Por fin la política de la paz total daría su primer fruto tangible al pueblo colombiano. Un cese al fuego bilateral con las principales estructuras armadas en el país, incluidas las fuerzas insurgentes de las FARC-EP, la Segunda Marquetalia y el ELN.
Categoría: Colombia
Este título parece ser el argumento teológico de fondo que subyace entre los sostenedores de la “teoría de la verdad” sobre el conflicto (social y armado) que persiste reciclado en Colombia, que para efectos del consenso se ha dado en llamar conflicto interno colombiano.
El paso dado por el presidente Gustavo Petro es prueba de la solidez y coherencia de la Paz total.
No heredamos la República democrática fundada en Derechos Humanos y en el Estado Social de Derecho, sino una nación en ruinas.
Venezuela y Colombia abrieron por completo su frontera común con la inauguración del puente binacional Atanasio Girardot, cerrado por siete años, por donde circularán vehículos de todo tipo, como parte de la cooperación entre ambos países adelantada desde la asunción del nuevo presidente colombiano Gustavo Petro.
Una de las características esenciales del Estado oligárquico colombiano es su relación violenta con la población.
La búsqueda incesante de justicia de una madre frente a las violaciones cometidas por militares estadounidenses en el marco del Plan Colombia.
Cada cierto tiempo aparecen ciertas modas en la violentología colombiana que parecieran tener un potencial heurístico desmedido para explicar las causas y la persistencia del conflicto, sobre todo en clave regional.
Lo primero que se me ocurre a pocas horas de dejar la vicerrectoría académica, es agradecerle a la gente que creyó y sigue creyendo que la universidad publica es el mejor lugar del mundo para combinar libertades y derechos.
Una cosa es la hegemonía contrainsurgente y anticomunista del enemigo interno que se ha encarnado en el Estado colombiano desde los comienzos mismos de la guerra fría estadounidense y otra cosa es una hegemonía alternativa popular y democrática.