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Baby Doc, a juicio

Fuentes: Alai-amlatina

«La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera» Quinto Horacio Flaco (65 a.C. – 8 a.C.). Dice la novela policíaca que el asesino vuelve siempre al lugar del crimen; ni se diga el asesino serial, como también lo sabe el investigador policial. Pues resulta que, más allá de […]

«La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera»
Quinto Horacio Flaco (65 a.C. – 8 a.C.).

Dice la novela policíaca que el asesino vuelve siempre al lugar del crimen; ni se diga el asesino serial, como también lo sabe el investigador policial. Pues resulta que, más allá de las explicaciones que ha intentado la psicología sobre los trastornos mentales, o los traumas infantiles de los homicidas que los orillan a cometer el asesinato y del porqué retornar al lugar del crimen -lo que algunos llaman la revisitación para la recreación de los detalles-, lo cierto es que con sus actos el criminal genera un lazo muy fuerte con la víctima que, consciente o inconscientemente, lo obliga a regresar.

  Es algo que va más allá de la simple recreación mental del asesino y de intentar reconciliarse con sus propios actos delictivos, porque la conciencia -la poca que pueda tener en su momento- no le permitirá el descanso nunca. Para no decir que el asesino genera con la víctima un lazo kármico, el hecho es que sucede -como corrientemente se explica- que todo lo que se hace en esta vida se paga; o como dice el refrán bíblico, «el que a hierro mata a hierro muere». Lo que hace el asesino durante la revisitación es, digamos, recrear la escena del crimen que tarde o temprano lo alcanzará. Por eso vuelve.

  Como si le faltaran los problemas a Haití, después de la pobreza, el terremoto y el cólera, ahora se agrega otro; el retorno desde Francia el domingo pasado, del exdictador Jean-Claude Baby Doc Duvalier que llega en mal momento, o cuando también los escenarios político electorales están calientes. ¿Qué harán con él? Enjuiciarlo será lo mejor. Como le sucedió recién al exdictador cabeza de la junta militar argentina, Jorge Rafael Videla; y antes al expresidente peruano de origen nipón, Alberto Fujimori. Como tristemente nunca ocurre en México, y es el caso de Luis Echeverría, acusado de la matanza de estudiantes en 1968, que ha quedado en completa impunidad a pesar del juicio de los mexicanos y la condena de la historia.

  Baby Doc ha dicho que su regreso a Puerto Príncipe, luego de 25 años de exilio obligado por una revuelta popular, es para «ayudar a la gente» a superar las consecuencias del terremoto de 2010 y participar en el renacimiento de Haití. Pero tiene muchas cuentas pendientes y ayudará mucho a los haitianos enjuiciarlo para ponerse tablas con un pasado de represión y muerte, como la que practicó durante casi 30 años el duvalierismo compuesto por padre e hijo. Recuérdese que su padre, Françoise Duvalier instauró el terror como presidente vitalicio -un dictadorzuelo con ambiciones de emperador que sirvió muy bien a los intereses estadounidenses en los años recios de la guerra fría para hacerle contrapeso al «comunismo» de Cuba- entre 1957 y 1971.

  Papa Doc le heredó el poder a Baby Doc, su hijo, convirtiéndose en el Jefe de Estado más joven a sus 19 años, pero encaminado por régimen de represión, terror y odio igualmente heredado. De tal magnitud, que ahora se le responsabiliza de al menos la muerte de 50 mil disidentes, además del desfalco a las arcas públicas por más de 100 millones de dólares en 1986, cuando salió con rumbo a Francia para el exilio.

  Ayer mismo, acusado de corrupción, robo, apropiación indebida de fondos y otros delitos cometidos durante su reinado que duró entre 1971 y 1986, Jean-Claude Duvalier tras ser interrogado por un fiscal y un juez en el hotel Karibe, de lujo, donde se encontraba hospedado. De ahí fue sacado y llevado a la Fiscalía de Puerto Príncipe, escoltado por policías. Más tarde se declaró su detención. Vendrá un juicio que, seguramente, no lo exonerará porque son muchas las cuentas pendientes con los haitianos.

  Mucho se especuló sobre si hubo algún acuerdo previo entre el presidente René Preval y Duvalier para su regreso, para utilizarlo como distractor y controlar la situación política de unas elecciones donde su candidato favorito está fuera de la segunda vuelta electoral. A esto el primer ministro, Max Bellerive habría dicho que Duvalier viajó como lo haría cualquier ciudadano.

  Pero de ser el caso , Préval habría sido superado por la presión, dadas las circunstancias haitianas. Porque tanto las organizaciones de derechos humanos locales, como los organismos Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW), exigieron de inmediato su detención y sometimiento a juicio. Como dijo Javier Zúñiga de AI: Duvalier practicó en «forma sistemática la tortura y el maltrato, y cientos de personas desaparecieron o fueron ejecutadas. Las violaciones sistemáticas y generalizadas a los derechos humanos durante su gobierno equivalen a crímenes contra la humanidad». En tanto José Miguel Vivanco de HRW, dijo que Haití tenía suficientes problemas sin Duvalier, y su presencia es, en caso de que no sea detenido de inmediato, una bofetada para las personas que han sufrido tanto.

  Ningún juicio aguantaron , ni Préval ni Duvalier. El primero para salir de la encrucijada política con una elección que de todas maneras se irá hasta marzo, ni el segundo para rendir cuentas con un pasado de represión y muerte por los asesinatos y las torturas cometidos por la milicia de los tonton macoutes, émulo de los camisas negras del fascismo italiano; nombrados primero como VSN, Voluntarios de la Seguridad Nacional, sin sueldo pero que se las arreglaban para subsistir delinquiendo y reprimiendo.

  Un duvalierismo que los haitianos no se sacuden todavía. Y falta les hace en estos momentos de tragedia colectiva. Tanto para resolver los problemas coyunturales como los de largo plazo, que son cuantiosos. Salir de la pobreza, reedificar Puerto Príncipe, pero también resolver los problemas inmediatos de salud pública. Y la democracia, tan lastimada que ni la conocen, con un sistema político más herencia del autoritarismo. Mejor dicho de las dictaduras del pasado, porque gobiernos democráticos como el de Jean Bertrand Aristide no han prosperado.

  Por su parte, aquellos jóvenes que apoyaron a Duvalier no conocieron e ignoran los daños causados tanto por él como su padre. Hoy Baby Doc enfrentará el juicio de sus propios crímenes. No importa que ayer mismo se le declarara libertad condicional, porque ya tiene acusaciones precisas, como corrupción, robo y apropiación indebida de fondos públicos, y los que resulten. Su padre, Papa Doc, tiene su propio juicio popular [cuando salió Baby Doc en 1986 exoneraron los restos del padre y lo maltrataron los haitianos] e histórico. EU no tiene mucho qué decir porque el duvalierismo era un socio importante. Pero los haitianos sí. Y Duvalier regresó, como los asesinos, sobre sus propios pasos.

Fuente: http://alainet.org/active/43660