Frente a la puesta en el centro del debate público de la reducción de jornada como solución empresarial, se impone no aceptar «cantos de sirena» y utilizar el debate no para contemporizar y pisar el freno bajo la falsa ilusión de una victoria caída del cielo, sino para agudizar las contradicciones y fortalecer la pugna por desmercantilizar el trabajo y la vida.