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China y la OCS: Saliendo de dudas

Fuentes: Rebelión

La cumbre que el próximo día 15 reunirá a los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai evidencia uno de los mayores éxitos recientes de la diplomacia china. Integrada por Rusia, Uzbekistán, Kirguizistán, Tadjikistán, Kazajstán y China, países que en conjunto suman la cuarta parte de la población total mundial, después de un […]

La cumbre que el próximo día 15 reunirá a los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai evidencia uno de los mayores éxitos recientes de la diplomacia china. Integrada por Rusia, Uzbekistán, Kirguizistán, Tadjikistán, Kazajstán y China, países que en conjunto suman la cuarta parte de la población total mundial, después de un lustro de existencia, sus bases principales se han solidificado, disponiéndose a desempeñar un papel más activo en los asuntos regionales e internacionales. Una vez incorporados como observadores a Mongolia, Pakistán, India e Irán, la OCS, decidirá, por el momento, congelar su ampliación, priorizando la integración que impulsa su Secretariado, establecido en Beijing, una vez que todos sus miembros parecen haber salido de dudas en cuanto a la viabilidad e idoneidad de esta plataforma para defender sus intereses.

Aunque todos sus integrantes afirman que la organización no está dirigida contra ningún país o bloque, lo cierto es que la propia existencia de la OCS sirve de escudo para la penetración en tan importante región de influencias externas y estratégicamente competidoras. Por el momento, el componente militar, si bien ha ido ganando peso en la organización, es aún de corto recorrido, pero cabe esperar de esta reunión medidas más audaces para un fortalecimiento futuro. Para la OCS, al igual que para EEUU, el terrorismo es la coartada perfecta que justifica esa dimensión creciente de la seguridad. Desde 2004 cuenta con una fuerza regional antiterrorista con base en Bishkek, capital de Kirguizistán y los ejercicios militares, comunes y bilaterales (inclusive entre Rusia y China), se complementan con medidas de transparencia. La OCS es ya una pieza clave del sistema de seguridad regional y garantiza a China un papel singular en el mismo.

Por otra parte, la coordinación política de este grupo de países se plasma en la búsqueda del consenso respecto a los problemas regionales e internacionales a través de un sistema de consultas cada vez más perfeccionado y que incluye numerosos dominios (entre autoridades, fuerzas políticas, parlamentos, etc.). Y la cooperación económica y comercial tiende a reforzarse para tirar partido del creciente poder chino y su necesidad de aprovisionamiento de petróleo y de energía en una zona en la que también abundan los recursos minerales y agrícolas. Así pues, la revitalización de la Ruta de la Seda tiene ya, anticipadamente, su paraguas estratégico-defensivo, en condiciones de rivalizar con otros proyectos, como el promovido por el senador estadounidense, Sam Brownback, y centrado, igualmente, en ámbitos como la seguridad o el acceso a las fuentes de energía.

Pero no es ese el único factor que favorece la consolidación de la OCS. El momento de buen entendimiento ruso-chino sirve de acicate al impulso de esta plataforma y, a la postre, puede suponer su mayor hipoteca, dada la inestabilidad característica de sus relaciones bilaterales. Moscú y Washington mantienen un importante pulso geopolítico en todo el espacio post-soviético, especialmente en las zonas europea, caucásica y asiática. La cumbre del grupo GUAM (Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia), celebrada en mayo último en Kiev, y en la que también participaron representantes de Lituania, Bulgaria, Rumanía, la OSCE y EEUU, ha servido para acelerar el ingreso de dicho grupo en la UE y en la OTAN. Antes de 2008, Ucrania podría ingresar en la Alianza Atlántica, reforzando así, con el pilar polaco, la influencia estadounidense a las puertas de Rusia. Estas circunstancias impulsan a Moscú a un mayor compromiso en su alianza con China, tanto a nivel bilateral, como ha ejemplificado la reciente visita de Putin a Beijing, como a nivel regional y global. Y ello puede afectar seriamente a EEUU, quien espera los resultados de esta cumbre, a sabiendas de que su presencia directa en la región, lograda después del 11S, puede tener los días contados. En la cumbre de 2005, los estados miembros urgieron la definición de un plazo para poner fin a la presencia de las tropas estadounidenses en los estados de la OCS. Retirados de Uzbekistán, la cuenta atrás para las tropas estacionadas en Kirguizistán ya ha comenzado. Bakiyev, su Presidente desde 2005, fue recibido en Beijing los días previos a la cumbre. El propio Hu Jintao encabezó la «ceremonia con alfombra roja» que le dispensaron los líderes chinos, antes de firmar numerosos acuerdos bilaterales.

La incertidumbre respecto a la evolución futura de las relaciones con EEUU y la UE, la conveniencia de aprovechar el momento para estructurar sobre nuevas bases el entendimiento con Rusia y, en general, la necesidad de velar por sus propios intereses estratégicos, también explica el interés de China por consolidar la OCS. Rusia y China comparten el criterio de que la presencia de EEUU en la región perjudica la estabilidad al exacerbar las tensiones internas con el objetivo de ganar influencia. El poder económico, comercial y financiero de China es analizado como un factor clave que puede contribuir a reforzar la integración y la alianza política entre sus miembros. Esa perspectiva, le permite a China salir ganando y mucho con la OCS, acentuando su perfil de potencia global.

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-IGADI)