
Así como el gobierno norteamericano le entregó dinero a civiles como Agustín Edwards, también quisiéramos que un día desclasifiquen archivos en donde nos cuenten cuánto dinero y protección recibieron los asesinos y conspiradores que hoy gozan en Chile de grandes fortunas y propiedades, lo que les permite vivir tranquilos y envejeciendo sin pagar por sus crímenes.