«Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, […]
El pasado 11 del presente mes y año, la Cámara de Senadores del Paraguay juzgó y sentenció a uno de sus miembros, al senador Paraguayo Cubas. La sentencia, sin argumentación ni tipificar sobre la acusación, consiste en su suspensión por 60 días sin goce de sueldo.
Si bien es cierto que el senador Cubas discurre un comportamiento atípico de lo que se espera de él: Buenos modales, aceptación complaciente, individualismo y corporativo, no es menos cierto que, pese a su profesión de abogado, no soporta el menor atisbo de hipocresía, desdeño hacia los intereses de la ciudadanía, sumida en la pobreza e injusticia social.
Según señala la crónica periodística de tal suceso político nos narra que «El senador Juan Carlos Galaverna, proponente de la suspensión, dijo al inicio de esta sesión que no necesita explayarse mucho en argumentos, pues «todos ya conocemos las razones«. Acotó que «no hizo campaña para lograr la sanción a su colega, pues queda bajo conciencia de cada uno».
También se anotó que «durante el debate, el senador Cubas y el senador Galaverna volvieron a ser protagonistas de un incidente que casi llegó a los puños, luego de que el primero le derramara agua al senador del partido colorado». Cualquier semejanza con un circo romano, es pura y rara coincidencia, pero, sin embargo, describe la degradación institucional que evidencia el accionar del senador Cubas. Esa es otra de su «culpa», evidenciar lo oculto.
Estamos ante un hombre con larga trayectoria, desde sus tiempos de estudiante, en aras de justicia. Estamos en presencia de un hombre con enorme capacidad de asombro sobre la corrupción institucionalizada. Estamos en presencia de un hombre que con su sola presencia interpela a los deshonestos, armado con su enorme decoro.
Referenciamos sobre el actual senador en «La larga marcha patriótica paraguaya» http://www.rebelion.org/
Por nuestra parte, anteriormente, dimos cuenta del accionar de este hombre singular y su acción política en la búsqueda del despertar de conciencias adormiladas aún por la tiranía más cruel de América Latina, la dictadura stronista que pervive con los neos-stronistas actuales y sus aliados, quienes se atrevieron a juzgarlo y condenarlo.
¿Qué es lo que está en juego? El pasado político que se resiste a desintegrase y el presente político realmente democrático. Un proceso lento y doloroso, con altibajos, con luz y sombras, pero claramente en marcha. L a tiranía parlamentaria está asustada.
Tal proceso, no está libre de conspiraciones y traiciones. No está libre de asechanzas y amenazas, dado los intereses en pugna. Mientras tanto, miles de paraguayos de adentro y fuera del Paraguay envían su solidaridad al senador Cubas.
Quieren y pretenden acallar una voz alta que interpreta el sentir del ciudadano de a pie, del trabajador, del campesino, del inmigrante que desea fervientemente regresar al terruño.
Claro que estos episodios pueden ser interpretados desde muchos puntos de vista, el sociológico aparece como el más adecuado, sin embargo, la historia paraguaya reclama para sí un punto clave: La revolución del Dr. Francia y los López la que fuera ahogada en sangre y fuego por la Triple Alianza en el siglo XIX y que sin dudas, clama su reconstrucción histórica.
El alegato del abogado senador Cubas ante la acusación fue categórica, sostenido en pruebas, leyes y preceptos constitucional, argumentó sólidamente y derribó las confusas acusaciones. El pueblo agredido y esperanzado, vibró con su cierre: «Hagan lo que quieran conmigo. Hagan lo que quieran».
Un hombre libre al fin.
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