
La formulación de mensajes necesariamente bilingües -no olvidar que la lengua materna transmite la visión de mundo específica de un pueblo-, capaces de combinar la justeza de la resistencia mapuche con la emoción hermana que dignifica al castigado, es un imperativo cuyos públicos están en las jóvenes clases trabajadoras más precarizadas, en las y los estudiantes secundarios movilizados, en el ecologismo anticapitalista y el antifascismo consecuente; en el antipatriarcado comunitario y popular, y naturalmente, en los mapuche urbanos. Y tal vez, los discursos comunicacionales para esos mapuche urbanos deben recalar en un puerto radical: el retorno a los territorios del Wallmapu actualmente en disputa.