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15 años después de la caída del muro (2a parte)

China y la India : ¿Qué modelo de desarrollo tiene más éxito?

Fuentes: Solidaire/Rebelion

Durante su visita a China el año pasado, el presidente francés Jacques Chirac declaró: «El desarrollo económico de China es para nosotros la ocasión para desarrollar nuestra economía y nuestros empleos.» Ruben Ricupero, secretario general del PNUD (programa de las Naciones Unidas para el desarrollo), declaró: «Gracias a su inmensa importación, China es un motor cada vez más potente de la economía mundial.» ¿De dónde viene este inmenso progreso? China ha optado por un modelo de desarrollo socialista. Su vecina, la India, ha optado por el capitalismo. ¿Cuál es el balance?

China y la India son dos países comparables. Se sitúan en la misma región, tienen un número de habitantes comparable y en el plano económico y social, su situación al término de la Segunda guerra mundial, era muy similar. Sin embargo, los dos países siguieron caminos absolutamente diferentes. Bajo la dirección de Gandhi, la India terminó de arrancarle su independencia a los británicos en 1948. El país optó por una economía de mercado y un sistema parlamentario burgués. En China, primero debió haber una guerra contra el ocupante japonés para obtener la independencia. Esta guerra fue seguida por una revolución armada bajo la dirección de Mao Zedong, optando por la vía socialista. En los dos países, esta elección de caminos condujo a resultados muy diferentes.

Desde fines de los años ’70, China tuvo un crecimiento económico espectacular. Durante el período de 1975 a 2004, el PIB (Producto Interno Bruto, la riqueza producida anualmente en mercancías y en servicios) aumentó anualmente en 9.5%. Es más de tres veces el PIB del resto del mundo, en que el crecimiento ha sido en promedio de 2.9%. La calidad también aumentó palpablemente. Según un estudio reciente, la calidad de los productos chinos es de mejor nivel que los provenientes de Europa del Este [1]. Comparando, a la India no le ha ido mal tampoco, con un crecimiento anual de 5.3%. Pero el resultado, después de todos estos años, es de lo más impactante. En 1975, el PIB de la India era 9% superior al de China. Hoy, no es más que el 40% del de China.

Combatir la pobreza y el hambre

«Que el crecimiento económico se traduzca en la disminución de la pobreza depende de factores sociales y políticos», declaran expertos de la UNDP, la organización para el desarrollo de las Naciones Unidas [2]. En China, estos factores sociales y políticos son manifiestamente muy favorables. Pues el número de pobres ha sido llevado de 320 millones en 1978, a 60 millones en 2001 [3]. En los años ’90, el número de habitantes extremadamente pobres (menos de un dólar por día) en el mundo aumentó en 28 millones, mientras que en China, en el mismo período, disminuyó en 150 millones [4]. En otras palabras, la disminución de la pobreza extrema en el mundo puede ser atribuída casi exclusivamente a China.

En la India, en el mismo período (1978-2001), la pobreza apenas disminuyó: de 320 a 300 millones [5]. Hoy, el porcentaje de pobres en la India es seis veces más elevado que en China.

En lo relativo al problema del hambre, encontramos un esquema similar. En China, entre 1979 y 2000, el número de personas sub-alimentadas disminuyó en 60%, pasando de 304 a 119 millones [6]. En la India, el número ha permanecido más o menos igual. El país del cual se dice que es «la democracia más grande del mundo» cuenta hoy con un cuarto de todos los sub-alimentados del planeta.

Sin embargo, en lo que respecta a la repartición del pastel nacional, a la India le va mejor que a la China. En la India, el ingreso del 10% de los más ricos es siete veces más elevado que el del 10% de los más pobres. En China, es 19 veces más elevado [7]. En efecto, en el transcurso de estos últimos años, uno ha sido testigo de un ensanchamiento del foso entre las zonas urbanas y el campo, entre la región costera y el interior del país y entre los nuevos propietarios y los trabajadores. La cosa no es sin embargo debida al crecimiento del número de pobres, sino a una alza muy desigual del bienestar. La pobreza no ha retrocedido por todos lados al mismo ritmo. El modelo de crecimiento en las ciudades se repite en el campo, pero con algunos años de retraso y en una menor medida.

¿Economía de mercado? No, dicen Europa y los EEUU

Son numerosos los que piensan que China ha abandonado el socialismo desde hace tiempo y que el actual crecimiento económico y social son precisamente la prueba de que el capitalismo funciona mucho mejor. Todo lo que está mal (falta de democracia, corrupción) es el resultado del socialismo e, inversamente, todo lo que está bien (un fuerte crecimiento económico y una prosperidad creciente) es debido al capitalismo. Tal es el razonamiento. Este argumento bastante simplista trata de invertir la realidad y, de ese modo, salvar las bases del plano ideológico.

