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Asamblea General de las Naciones Unidas

Crisis de credibilidad y legitimidad

Fuentes: IPS

La ONU recibió esta semana duros golpes de jefes de Estado y de gobierno al inaugurarse la 61 sesión de su Asamblea General, lo cual deja en evidencia que la crisis de credibilidad del foro mundial ha degenerado en una crisis de legitimidad. Varias intervenciones apuntaban a la reforma de la ONU (Organización de las […]

La ONU recibió esta semana duros golpes de jefes de Estado y de gobierno al inaugurarse la 61 sesión de su Asamblea General, lo cual deja en evidencia que la crisis de credibilidad del foro mundial ha degenerado en una crisis de legitimidad.

Varias intervenciones apuntaban a la reforma de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), o incluso a una «refundación», como propuso el presidente venezolano Hugo Chávez. Los ataques más duros fueron para el Consejo de Seguridad.

«Es triste que el Consejo no tomara a tiempo medidas para detener la masacre y la destrucción indiscriminada de la infraestructura civil en Líbano, todo por los descarriados intereses nacionales de una superpotencia», se quejó el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe.

El mandatario africano aseguró «no es sostenible» el rol actual del Consejo, dominado por los cinco poderosos países con poder de veto sobre sus resoluciones (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia).

El Consejo de Seguridad está conformado por 15 países, 10 de los cuales cambian periódicamente de acuerdo con criterios de representatividad regional. Este órgano está a cargo, fundamentalmente, de garantizar la paz y la seguridad en el planeta.

En cambio, la Asamblea General está integrada por los 193 países miembros de la ONU, y todos ellos tienen un voto.

Ciertos ataques duros contra la operativa del foro mundial procedieron de los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, Mahmoud Ahmadinejad, de Irán, y Omar Hassan Al-Bashir, de Sudán.

Otros golpes más suaves fueron propinados por el sudafricano Thabo Mbeki y por el primer ministro de Italia, Romano Prodi, que cuestionaron la credibilidad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) o pidieron una reestructura radical del Consejo de Seguridad.

«Lo que aquí comenzó a ocurrir en 1945, terminando la Segunda Guerra Mundial, colapsó, no tiene salvación», dijo Chávez en referencia a la ONU, fundada al cabo de aquella conflagración. «Es necesario que la refundemos», pues «no acepta reforma alguna, la enfermedad es mortal», agregó.

El presidente venezolano reclamó al secretario general del foro mundial, Kofi Annan, el establecimiento de un comité de líderes mundiales a cargo de crear una nueva organización que reemplace al sistema de las Naciones Unidas.

Chávez describió las masacres en Iraq como un «genocidio», y responsabilizó a Estados Unidos y Gran Bretaña por la tragedia en ese país.

El iraní Ahmadinejad también se refirió al papel cumplido por esas potencias.

«Si los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, cometen agresiones, ocupaciones y violaciones del derecho internacional, ¿qué órgano de la ONU podría llamarlos a la responsabilidad?»

«¿Puede un Consejo con miembros privilegiados atender las violaciones que éstos cometan? ¿Eso ocurrió alguna vez?», se preguntó Ahmadinejad, para quien el órgano ejecutivo es usado sólo para garantizar la seguridad y los derechos de algunas grandes potencias.

«Pero cuando los oprimidos son diezmados por los bombardeos, ¿puede el Consejo permanecer inmóvil y ni siquiera reclamar un cese del fuego?», se lamentó el mandatario.

Ahmadinejad se refería a la negativa del Consejo de Seguridad a actuar al comienzo de la devastación de Líbano a manos del ejército israelí en agosto.

El sudanés Al Bashir, cuyo gobierno afronta acusaciones de genocidio en Darfur, desafió abiertamente al Consejo de Seguridad al advertirle que rechazaría «categórica y totalmente» una fuerza de paz de 20.000 uniformados, propuesta en el foro mundial.

Al Bashir pretende que en Sudán permanezca la actual fuerza de 7.000 soldados de la Unión Africana a cargo de mantener la paz en Darfur. Para el presidente, la incorporación de otro contingente extracontinental constituiría un intento de recolonización de su país.

Por su parte, Prodi llamó a la comunidad internacional a restaurar el papel central de la Asamblea General «como principal órgano de toma de decisiones, representación y fijación de políticas de la ONU».

También llamó a renovar los esfuerzos por la reforma del Consejo de Seguridad, proceso que comenzó hace dos decenios sin arrojar resultado alguno.

El sudafricano Mbeki lamentó la incapacidad de la ONU de cumplir con algunos de los objetivos de sus fundadores, porque la organización no reflejaba la expansión de la familia global. «La organización necesita ser reformada urgentemente», advirtió.

Incluso Annan se vio obligado a admitir que «el mundo cambió dramáticamente desde 1945, y el Consejo de Seguridad también debe cambiar».

«Sin una expansión de su base de poder, es difícil percibir cómo cubriremos las demandas que nos formulan los estados miembro, en particular en el área del mantenimiento de la paz», coincidió.

«Es cada vez más claro que la crisis de credibilidad del Consejo se está convirtiendo en una crisis de legitimidad», advirtió el editor de la revista Middle East Report, Mouin Rabbani.

El factor más importante de tal crisis es el fracaso en atender varios acontecimientos, el más reciente e importante de los cuales fue la guerra de Líbano.

Rabbani consideró que las críticas al Consejo también se refieren al modo en que sus miembros permanentes tratan tanto a la ONU como también a este órgano cuando no satisfacen sus intereses. Ése fue el caso de Estados Unidos cuando planificaba la invasión a Iraq, recordó.

«El problema es que hubo varias propuestas para reformar el Consejo, algunas encargadas por la propia ONU a comités de estadistas y expertos respetados, pero, en última instancia, no se hizo nada por la reticencia de los propios miembros del cuerpo», añadió.