El Comando aeroespacial de los EEUU 1.- El «destino manifiesto» La historia imperial de los Estados Unidos comenzó muy pronto. Con la llamada «Conquista del Oeste», los colonos comenzaron a ocupar tierras ajenas como si fuesen propias o, mejor dicho, tierras cuya expropiación era una decisión personal. grupal, o del VII de Caballería. El despojo […]
1.- El «destino manifiesto»
La historia imperial de los Estados Unidos comenzó muy pronto. Con la llamada «Conquista del Oeste», los colonos comenzaron a ocupar tierras ajenas como si fuesen propias o, mejor dicho, tierras cuya expropiación era una decisión personal. grupal, o del VII de Caballería. El despojo estaba avalado por la providencia divina bajo la fórmula popularizada del «destino manifiesto«.
La apología de la conquista y el exterminio fue realizada indirectamente. La cultura puritana arraigada en la población blanca y su exigencia de tierras lo exigía. William Prescott en dos de sus dos obras principales: Historia de la conquista de México» e «Historia de la conquista del Perú«, justificó la conquista española de estos dos imperios. Lo hizo con un tratamiento demoledor de estas dos culturas: mesoamericana y andina. Para el minucioso historiador Prescott eran culturas terminales, destinadas a desaparecer. Bajo esas premisas hizo un falseamiento total de la historia de su conquista.
Los indígenas no tenían más que dos caminos: o adaptarse a los nuevos conquistadores, o resistirse y terminar en el exterminio con la utilización por sus enemigos de todos los medios posibles: la guerra con el empleo de armas más poderosas, el engaño, la tortura, el aperreamiento, los trabajos forzados y la encomienda; y la hoguera cuando se negaban a aceptar a los nuevos dioses. La práctica venía ya de las Antillas. Tanto los aztecas como los incas fueron traicionados por los españoles, masacrados sin piedad y rápidamente esclavizados.
«Estaban fuera de su tiempo histórico», como, explicaría Prescott. Con el mismo argumento, pero con más razones aún, diría lo mismo de los «indios» abatidos, echados de sus tierras; y encarcelados en sus «reservas» a cielo abierto por el gobierno de los Estados Unidos.
En uno y otro caso aparecía el desprecio, aún encubierto por una retórica renacentista y cruel o una denuncia cristiana del exterminio (visible en el debate entre Fray Bartolomé Las Casas y Juan Ginés Sepúlveda); y un sentimiento romántico y novelero como el de Prescott.
En México fueron exterminados en las minas de plata de Guanajuato, y en el Perú en la búsqueda temporal de oro y más tarde en la minería de plata y de mercurio (azogue), mediante la mita minera -una forma de trabajo esclavo, con frecuencia colectiva, periódica y que se ajustaba a la etapa productiva de un trabajador indígena.
En Estados Unidos, la práctica generalizada del saqueo, la ocupación de tierras y el «pago de cabelleras» a los cazadores de indios, surgió de este periodo de expansión puramente colonial en la que los «indios» fueron tratados como salvajes irracionales y empujados hacia el oeste y el sur. La consideración de los aborígenes como bestias sin cultura, la quema de poblados y el asesinato de los pobladores de América siguieron esa tónica.
2.- El ADN imperial de los EEUU. El derecho de los árboles
«El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.» (John L. O’Sullivan 1845. Democratic Review).
La frase fue empleada por primera vez en un artículo en el que O’Sullivan apoya la incorporación de Texas, como estado, a los EEUU. Recordaré aquí que este enorme territorio pertenecía a México y había sido invadido por algunos centenares o miles de colonos procedentes de los Estados Unidos: un país en plena expansión colonialista o, si se prefiere, imperialista. Poco después, los invasores -que habían derrotado militarmente, y con un ejército de voluntarios, al ejército mexicano con ayuda en armas y dinero de Washington-, crearon un estado «independiente», de transición, presidido por San Houston. Poco después Texas se incorporaría al grupo de estados que conformaban la Unión.
La doctrina del «destino manifiesto» fue creada para generalizar la idea de que la expansión o intervención era no solo una cuestión relacionada con un irrenunciable «mandato divino«, que justificaba la conquista de territorios por los EEUU en el continente; sino también, un medio para poner en evidencia que la injerencia en cualquiera de las formas en que se produjese (y fueron muchas a lo largo de la historia de esta nación imaginativa en estas cuestiones), tenía como pretexto el de resolver todos los conflictos hemisféricos, de una manera «razonable», es decir, coherente con los intereses de los Estados Unidos. Todo ello para generalizar el modelo y los conceptos políticos, económicos y sociales siguiendo los criterios de Washington. El naciente imperio, introduce, bajo el pretexto de la protección o la ayuda, la «necesidad de intervenir«.