Con seguridad, estos últimos 25 años, China tuvo cambios sobrecogedores, pero, ¿cuál es su naturaleza precisa? En junio de 2004, la Comisión Europea publió un informe sobre la cuestión de saber si China podría recibir el status de economía de mercado. La respuesta era no: China no satisface más que uno de cinco criterios, y aún, se trata del menos importante. Según el informe, hay «interferencia sistemática en la ley de la oferta y la demanda y en los estímulos que despiertan al mercado, lo que se traduce en una profunda perturbación del mercado chino. () A pesar del reciente progreso, la influencia del Estado sobre la economía china es aún muy grande.» A los ojos de la Comisión, «China va a quedar por mucho tiempo todavía en una economía de no-mercado». A los ojos de Estados-Unidos, igualmente, las autoridades chinas deberían de hacer aún más progresos substanciales en la disminución del rol del Estado antes de poder tener un estatus de mercado.

China ha abierto su economía a las inversiones extranjeras y ha introducido un gran número de elementos de mercado. El Estado se consagra sobretodo a definir una macropolítica y las empresas individuales reciben más autonomía. Sin embargo, los sectores clave, las materias primas naturales y los sectores de tecnología avanzada quedan en manos del Estado, lo mismo que los servicios públicos. Si el Estado ha cedido un poco el paso es, en primer lugar, en beneficio de la descentralización del sector público más que del sector privado. Se ha asistido a la creación de un sector mixto muy grande, en el que el Estado conserva una parte minoritaria con un derecho a veto clave.

Un socialismo «puro» ¿eso puede existir?

¿Cómo evalúan los chinos el curso de las cosas? Estiman que durante el período inicial, han ido muy rápido. A partir de una situación de retraso, feudal, era de hecho imposible saltar de un sólo impulso hacia un tipo de socialismo «puro». Es por eso que hoy, dan un paso para atrás. El propósito es el de conducir al país a través de un período que durará alrededor de un siglo. Este período es descrito como «la fase primaria del socialismo». Ahí se integran al socialismo, métodos deducidos del capitalismo con el propósito de resolver problemas que, de hecho, debían haberse producido en el transcurso del desarrollo capitalista. Más precisamente, uno mete todo bajo un desarrollo acelerado de fuerzas productivas. Según los chinos, es necesario para alcanzar un estado más elevado del socialismo [8].

¿Puede existir en China un socialismo «puro» sin elementos capitalistas en la economía, la política y la cultura? Eso parece utópico. No se puede, en unas decenas de años, pasar del feudalismo medieval al socialismo moderno. Ninguna forma de sociedad es pura. Así como no ha existido jamás un régimen capitalista puro, tampoco existirá una sociedad socialista pura. Esto se aplica a China. Es claro, por ejemplo, que Cuba maneja mucho menos el mercado que China, pero eso no convierte aún a China en un país capitalista. En el punto culminante de la construcción de su Estado providencia, Suecia siendo manifiestamente más comunista que China, no podría ser declarada hoy como capitalista. Sin embargo, nadie ha jamás afirmado (excepto cualquiera de la extrema derecha) que Suecia pueda ser catalogada como un país comunista.

Pero, no es porque no existan formas puras de sociedad que deba existir un tipo de estado intermedio. Un híbrido tal es generalmente descrito con el nombre de «tercera vía», algo a medio camino entre el socialismo y el capitalismo. Esta tercera vía combinaría lo mejor de los dos sistemas y sería por consecuencia mejor que las dos formas de sociedad. Esta construcción teórica descansa en un análisis sociológico ingenuo porque no toma en cuenta las relaciones de fuerza existentes, tanto externas como internas. Vivimos hoy, dicho de una vez por todas, en un sistema mundial donde el capitalismo no solamente dominante, sino donde trata igualmente de eliminar todo proyecto socialista. Cuando esta tercera vía introduce demasiados elementos capitalistas, al hacerlo, rebasa un cierto límite, esa sociedad socialista debilita su propia defensa y no tiene la fuerza contra la fuerza aspiradora y de agresión del capitalismo. Perdiendo el control de su sistema y no es entonces más que cuest
 ión de tiempo para que se encuentre completamente en el campo capitalista. Las fuerzas capitalistas van siempre en busca de la concretización política de su potencia económica. Uno se puede preguntar entonces si en China, se podrá contener la dinámica de la clase capitalista recientemente aparecida. Otra, la prueba de fuerza probable con los Estados-Unidos, es el gran reto que debe afrontar China. El futuro decidirá.

1. Financial Times, 23 agosto de 2004. · 2. UNDP, Human Development Report 1997, p. 52. · 3. UNDP, Human Development Report 2004, pp. 147 y 153. · 4. UNDP, Human Development Report 2003, p. 5. · 5. Banco mundial, India Achievements and Challenges in Reducing Poverty, 27 mayo de 1997, Rapport n° 16483-IN, p. 4; UNDP, Human Development Report 2004, pp. 148 y 154. · 6. FAO, The State of Food Insecurity in the World 2003, p. 31. · 7. UNDP, Human Development Report 2004, pp. 189-190. · 8. Para los comentarios relativos a algunos documentos oficiales, ver R. Berthold, La Chine sur la voie du socialisme, Etudes Marxistes, octobre-décembre 2003, n° 64, pp. 13-80.

