Transcurridos más de tres años de la intervención franco-norteamericana que destituyó al presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, dialogamos con Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y animador de la red de movimientos sociales PAPDA, para analizar el balance de la presencia de las tropas de la MINUSTAH en Haití, y la situación actual […]
Transcurridos más de tres años de la intervención franco-norteamericana que destituyó al presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, dialogamos con Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y animador de la red de movimientos sociales PAPDA, para analizar el balance de la presencia de las tropas de la MINUSTAH en Haití, y la situación actual del movimiento popular en este país.
El 29 de febrero del año 2004, una intervención militar franco-norteamericana destituyó al presidente haitiano Jean Bertrand Aristide. Posteriormente, este golpe de estado fue reforzado y «legitimado» con la presencia de tropas militares que integran la Misión de Estabilización de Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH), con efectivos de diferentes países de América Latina (entre ellos de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú, Bolivia y Paraguay), y de otros continentes, comandados y financiados por EE.UU. y Francia. Transcurridos más de tres años de esta intervención, dialogamos con Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y animador de la red de movimientos sociales PAPDA (Plataforma Haitiana para la Articulación de Movimientos Sociales), para analizar el balance de la presencia de las tropas de la MINUSTAH en Haití, y la situación actual del movimiento popular en este país, invadido por fuerzas militares conjuntas de EE.UU., Europa y América Latina.
Claudia Korol: Ya a esta altura se puede hacer una evaluación de cuál fue el recorrido de la MINUSTAH en Haití. ¿Cómo están analizando los movimientos populares el significado de esta presencia en tu país?
Camille Chalmers : Bueno, hacemos un balance totalmente negativo de la presencia de la MINUSTAH, que participa dentro de las iniciativas del imperialismo y de la oligarquía para bloquear el proceso de movilización popular hacia la democracia, perspectiva que nació en el 86. La presencia de la MINUSTAH que se insertó dentro de un contexto mundial y regional particular, nos parece como un ensayo, un laboratorio del imperialismo para poder responder a nuevos escenarios de crisis en América Latina, justificando la presencia militar de soldados extranjeros, por el discurso de solidaridad sur-sur, de apoyo fraterno, cuando sabemos que la presencia de la MINUSTAH se inserta dentro de una estrategia más amplia de militarización de El Caribe, que es una zona estratégica para el imperialismo, y también coincide con la época donde las tropas norteamericanas están movilizadas en Irak, y necesitan aporte de tropas de otras naciones.
Me parece que es muy importante denunciar esa manipulación, y ver que la solidaridad con el pueblo de Haití no es la MINUSTAH. La solidaridad con el pueblo de Haití es ayudar a reconstruir el país, responder a los problemas sociales más angustiantes, crear espacios para que el pueblo y el Estado puedan definir un proyecto de futuro. Desde luego la presencia de los militares no ayuda a esto. Es una inversión enorme. Son más de 520 millones de dólares al año. Y dos objetivos contemplados: la seguridad ciudadana, los derechos humanos no fueron alcanzados. Al contrario, pensamos que la presencia de la MINUSTAH constituye una violación del derecho de autodeterminación del pueblo de Haití. Y se convirtieron ellos mismos en violadores masivos de los derechos básicos del pueblo de Haití. Podemos tomar el ejemplo de la violación repetida a mujeres jóvenes, que fue documentada. En esos casos la MINUSTAH nunca tomó medidas para castigar a los responsables, inscribiéndose en una cultura de la impunidad.
Por otro lado, la fuerza de la MINUSTAH se instaló en edificios públicos dedicados a la educación, dedicados a la Universidad, agravando el déficit de las estructuras públicas, para acoger a una población estudiantil que está en condiciones muy precarias. Así podemos decir que no hubo ningún paso adelante en la cuestión los Derechos Humanos, no hubo ningún paso adelante en ayudar al estado de Haití a construir aparatos más eficaces en el campo de la seguridad. Y todo esto se inscribe dentro de una dependencia global, donde la presencia de la MINUSTAH es una fuerza militar que permite acelerar el proceso de sometimiento de la economía haitiana, que ya sufrió la aplicación de un plan de ajuste muy severo, que destruyó gran parte de la economía campesina, que destruyó la capacidad del país de nutrirse, y que ahora quiere lanzar a nuestro país en un proceso de crear múltiples zonas francas, que son zonas de no derechos, son zonas de superexplotación de la mano de obra y que contribuyen a destruir el medio ambiente y a agravar la crisis ambiental.
Tenemos los acuerdos de la HOPE firmados con EEUU. La HOPE es un acuerdo entre Haití y EEUU para la exportación de productos textiles que va a permitir la instalación de muchas fábricas de zona franca de exportación de textiles. Eso no tiene nada que ver con un proceso real de industrialización, y además promueve una creación de empleo muy frágil. Sabemos la volatilidad de esas empresas que se cambian de localización en función de las ventajas encontradas.