3.- Del «destino manifiesto» a la «necesidad imperiosa de intervenir»
Como veremos más adelante, el concepto de «destino manifiesto» no es tan arcaico como pretenden algunos. Su rápida y sencilla formulación ha hecho que se emplee en todas las últimas intervenciones de los Estados Unidos. El ejemplo evidente es el de Venezuela y su revolución, tanto en la época de Chávez como en la de Maduro. En su estado más extremo el «pretexto mencionado» se convierte en un factor ideológico permanente: el de «la «creencia» en la legitimidad permanente de la intervención. Tal «creencia» es muy coherente con su origen protestante y puritano de los EEUU. Los argumentos semirreligiosos de O’Sullivan tienen su origen en los criterios y la voluntad expansionistas de John Quincy Adams, uno de los primeros presidentes y «padres fundadores» de la república y luchadores de la independencia.
El «destino manifiesto» se refería directamente a una «misión divina» que llamaba a proclamar y hacer efectivo (bajo la demanda de los EEUU), su sistema de «democracia representativa» y moderada, la importancia de los derechos y libertades individuales (excepto la de los indios, negros, mulatos y mestizos), y la existencia de un sistema federal y tres poderes contrapuestos y equilibrados a nivel estatal y estatal.
La creencia llevaba consigo, en una nación en rápido crecimiento, las bendiciones para una expansión en todo el continente americano, y la posibilidad de coacción para conseguirlo aún cuando el periodista irlandés (O’Sullivan), se empeñaba en que el proceso de expansión sería «a petición de los países interesados» y siempre bajo la mirada bobalicona u ausente del gobierno y de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que ejercerían el papel de testigos mudos.
En realidad, el mencionado periodista, apuntaba a que esta creencia en el «destino manifiesto» representaba un auténtico «reclamo», de naturaleza casi existencial, que garantizaba la futura dependencia política de los países latinoamericanos, la liquidación de su soberanía, y la exclusión de las demás potencias coloniales: España, Inglaterra y Francia de los asuntos continentales. Como veremos a lo largo de este artículo O’Sullivan no estaba muy descaminado en lo que se refiere a las intenciones expansionistas de la futura gran potencia.
Lo estaba -deliberadamente, por supuesto- en lo que se refiere al deseo de los pueblos que se habían independizado en Latinoamérica; y en la posibilidad de expansión pacífica. El deseo de incorporarse a la Unión no fue un deseo ardoroso de los pueblos sino de las élites.
«El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.». Nada menos, aunque sea dicho por un periodista irlandés. El experimento no sería finalmente tan deseado como él pensaba.
Para completar el desvarío sobre la bondad y la eficacia de la «providencia divina«, incluso la transmitida por periodistas como O’Sullivan, añadía en uno de sus artículos que los que vivan en otros lugares comprenderían las ventajas de la anexión y la buscarían voluntariamente.
4.- La Doctrina Monroe
La Doctrina Monroe que se fusionó rápidamente con la anterior, intentó hacer pública la intención de los EEUU de no permitir que ninguna potencia exterior al continente frustrase su intención de expandirse por él. Era la época en la que Inglaterra y Francia se disputaban los restos coloniales que habían dejado antiguas potencias como España y Portugal.
Fue claramente formulada por el Presidente James Monroe en el mensaje anual al Congreso el 2 de diciembre de 1823. En él señaló que no admitirían la intromisión europea en el continente americano, y cualquier intento de ocupar o invadir algún país sería calificado como acto de guerra y, como tal, sería respondido por los EEUU.
5- La suma multiplica
La suma del «destino manifiesto» y la «Doctrina Monroe» sería tratada como un verdadero título de propiedad sobre los países de América Latina; que incluía la determinación del sistema económico, político e ideológico de todos los países del continente. La práctica correspondiente a esta fusión doctrinal sería la definida por Teodoro Roosevelt como la relación determinada por la «zanahoria y el palo» que culminó en la teoría del Gran Garrote o Big Stick que suponía el uso de la fuerza contra los países que se negasen a aceptar las siempre «generosas» ofertas de los EEUU.
El uso de la fuerza con la política de las cañoneras, el desembarco de los marines, o la intervención militar, acompañó, como amenaza irresistible, la política de dominio económico en América Latina.
6.- Resumen de valores y mandatos asumidos por el Imperio en desarrollo
En esa primera fase de la formación del Imperio de los EEUU la élite norteamericana y las élites locales, en el marco de un mercantilismo y de un capitalismo proteccionista asumirán un complejo sistema de valores cuyos elementos comunes pueden simplificarse de la siguiente forma:
-Saqueo y ocupación de tierra y bienes ajenos como si fuesen propios, en nombre de Dios o del «destino manifiesto», es decir: irrefutable.
-Expulsión o marginación de los pueblos originarios; control político, económico y social de América Latina. Dominio directo o a través de una oligarquía dominante dependiente de los Estados Unidos. Para ello el gobierno de los EEUU está intentando promover golpes de estado o introducir gobiernos antipopulares con intervenciones directas en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua. En otros países como Honduras, Brasil, Paraguay, su esfuerzo se centra en sostener a gobiernos que se han implantado mediante distintos modelos injerencistas, que han promovido golpes utilizando rupturas institucionales, con la participación de órganos representativos y aparatos judiciales para derribar Presidentes. En todos estos casos con apoyo económico, mediático y diplomático de Washington y sus agencias desestabilizadoras.