El éxito de China

. En China, la esperanza de vida es de 7 años más que en la India. Un chino vive en promedio 71 años, un hindú 64. La mortalidad infantil en China es tres veces menor. Si la India propusiera la misma calidad de salud que en China, se podrían salvar anualmente 1.8 millones de niños.
. En la India, 38.7% de la población no puede leer ni escribir. En China, es sólo el 9.1%.
. En China, el uso del teléfono es cuatro veces más extendido que en la India, el uso de Internet es tres veces más extendido.
. Proporcionalmente, China tiene 4 veces más científicos.
. En el transcurso de los últimos juegos olímicos, China arrasó con 63 medallas, contra sólo una de India.

Estos mejores puntajes no son debidos a la casualidad, sino que al igual que en Cuba, son el resultado de otras prioridades en los programas sociales, apuntando a combatir la pobreza. «China escogió consagrar un presupuesto nacional considerable a fin de combatir la pobreza. () Es por ello que ha registrado éxitos notables en ese plan. Estos éxitos constituyen lecciones para los países con programas mucho menos desarrollados»; escriben los expertos del fondo de desarrollo de las Naciones Unidas [1]. Así, China consagra anualmente 224 dólares por habitante a cuidados de la salud. En la India, son 80 dólares solamente, o sea, casi tres veces menos. China cuenta igualmente con una cantidad tres veces mayor de medicinas.
En China, según la región, entre el 80 y el 94% de la población tiene acceso a medicinas básicas. En la India, es sólo del 0 al 49% [2]. Las cifras más favorables son igualmente el resultado de la política de natalidad iniciada desde principios de los años ’70. Al principio, esta política fue muy cuestionada pero, sea lo que sea, ha rendido sus frutos. Si China no hubiera tomado estas medidas, su población alcanzaría hoy alrededor de 1.9 mil millones de habitantes, contra el 1.3 que hay en realidad.

1. UNDP, Overcoming Human Poverty, Poverty Report 2000, pp. 34 y 115. · 2. UNDP, Human Development Report 2003, p. 103.

EEUU cada vez más agresivos

De más en más, EEUU envía señales hostiles a China. Hay una relación clara con el crecimiento incesante de la economía china y del prestigio de China que crece sin cesar en la región y entre los países del Tercer-mundo.

Si China mantuviera el mismo ritmo de crecimiento de los últimos 10 años, alcanzaría a EEUU en año 2033 [1]. Actualmente, el PIB (Producto Interno Bruto) de China representa un octavo del de Estados-Unidos. La reacción de Paul Wolfowitz, viceministro estadounidense de Defensa, no es muy tranquilizadora: «La dirección tomada por China es inquietante. Este país está en vías de convertirse en una superpotencia. Y puede muy bien hacerlo en el transcurso de los próximos 25 años. Esto no quiere decir que China vaya necesariamente a convertirse en una amenaza, pero si lo dejamos ser, este podría ser muy bien el caso [2].»

Un documento estratégico de ciertas eminencias del gobierno de Bush explicaba ya en el 2002: «El crecimiento de la potencia militar de Estados-Unidos en Asia Oriental es la clave para hacerle frente al ascenso de China como gran potencia [3]».

La situación es un poco comparable a la de la Unión Soviética en los años ’30, cuando los nazis se aprestaban a un ataque a gran escala contra el «peligro comunista». Richard Holbrooke, antiguo embajador estadounidense de la ONU y consejero en el 2004 del candidato a la presidencia John Kerry, lo expresa en estos términos: «Igual que el siglo pasado estuvo definido por la lucha contra los nazis y el fascismo y más tarde contra el comunismo ruso, las relaciones sino-estadounidenses dejarán su marca en el milenio a venir [4]».

1. Si los EstadosUnidos tuvieran el mismo crecimiento anual de 3.4% y China, de 10.7%, como en el transcurso de los años ’90. Cálculo efectuado en base a: Banco mundial, World Development Report 2000, pp. 294-295 y UNDP, Human Development Report 2004, pp. 184-185. · 2. UPI, diciembre de 2001. · 3. Project for the New American Century (PNAC), Rebuilding America’s Defenses, 2000, p. 31. · 4. Knack, 16 mayo de 2001.

Marc Vandepitte es autor, entre otros, de La apuesta de Fidel (1998), de Irak: ¿la señal del comienzo de la Tercera Guerra mundial? (2003), El abismo y la salida (2004).

Solidaire, semanal del Partido del Trabajo de Bélgica
www.solidaire.org

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