad que el adjetivo «humano» ha sido empleado como sinónimo de virtud, como si todo lo que es «humano» fuera el fin último de todo desarrollo. […]
La «humanización» del «desarrollo» ha sido una estrategia para amenizar los contratiempos generados por el segundo proceso en todos los países miembros de las Naciones Unidas. No es por casualidad que el adjetivo «humano» ha sido empleado como sinónimo de virtud, como si todo lo que es «humano» fuera el fin último de todo desarrollo.
«Humano» sin embargo es una categoría tan polisémica que envuelve desde la acción consoladora hasta el apetito de guerra. No todo lo que es «humano» en consecuencia es deseable. A pesar de las vicisitudes conceptuales, las instituciones renuevan sus prácticas con el rótulo de «humano». Algunas instrumentalizan este término tan engañosamente que nos permiten avalar y comparar datos de «desarrollo humano» para finalidades constructivas.
Una de estas herramientas es el Atlas de Desarrollo Humano en el Brasil, que se define por la Agencia Brasilera del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como un «banco de datos electrónicos hecho con el objetivo de democratizar el acceso y aumentar la capacidad de análisis sobre informaciones socioeconómicas relevantes de los 5.507 municipios y de las 27 unidades de la Federación» (http://www.pnud.org.br/atlas/dl/O_que_e_o_atlas.pdf).
El PNUD, que existe desde 1965 en el ámbito de la organización de las Naciones Unidas lanzó el primer Atlas de Desarrollo Humano en Brasil en 1998. Un programa disponible en su dirección de correo electrónico ofrece el acceso al Atlas que trae diagnósticos inéditos sobre los municipios brasileros. Los mecanismos de consulta de este banco de datos permiten la división de los municipios en microrregiones, Estados y grandes regiones. El usuario del Atlas pude crear su propio «mapa» de aprehensión de los datos a través de la oferta de informaciones estadísticas, gráficos, mapas, tablas, informes y colocaciones entre los municipios.
El Atlas se basa en los dos censos demográficos hachos por el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) y publicados en 1991 y 2000 sobre longevidad, nivel educativo, distribución de renta, acceso a servicios, etc. El desarrollo y abastecimiento del Atlas tiene el apoyo del IBGE, del Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA) y de la Fundación João Pinheiro para la compilación de los datos.
El IBGE es una «institución de administración pública federal» vinculada al Ministerio de Planificación, Infraestructura y Gestión. De él surgen las investigaciones estadísticas más abarcadoras e inclusivas sobre las condiciones socioeconómicas de los brasileros. Otras instituciones se han basado en datos del IBGE para diseñar sus propios mapas estadísticos, como el Ministerio de Cultura, por ejemplo en la elaboración de sus «Cuentas Satélites de Cultura»
El Atlas es considerado una herramienta multiuso, pues da una visión de conjunto de las regiones del país que permite variadas interpretaciones en función de la visión y la necesidad de quien lo interpreta. El Atlas atiende las necesidades de varios segmentos de la sociedad, desde gestores públicos en la distribución de recursos para sectores en déficit hasta investigadores que realizan estudios que requieren de datos regionales.
De esta manera, el Atlas tiene un papel esencial como soporte de los trabajos que intentarán cubrir las «Metas del Milenio» (MDM) que se definieran en la «Asamblea del Milenio» en la ONU en septiembre del 2000 y tuvieron la ratificación de 191 Estados. El objetivo esencial de las MDM es definir políticas más claras para el desarrollo y erradicar para el 2015 la pobreza. Las MDM tienen en total ocho metas, entre las cuales están la universalización del acceso a la educación primaria, la reducción de la mortalidad infantil y el establecimiento de una asociación mundial.
En ellas se enfatiza la importancia de las futuras madres y los niños. El Informe de Desarrollo humano de 2010, cuyo título es «La verdadera riqueza de las naciones», indicó que poco más de la mitad de los niños iban a la escuela en 1960, mientras que en el año del Informe el índice medio aumentó hasta los cuatro quintos. La comparación de datos de este Informe se basa en el Índice de Desarrollo humano de 135 países, principalmente en los criterios de educación, esperanza de vida y renta. Otro medidor está en los datos de IDH-M, que es el equivalente «Municipal» del Índice de Desarrollo Humano, se considera que la educación tuvo una mejora de cerca del 60% entre 1991 y 2000, mientras que la esperanza de vida aumentó un 13%, y la renta un 25%. Es un buen presagio para aplaudir, ya que la educación es la herramienta más eficiente para anular las acepciones negativas de lo que entendemos hoy por «humano»