-Finalmente, los golpes de estado se realizan desde el mismo poder, como en Chile, y Haití países en los que el poder político dictatorial está resistiendo, por el momento, la revuelta de las masas populares en rebelión; después de una larga etapa de desmovilización y desorganización.
La persistencia de la revuelta en Chile hace presumir la consolidación y ampliación de la autoorganización de las masas populares, de los jóvenes y de los trabajadores en organizaciones de clase. Todo ello a pesar de la desorientación de los partidos de izquierda, particularmente de algunos sectores del PCCh y de la casi totalidad del partido socialista de Bachelet. El vínculo de esta última con los EEUU, la OEA, el Grupo de Lima y el fascismo venezolano es evidente; y está bien documentado.
7.- En Chile Transición-Concertación y explotación «a la española»
Esto ha ocurrido después de una etapa en la que la Concertación ha intentado integrar, con notable éxito, la lucha de clases en un sistema de conformismo social -fabricado y sostenido desde el poder-, con una inmensa y creciente desigualdad y explotación capitalista. La izquierda, como en la Transición española, ha sostenido el mito de la inexistencia de la lucha de clases y de la posibilidad de ascenso social en uno de los países más desiguales de América Latina.
-Control económico de los recursos naturales, de las materias primas fundamentales para la industrialización y las que tienen un carácter estratégico. Regulación de los mercados, apropiación de las materias primas e implantación de tratados de Libre Comercio.
-Creación y perfeccionamiento de los mecanismos de poder y de intervención militar o a través de otros instrumentos de dirección estatal o continental como la OEA, las embajadas, la CIA, la DEA, las Fundaciones: ONG, USAID, NED y otras agencias dependientes de la Secretaría de Estado, la de Defensa, o la del Tesoro; así como de decenas de institutos y fundaciones dependientes de los partidos políticos estadounidenses o de sus grupos de presión. En los últimos meses autoridades autonombradas han tratado de activar al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) en el que los Estados Unidos están intentando buscar un instrumento militar que favorezca la intervención militar.
-Control absoluto de los medios de comunicación de todo tipo (Falsimediai) convertidos en instrumentos de propaganda interior y de formación programada de la opinión pública dentro y fuera de los Estados Unidos.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) -utilizada con frecuencia por los EEUU y sus aliados títeres-, para las denuncias referidas al «control antidemocrático» de los medios de comunicación públicos o comunitarios en estados que han alcanzado la soberanía, agrupa a los propietarios de los medios casi exclusivamente ocupados por el sector privado. Su parcialidad es absoluta, como lo es en aspectos de interferencia política o económica la OEA o grupos de estados creados ad hoc como el Grupo de Lima.
-Privatizaciones e implantación de un sistema neoliberal
De manera inmediata a los golpes militares o cívico-militares el capitalismo neoliberal que los convoca reclama la vuelta atrás de los procesos de nacionalizaciones así como de la implantación de servicios públicos esenciales: salud, educación, alimentación, empleo, salarios dignos, para todos, así como una política cultural e informativa que alcance a todo el pueblo, fundamentalmente a los más humildes; que han realizado los gobiernos socialistas.
-En el sistema político que implantan los golpes militares o cívico-militares con dirección fundamental del imperialismo se destruyen todas las instituciones que han permitido el avance rápido de un modelo de participación política directa a todos los niveles, de democracia representativa y participativa; y de democracia comunal o de organizaciones populares.
-La destrucción de las instituciones puede ser inmediata y total, como en Venezuela después del golpe de abril de 2002; o más lento, informal y también violento como el que ha ocurrido en Bolivia en las últimas semanas.
8.- El sistema político y represivo será el fascismo
-El sistema político resultante será el fascismo, con dependencia neocolonial al neoliberalismo; y política al imperialismo. Su instrumento de poder será creado como consecuencia de la intervención militar directa o indirecta de los EEUU; o de los países u organizaciones satélites en el continente. Si es posible se utilizarán organizaciones político-militares como la OTAN.
-El sistema represivo se apoyará en «fuerzas de tarea locales», «militares cívico-militares». Los EEUU proporcionarán los métodos represivos, incluida la tortura y el asesinato, como hicieron en el chile de Pinochet, en la Argentina de la Junta Militar, con la Operación Cóndor a nivel continental y el adiestramiento en la Escuela de las Américas o en otros centros substitutorios de la CIA o el Pentágono.
-La cultura del enemigo es una cultura terminal, superada por la historia, llamada a desaparecer dentro del modelo neoliberal.
Nota:
La primera parte de este artículo fue publicada en EL OTRO PAÍS NÚMERO 91 Noviembre de 2019 (Edición en papel). Párrafos 1 a 5. 13/12/2019
i Falsimedia es el conjunto orgánico y funcional, creado para la creación y divulgación de la «opinión pública». La opinión pública generalizada es, en gran parte una formación mediática.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.