La deuda externa Argentina se incrementó en más de 100.000 millones de dólares en el gobierno de Cambiemos para pasar a ser de 323.065 millones de dólares al 31 de diciembre de 2019.
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En una muy particular, por no decir compleja, realidad sanitaria y social, Argentina transita el octavo mes de un nuevo gobierno y confronta el ataque del COVID-19, que desde algunas semanas tiene su “epicentro” en el continente americano.
Si el agente que origina la pandemia, el virus, es biológico, el modo en el que se propaga es social, resultado del contexto en el que se inserta, de las condiciones que le ofrecen la economía y la política; es consecuencia de un “sistema complejo” e históricamente situado que articula sociedad, instituciones y cultura.
Cuando todavía el Covid-19 anda haciendo estragos, no son pocos los que advierten sobre el riesgo de la aparición o reaparición de algún otro coronavirus.
El impuesto a las grandes fortunas aparece como una fuente legítima de financiación ante la pandemia, pero nadie sabe por qué no se presenta el proyecto.
Según el Gobierno, la herencia macrista y la pandemia son los problemas que hundieron a la economía en la crisis. Pero las restricciones son autoimpuestas, por hacer equilibrio en los marcos dados para no afectar a los poderosos.
La exgobernadora de la provincia de Buenos Aires decía “combatir las mafias” y tenía al frente de la Auditoría de Asuntos Internos a Guillermo Berra, que a su vez tenía contratado a Sergio Ricardo Maldonado, policía federal vinculado a los prostíbulos del ex SIDE Raúl Martins, acusado de ser responsable de redes de prostitución.
La negociación de la deuda ocupa el centro de la atención del Ministerio de Economía de la Argentina y es considerada caso testigo en el ámbito mundial.