Apenas a dos semanas de su asunción, Horacio Cartes mantiene un duro enfrentamiento con las bases del partido que lo llevó al poder, producto de la contradicción de dos proyectos que se unieron para las elecciones, pero que son íntimamente irreconciliables: el neoliberalismo y el populismo. Cartes, portaestandarte neoliberal, para ganar las elecciones pactó una […]
Apenas a dos semanas de su asunción, Horacio Cartes mantiene un duro enfrentamiento con las bases del partido que lo llevó al poder, producto de la contradicción de dos proyectos que se unieron para las elecciones, pero que son íntimamente irreconciliables: el neoliberalismo y el populismo. Cartes, portaestandarte neoliberal, para ganar las elecciones pactó una alianza con el partido colorado, representante del conservadurismo populista más arcaico. El novel presidente, tributario de una concepción modernizante del Estado, apenas asumió nombró tecnócratas en los cargos ministeriales y ni se acordó del aliado que lo llevó al poder. Hoy los ataques desde el coloradismo se desataron y ya aparecieron los primeros nubarrones en el firmamento cartista presagiando una terrible tormenta de inestabilidad en pocos meses.
Horacio Cartes personaliza a una burguesía agroexportadora que instrumentó al coloradismo para hacerse del poder, y hoy quiere deshacerse de ese viejo partido anclado en el siglo pasado y refractario a los cambios económicos de corte mercantil.
La clase agroexportadora pretende reencausar al país hacía un desarrollo de influjo neoliberal, fundado en el agronegocio y las finanzas. El proyecto histórico de esta clase es reducir al Estado a su mínima expresión, pero su aliado, el partido colorado, reclama la restauración del Estado populista y clientelar para satisfacer la demanda de sus afiliados, quienes masivamente se adhirieron al «nuevo rumbo» del empresario presidente. Para Cartes el partido fue el recodo para llegar al poder, pero después de las elecciones se está convirtiendo en una pesada carga difícil de sostener.
El modelo agroexportador ha generado pobreza, desempleo y el desplazamiento campesino, convirtiendo al Paraguay en uno de los países más empobrecidos, y según datos de la CEPAL, hoy con niveles por debajo de Bolivia, la nación históricamente más pobre de Sudamérica. El fantasma del subempleo y el desempleo afectan a casi la mitad de la población económicamente activa, y en este escenario, la presión de las bases coloradas por cargos públicos será cada vez más incesante, generando duras fricciones entre el mandatario y las autoridades coloradas.
A corto plazo, Cartes, difícilmente podrá satisfacer las demandas coloradas, y éstos, exánimes luego de cinco años en la llanura, ya no quieren seguir un día más en esa incomoda soledad, y pareciera ser que el aliado que lo elevó al poder está llamado a ser su más duro opositor en los próximos años.
Si se profundiza la crisis, éste partido, de socio político puede convertirse inadvertidamente en su verdugo por la vía del golpe parlamentario, mucho antes que cumpla los cinco años para el que fue elegido.
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