
Mediodía del 4 de marzo de 1960 en el puerto de La Habana. Operarios proceden cuidadosamente a la descarga de un barco, recién llegado de Europa, que contiene armamento adquirido en Bélgica por el gobierno cubano. Nadie adivina que en unos minutos este escenario va a convertirse en una sucursal del infierno.