Me parece entonces que la presencia de la MINUSTAH es un obstáculo para conquistar la soberanía, es un obstáculo para que el pueblo de Haití desarrolle su propio proyecto democrático, es un obstáculo para contrarrestar los planes de dominio del imperio; y también es una situación que se pueden invocar como precedente para justificar nuevas intervenciones militares en aquellos estados que los Estados Unidos llaman «fallidos». Son estados que están atravesando situaciones de crisis graves. El concepto de Estado fallido, totalmente manipulado por la administración norteamericana, constituye una amenaza para todos los pueblos que quieren salirse de la obediencia y que quieren transformar los Estados dependientes neocoloniales que tenemos en América Latina.
¿Cómo es la relación de las tropas de la MINUSTAH con la población?
Podemos decir que la situación no es la misma en las provincias, donde la situación es de relativa tranquilidad, y las tropas de la MINUSTAH están vistas como «más turistas». Son frecuentemente vistas en las playas, en las discotecas, y la gente se da cuenta que tienen un nivel de vida muy alto con respecto a la precariedad de la población. La situación es muy distinta con respecto a la que existe en Puerto Príncipe, en donde se dieron enfrentamientos militares entre las tropas de la MINUSTAH y grupos de los barrios populares. Los barrios populares fueron el blanco de las operaciones militares más duras, con un saldo importante de muertos, con bajas civiles de niños muertos incluso.
¿Se conoce cuál es el número de muertos?
No hay una cifra general, pero en el operativo militar del 22 de diciembre de 2006 murieron entre 27 y 35 civiles, y eso es solamente un día; pero hubo varios operativos que fueron organizados después. Hay un informe que se está preparando ahora, que trata de establecer un poco el resumen de la situación. Lo que es cierto es que se han producido bajas de gente totalmente inocente, que el único crimen que cometieron era vivir en un barrio de pobres. Es muy chocante que una fuerza de ese tipo, haya cometido ese tipo de violación de derechos humanos y que en ningún momento la dirigencia de esa fuerza no haya reconocido esas bajas y no haya dicho que van a empezar una investigación para establecer las responsabilidades. Actúan de una manera muy descarada, con una impunidad total y una situación de no respetar la vida humana y los derechos del pueblo de Haití.
Así que en Puerto Príncipe la relación es bastante conflictiva, a pesar que en los últimos meses, la MINUSTAH trató de construir cierta legitimidad diciendo que están luchando contra bandidos, que están tratando de luchar contra el crimen organizado. Pero mucha gente se da cuenta que la situación actual no es realmente una eliminación de las fuentes de inseguridad ciudadana, porque la única cosa que puede realmente reducir la inseguridad son políticas públicas, políticas de desarrollo de servicios sociales, que puedan cambiar la relación polarizada que existe en las ciudades. Por el contrario, lo que tenemos es un operativo militar violento, con una maquinaria de guerra bastante sofisticada contra una población que no es un ejército, y que por supuesto no tiene los recursos para responder a eso. Al mismo tiempo, el problema de la inseguridad no se va a resolver porque tiene una fuente económica social que exige intervenciones mucho más importantes en términos de políticas sociales y de integración de toda esa población marginada y sobreexplotada. De hecho la presencia de la MINUSTAH no permite reforzar la policía haitiana. No hay suficiente inversión para crear más capacidad desde el punto de vista de la policía, para responder a ese tipo de problemas.
Se ve que en la lógica de Naciones Unidas, la idea es prolongar más y más la presencia de esta fuerza de estabilización. Es una lógica un poco mafiosa, porque sabemos que en Naciones Unidas todo lo que es operación de mantenimiento de la paz tiene un financiamiento bastante importante, que corresponde a intereses específicos de empresas que se benefician con la presencia de esas tropas, para vender por ejemplo carros, equipos militares, todo lo que acompaña a ese tipo de actividad, y que por supuesto no tiene nada que ver con los problemas sociales reales y los problemas económicos de las poblaciones implicadas.
¿Hay un cálculo del presupuesto que se invierte en la financiación de
la MINUSTAH?
Sí. Está alrededor de 520 millones de dólares al año. 520 millones de dólares al año en un país en donde el ingreso per capita está alrededor de 500 dólares.
¿Y el PBI?
Es de tres mil millones de dólares. Una parte importante del PBI se invierte en esa fuerza militar, y por supuesto el consumo, es un consumo bastante lujoso en los hoteles más ricos del país, y de eso beneficia directamente la oligarquía, que aprovecha y absorbe gran parte de esos fondos que no constituyen ni una inversión social ni una inversión para entrar en un proceso de construcción viable y duradera. Uno de los argumentos que se da a veces para no exigir el retiro de las tropas es el pedido del actual presidente de Haití, René Preval, para que las tropas continúen en Haití. Quisiera saber tu opinión sobre este tema.
