El 19 de junio de 1971, Bolivia fue noticia mundial. La agencia informativa Reuters denunció que en el corazón de América del Sur se había instalado “un Sóviet (un órgano de poder comunista) orientado por Rusia”. Frente a ello, los aparatos de inteligencia de Estados Unidos, Brasil y Argentina se pusieron en alerta. Sus estrategas militares definieron ejecutar un golpe de Estado, que llevó a la presidencia al coronel Hugo Banzer, el 21 de agosto de 1971.
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Uno de los primeros libros que me impactó, fue un muestrario fotográfico que realizó la Asamblea Permanente de Derechos Humanos sobre la “Masacre de San Juan” –pasaje histórico que fue olvidado adrede por algunos “historiadores” de los gobiernos neoliberales–que mostraba la matanza en el Centro Minero Siglo XX, centenares de heridos, desaparecidos y muertos por el cruel ataque a la cabeza de la CIA y bajo orden desde el Palacio de Gobierno, por René Barrientos, que sus estrategas muy sutilmente se dedicaron a limpiar su imagen y darle el nombre del Tata Barrientos.

El gobierno de facto redujo drásticamente el gasto del sector público, lo que incluyó recortes masivos en la inversión pública, la que fue una de las características del gobierno anterior de Evo Morales.
La anterior semana se llevó a cabo, en la Cámara de Diputados de la Asamblea Legislativa de Bolivia, la interpelación a Eduardo Del Castillo, Ministro del Gobierno actual. Los asambleístas tanto de la oposición como del oficialismo llevaban pancartas, cuyos textos hacían alusión a hechos que ocurrieron antes de la toma de posición de Luis Arce Catacora.
La detención e inicio de un proceso penal por soborno y lavado de dinero al Ministro de Gobierno y hombre fuerte del gobierno de facto de Bolivia (2019-2020) Arturo Murillo y sus cómplices en Miami, Estados Unidos, donde buscaban refugio seguro, ha dejado a toda la oposición política, mediática y social al Movimiento Al Socialismo (MAS) y al gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca totalmente desconcertada y sin capacidad y argumentos para mantener el discurso de que en Bolivia no hubo Golpe de Estado en noviembre de 2019 y se estableció un gobierno constitucional.

La detención en Estados Unidos del ex-ministro Arturo Murillo, figura clave del gobierno de Jeanine Áñez acusado de sobornos y lavado de dinero, constituyó un fuerte golpe para la oposición en su conjunto. Entretanto, con Evo Morales como jefe del partido y Luis Arce del Estado, el Movimiento al Socialismo (MAS) enfrenta una situación inédita y busca encontrar un rumbo político e ideológico.
En política lo posible es también una cuestión de percepción y no sólo de mera objetividad. La misma objetividad no es una fatalidad sino una creación; por eso los hechos no son objetivos en sí, sino en correspondencia con la nueva objetividad producida, es decir, con la nueva subjetividad productora de nueva realidad.
El domingo 2 de mayo, durante el Congreso del Partido Socialista 1, tuve la oportunidad de conversar con un grupo de jóvenes regantes de Tiquipaya.
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) presenta su séptima encuesta de opinión sobre la situación política y social de Bolivia, basada en 2.000 entrevistas telefónicas realizadas mediante el sistema CATI, en todo el territorio nacional, con cobertura urbana y rural.