Amnistía Internacional denuncia que niños de siete años trabajan en las minas de cobalto con el que se fabrican las baterías de móviles
Grandes empresas electrónicas, como Apple Samsung o Sony, no han sido capaces de controlar que cobalto extraído por menores trabajadores haya sido empleado en sus productos, según denuncian en un reportaje Amnistía Internacional y la ONG Afrewatch, especializada en investigar la vulneración de derechos humanos en la extracción de minerales.
Las dos organizaciones han rastreado la extracción de cobalto, empleado en las baterías de litio, en la República Democrática del Congo y su posterior venta a 16 multinacionales, y han comprobado que en ese proceso trabajan niños de siete años en condiciones peligrosas.
La investigación documenta cómo los intermediarios compran cobalto de zonas en las que el trabajo infantil está muy extendido y lo venden a Congo Dongfang Mining (CDM), una filial del gigante chino de la minería Huayou Cobalt.
Ver vídeo (en inglés): https://www.youtube.com/watch?v=7x4ASxHIrEA
«Millones de personas disfrutan de los beneficios de las nuevas tecnologías pero raramente se preguntan cómo se fabrican», afirma Mark Dummett, investigador de Negocios y Derechos Humanos de Amnistía Internacional. «El glamuroso escaparate de la tienda y todo el marketing de las tecnologías suponen un cruel contraste con los niños llevando sacos de rocas y mineros en estrechos túneles hechos a mano exponiéndose a daños pulmonares irreversibles».
Huayou Cobalt y CDM procesan el cobalto antes de venderlo a tres fabricantes de componentes de batería de móvil en China y Corea del Sur, según los documentos a los que las organizaciones han tenido acceso. Estos fabricantes de baterías aseguran que son proveedores de empresas de tecnología y automóviles como Apple, Microsoft, Samsung, Sony o Volkswagen.
Amnistía Internacional contactó con 16 multinacionales listadas como clientes de estas empresas. Una de las compañías admitió la conexión, cuatro fueron incapaces de decir si compran o no cobalto de la República Democrática del Congo o de Huayou Cobalt, seis aseguraron estar investigando, cinco negaron usar cobalto de la empresa china a pesar de figurar como clientes en los documentos de las fabricantes de baterías; y dos de las multinacionales desmintieron usar cobalto con origen en la RDC.
De manera reveladora, apuntan desde las ONG, ninguna aportó información que permita verificar de forma independiente de dónde procede el cobalto que emplean en sus productos.
«Es una paradoja enorme que en la era digital algunas de las compañías más ricas e innovadoras puedan vender dispositivos increíblemente sofisticados sin ser requeridas para mostrar de dónde obtienen la materia prima para sus componentes», explica Emmanuel Umpula, Director Ejecutivo de Afrewatch.
La República Democrática del Congo produce al menos la mitad del cobalto en el mundo. Uno de los mayores procesadores en el país es CDM, la filial de Huayou Cobalt, que aporta a la empresa matriz más del 40% del cobalto con el que ésta trabaja. Al menos 80 mineros que trabajan en esta zona murieron entre septiembre de 2014 y diciembre de 2015.
Los investigadores de Amnistía Internacional y Afrewatch entrevistaron a 87 mineros y exmineros, 17 de ellos niños, de cinco minas del sur del país.
Los niños aseguraron que trabajan hasta 12 horas al día en las minas, moviendo cargas pesadas, por menos de dos dólares. En 2014, aproximadamente 40.000 menores trabajaban en las explotaciones del sur de la RDC, según UNICEF, la mayoría de ellos extrayendo cobalto.
Paul, un niño huérfano de 14 años, empezó a trabajar a los 12, contó a los investigadores que pasar mucho tiempo bajo tierra le hace estar constantemente enfermo. «He llegado a pasar 24 horas en los túneles, llegaba por la mañana y salía a la mañana siguiente. Mi madre adoptiva quería que fuese al colegio pero mi padre adoptivo no, me hacía trabajar en la mina», lamenta.
«Los daños a la salud y los riesgos de seguridad hacen que la minería sea una de las formas más terribles del trabajo infantil. Compañías con unos beneficios de 125.000 millones no pueden afirmar de manera creíble que son incapaces de saber de dónde proceden los minerales clave en sus producciones», denuncia Dummett.