Preval fue electo porque se presentaba como un tipo un poco afuera del juego, afuera de los intereses controlados por la ocupación militar de los EEUU. En toda la movilización que se dio alrededor de esa elección, y en la movilización posterior para lograr el respeto del voto popular, la gente expresó muy claramente su voluntad de que salgan las tropas. Pero después de las elecciones, y durante todo el proceso, Preval sufrió mucha presión, sobre todo de los centros de poder internacional, incluso de EEUU, para mantener el statu quo que existía con el gobierno provisional. Así que no hace ningún cambio significativo, ni al nivel de la presencia de la MINUSTAH, ni al nivel de las opciones económicas definidas por el FMI. Así que estamos en un período de transición, donde gran parte de las estructuras de poder consolidadas durante el poder de transición están todavía intactas, y hay mucha presión para mantener el statu quo, que significa la defensa de los intereses imperialistas. Al mismo tiempo el Presidente Preval ha tomado iniciativas interesantes, al profundizar -por ejemplo- la cooperación con Cuba, con la presencia de más de 800 médicos cubanos en Haití, y la cooperación con Venezuela. Recibió a Chávez cuando hacía su contragira frente a Bush. Chávez tuvo una recepción muy masiva en Haití, fue una gran movilización para aplaudir lo que representa, como esperanza para los pueblos de América Latina. Preval tiene mucho mérito en hacer eso, porque él lo hace en un contexto de dependencia muy grande con respecto a EEUU, y es una afirmación de una política externa, de una diplomacia que busca cierta independencia.
Pero esta actitud todavía es muy incipiente y creo que es un gobierno que tendría que hacer una ruptura clara con las políticas anteriores, pidiendo el retiro de las tropas y modificando las opciones en término de política económica.
Quisiera que pudieras enmarcar esta reflexión, en lo que han sido las relaciones históricas de Haití con América Latina.
La ruptura revolucionaria de inicios del siglo XIX es un evento muy importante en la historia del mundo. La revolución haitiana es quizás la única revolución triunfante dirigida por grupos de esclavos, que han podido vencer al ejército más potente de la época, el ejército de Napoleón, en condiciones muy difíciles. Ese triunfo revolucionario fue un paso muy importante para tratar de mundializar y globalizar los Derechos Humanos. Porque antes, cuando decían Derechos Humanos, se referían a los derechos de los europeos. Pero los indígenas, las poblaciones negras, las poblaciones asiáticas no estaban vinculadas a esos derechos.
Cuando se realiza la revolución en Haití, se afirma la universalización de esos derechos, y es un paso muy importante en la construcción de la modernidad. Esta revolución no fue aceptada, porque estaba en contradicción con los intereses de los imperios de la época, que utilizaban la esclavitud como mecanismo de acumulación. Y la esclavitud quedó legalizada hasta finales del siglo XIX, casi un siglo más después de la revolución haitiana. Así que las potencias imperiales rechazaron esta revolución, no aceptaron a Haití, e impusieron a Haití una deuda, que se llama «la deuda de la independencia» que fue el mecanismo de reinserción forzada de la economía haitiana en la economía mundial.
Eso tuvo un impacto devastador sobre las posibilidades de construcción del país, porque tuvimos que pagar durante más de un siglo una deuda muy pesada, que representaba en la época casi el presupuesto global anual de la potencia económica más importante de la época, Francia.
Así que desde el inicio de la construcción de la República independiente de Haití, los dirigentes tenían una clara visión sobre su misión internacionalista y por eso apoyaron a Simón Bolívar que vino a Haití, se quedó varios meses, y recibió cuando se iba un apoyo muy significativo, que se materializó en el apoyo con barcos, hombres y armas. Cuando salió de Haití, el Presidente Petion le dijo: «No te estamos reclamando nada para pagar esta deuda, la única cosa que tenés que hacer es que cuando liberes a un país en el Continente, es liberar a todos sus esclavos».
Eso fue muy contradictorio con lo que va a suceder después, porque en el Congreso Anfictiónico de Panamá, donde se reunieron todas las Naciones liberadas de América Latina, bajo la presión de EEUU, decidieron no invitar a Haití. Ése es el comienzo de una travesía en el desierto, donde Haití quedó totalmente aislado de la mayoría de los procesos y de las dinámicas continentales. Por eso pensamos que es el momento de un reencuentro, donde aprovechar la denuncia de la presencia de esa fuerza militar, para poner a Haití en la agenda global del continente, y que los pueblos de América Latina hagan un reconocimiento del aporte de Haití en las luchas para la emancipación global, contribuyendo al proceso de reconstrucción después de más de 515 años de saqueo.
Entrevista realizada por en Brasil, el 7 de julio del 2007, en la Escuela Nacional Florestan Fernandes, del Movimiento Sin Tierra.
Fuente: OLAG