El presidente francés planteó sumar cinco naciones al Grupo de los 8. Se incorporarían China, India, Sudáfrica y las dos naciones latinoamericanas. Escenarios que se abren a partir de estos cambios. La política exterior francesa parece moverse como un péndulo. En ciertos momentos pretende convertirse en la alternativa progresista al intervencionismo de Washington, mientras que […]
El presidente francés planteó sumar cinco naciones al Grupo de los 8. Se incorporarían China, India, Sudáfrica y las dos naciones latinoamericanas. Escenarios que se abren a partir de estos cambios.
La política exterior francesa parece moverse como un péndulo. En ciertos momentos pretende convertirse en la alternativa progresista al intervencionismo de Washington, mientras que luego solicita participar de los negocios que la guerra genera. En este contexto, su presidente, Nicolas Sarkozy, planteó los objetivos de su estadía en el Palacio Elíseo, así como los que debe asumir la Unión Europea (UE). Podemos mencionar su llamado a que la Unión fortalezca el gasto militar e incentive su industria bélica, y las advertencias lanzadas a Rusia y a Irán.
Lo más destacable para nuestra región fue la proposición francesa de reformar el Grupo de los 8 (G-8) para incorporar a cinco nuevas naciones: China, India, Sudáfrica, Brasil y México. Se pasaría así a conformar el G-13. Estas son las claves para entender de qué se trata la propuesta Sarkozy:
1- ¿Qué es el G-8?
Se trata de un agrupamiento internacional conformada por las siete naciones más industrializadas (G-7) y Rusia. Se comenzó a gestar en la década de los ’70, y en 1977 quedó conformada por Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y Canadá. Por entonces eran los países más ricos en términos absolutos. En 1998, como premio por las «reformas» llevadas adelante por Moscú, se integró la Federación Rusa, aunque no por su peso económico, sino por sus cabezas nucleares.
2- ¿Cuál es la función del G-8?
A este agrupamiento podría llamárselo también el «cártel de los poderosos». Y como tal, lo que hacen es manejar el mundo. Con el paso del tiempo, las decisiones que se toman en su seno son las que adoptan los restantes organismos de poder mundial, especialmente el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia, además de ser miembros permanentes, tienen poder de veto en la ONU. Y el FMI responde a las directivas de los ministros de Hacienda de los países integrantes del grupo.
3- ¿Qué propuso el presidente Sarkozy?
Integrar a este «directorio» a las nuevas naciones que ganan peso económico y a nivel mundial. El anterior ranking por Producto Bruto Interno (PBI) ha cambiado en los últimos años, que ahora está compuesto de la siguiente manera (en forma decreciente): Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Gran Bretaña, Francia e Italia, por lo cual, Canadá ya no sería un G-7. De esta forma, Pekín, Nueva Delhi, Brasilia, México y Pretoria serían invitadas a tomar las decisiones que afectan al resto del planeta.
4- ¿Qué significa esta propuesta?
Por un lado, reconocer el peso de las naciones emergentes en el mercado global mundial. Los cinco países propuestos suman una población de más de 2.700 millones de habitantes, y un PBI sumado de más de cinco billones de dólares. Con esta iniciativa, se «invita» a las nuevas potencias a participar de la mesa real de decisiones mundial. Podría decirse, no sin razón, que lo formulado es el reconocimiento de una situación de hecho.
5- ¿Por qué se eligieron a estos países?
Por cuestiones económicas y políticas. China es hoy la cuarta economía mundial, con un PBI nominal en 2006 de 2,668 billones de dólares, y una población de 1.300 millones de habitantes. Pero las tasas de crecimiento de esta nación son altas y constantes, por lo que se pronostica que en 2015 habrá superado a Japón y Alemania, y se ubicaría en la segunda posición. India, por su parte, es la democracia más populosa, con 1.100 millones de habitantes y un PBI de un billón de dólares, ubicándose en el puesto número doce de este ranking. Ambas naciones, además, son potencias nucleares. Brasil y México son dos potencias regionales. La nación sudamericana tiene 160 millones de habitantes y una riqueza de un poco más de un billón de la moneda estadounidense, mientras que la tierra de los aztecas y mayas genera 850.000 millones de dólares cada año. Y a Sudáfrica se la invitó para que el continente africano tenga representación, ya que su peso económico y demográfico es similar al de Argentina, pero crece día a día.
6- ¿Qué diferencias hay entre los viejos integrantes y los nuevos propuestos?
El G-7 (excluyendo a Rusia), además de disponer de una gran riqueza global, tienen un renta por habitante alta (en promedio, 25.000 dólares). Los nuevos integrantes, en cambio, tienen rentas per capita entre medias y bajas. México es el mejor ubicado, y recién aparece en el puesto número 55 en el listado de ingresos por habitante. Tampoco se destacan por su desarrollo humano: según el índice de Desarrollo Humano de la ONU de 2006, es también la nación azteca la que aparece en primer lugar entre los nuevos ricos, en un lejano puesto 53.
7- ¿Por qué Francia hace esta proposición?
Observamos dos probabilidades: por un lado, París reacciona ante una situación de hecho. Es imposible pensar las relaciones internacionales actuales sin la participación de China, y las del futuro inmediato sin India, Brasil y México. Y en segundo término, se puede pensar que también Francia busca equilibrar la balanza con Washington, al incorporar más países a este grupo decisorio.
8- ¿Cómo se puede materializar esta transformación?
Como mencionamos, el G-8 maneja el FMI, y por ende, los resortes de la economía mundial. Al hablarse de integrar a estos cinco países al G-8 pero no mencionarse cambios en el manejo del Fondo, es poco probable que se esté ante un cambio radical. En el organismo con sede en Washington, sólo Estados Unidos tiene derecho a veto, mientras que otros bloques de países tienen este mismo privilegio si suman sus voluntades. A modo de ejemplo, Japón no integra el Consejo de Seguridad, pero como miembro del G-8 tiene más peso mundial que otras naciones en igual situación.
9- ¿Qué falta para que esta propuesta se concrete?
Moscú apoyó la propuesta de Sarkozy, a la vez que Estados Unidos se sumó al pedido por México. Pero es la Casa Blanca la que va a terminar inclinando el fiel de la balanza en un sentido u otro. Las relaciones Washington-Beijing no pasan por el mejor momento, ante los pedidos del Departamento del Tesoro para que la economía china devalúe su moneda, el yuan, en virtud del abismal y creciente déficit comercial que la nación norteamericana registra con su par asiática. Aunque el G-8 es el cártel de los poderosos, no todos tienen el mismo poder en su seno.
10- ¿Qué consecuencias puede tener para nuestra región este nuevo escenario?
Aunque esta cartelización atenta contra la democratización de las relaciones internacionales y contra un mundo multipolar, puede ser una oportunidad si tanto Brasilia como México llevan adelante una política de defensa del espacio latinoamericanista al seno del futuro G-13. En este sentido, la administración del presidente Lula da Silva ha defendido con grandeza la posición del Mercado Común del Sur ante la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio. Un buen antecedente.