Entrevistamos a Rafael Poch-de-Feliu , analista internacional. Durante treinta años ejerció como corresponsal del periódico La Vanguardia en Moscú (1988-2002) y Pekín (2002-2008). Luego fue corresponsal en Berlín, hasta 2014. En enero de 2018 fue despedido como corresponsal de La Vanguardia en París. Actualmente mantiene un blog semanal dedicado a temas internacionales. Autor de varios […]
Entrevistamos a Rafael Poch-de-Feliu , analista internacional. Durante treinta años ejerció como corresponsal del periódico La Vanguardia en Moscú (1988-2002) y Pekín (2002-2008). Luego fue corresponsal en Berlín, hasta 2014. En enero de 2018 fue despedido como corresponsal de La Vanguardia en París. Actualmente mantiene un blog semanal dedicado a temas internacionales.
Autor de varios libros, entre ellos se encuentran: Tres Preguntas sobre Rusia (Icaria, 2000), La Gran Transición (Rusia 1985-2002) (Crítica, 2003), La Actualidad de China. Un mundo en crisis, una sociedad en gestación (Crítica, 2009) y La quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo (Icaria, 2013). Su último libro es Entender la Rusia de Putin (Akal, 2019).
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¿Cuál ha sido la intención de EEUU con un acto como el asesinato del general Soleimani?
En primer lugar no ha sido una improvisación impulsiva de Trump, ni una reacción ante los últimos eventos en Irak, sino una decisión que el estado mayor neocon preparaba hace tiempo, tal como explicaba The New York Times en su edición del día 12.
El General viajó a Bagdad en un vuelo regular y con pasaporte diplomático. No era una visita «conspirativa». El primer ministro iraquí ha explicado que Soleimani venía para recibir un mensaje saudí trasmitido por los iraquíes que actuaban como mediadores en lo que parece era un dialogo para el deshielo entre Teherán y Ryad. No creo que a Washington le gustara ese diálogo y los motivos son claros.
Estados Unidos obtiene a través de su control del petróleo saudí mucho dinero para cubrir los déficits derivados de su enorme gasto militar y apuntalar el dólar vía el comercio petrolero. Además, utiliza a los ejércitos musulmanes integristas, cuya fábrica ideológica es la Universidad de Medina exportadora mundial de wahabismo, para combatir a sus adversarios: Estado Islámico, Al Qaeda, guerrilla chechena contra Rusia, yihadismo uigur contra China, etc. Hay que pensar que en la fábrica wahabita de clérigos integristas de Medina los saudíes se gastan cada año tanto como en defensa. A grandes rasgos la tropa yihadista es un aliado de Washington. Así, como dice Michael Hudson, dos grandes poderes fácticos de Estados Unidos, el lobby petrolero y el complejo militar-industrial, obtienen enormes beneficios de los saudíes. Si, como ha ocurrido, éstos otean la posibilidad de cambiar ese estatuto, por ejemplo abriéndose a nuevas combinaciones y jugadas lanzadas desde China, en Washington se encienden las luces rojas.
Soleimani fue hábil batiendo al Estado islámico en Irak. Tuvo también una importante contribución en la derrota del plan para derrocar al régimen de El Asad en Siria. Además, fue clave en la consolidación del eje chiíta que va desde el Líbano de Hezbollah hasta Irán, pasando por los alawitas de Siria y el gobierno de Irak. Es decir: que su asesinato tiene un claro sentido, tanto de respuesta ante todos los últimos reveses de Estados Unidos en la región, como para la estrategia general de defensa del poder global americano vía el control del petróleo, la venta de armas y el fomento de la violencia militar en Oriente Medio.
Días antes del ataque, se había producido algo también inédito: operaciones navales conjuntas entre Irán, China y Rusia. ¿Como juega el enfrentamiento con Rusia y China a nivel global en las últimas decisiones de EEUU?
Estados Unidos quiere sumar al estatuto que tiene con las monarquías del Golfo, el firme control del petróleo de Irán e Irak y poner un régimen sumiso en Damasco, pero de momento no le está saliendo bien y hay dudas de que lo consiga. Además están las dudas de los saudíes.
Los misiles de crucero iraníes Hoveizeh utilizados la semana pasada en el moderado ataque de respuesta a las bases de Irak con la aparente intención de no causar gran estropicio, no han podido ser interceptados por los sistemas Patriot que, lógicamente, estaban en estado de máxima alerta tras el asesinato de Soleimani. Esos misiles iraníes tienen un alcance superior a los 1.300 kilómetros y podrían destruir el complejo petrolero saudí. Eso debe dar que pensar en Ryad.
Además, en una región pacificada, el proyecto chino de Nueva Ruta de la Seda (Belt and Road) tendría una gran apuesta por Oriente Medio. Recordemos que el poder global de Estados Unidos tiene en el ascenso de China su mayor desafío. Países como China, Rusia, Irán, Venezuela y muchos otros, trabajan intensamente para independizarse comercialmente del dólar -un propósito que Lula da Silva fue el primero en formular y que según él mismo fue el principal motivo de su encarcelamiento. También dan pasos para independizarse de la industria digital de telecomunicaciones americana que lleva incorporada la técnica de espionaje de la NSA, tal como nos explicó Snowden. Esas son las dos grandes batallas actualmente en marcha entre las potencias emergentes y el hegemonismo.
No me hago demasiadas ilusiones acerca de la Nueva Ruta de la Seda que es un proyecto de inversiones crematísticas y desarrollistas que exportará la sobrecapacidad industrial, los capitales y las emisiones de China, pero es un hecho que internacionalizará la moneda china como alternativa al dólar y que esa estrategia es la única alternativa global que los americanos ven dibujada en el horizonte contra su poder. Muchos países se suman a este esquema chino de integración mundial no militarista. Hasta la UE abre tensiones con Washington por Huawei y su tecnología 5-G. Las maniobras militares conjuntas que citas son una consecuencia de esta situación general. Irán es un gran suministrador de energía para China, y de Asia Oriental, y las empresas asiáticas ya experimentan el chantaje de las sanciones de Estados Unidos.
La petrolera china CNPC se retiró el año pasado de un acuerdo gasístico con Irán. Varias navieras chinas han sido sancionadas por Estados Unidos. Esta semana el ministro de finanzas americano, Steven Mnuchin, ha adelantado que habrá más sanciones, «contra China y contra cualquier otro en el mundo que quiera continuar haciendo negocios con Irán». Respecto a las empresas europeas, todas se han ido de Irán. El propósito es asfixiar a Irán. Las consecuencias de las sanciones no son menos dañinas que las bombas y los misiles. Cuando se levantaron las sanciones de Estados Unidos por el contencioso nuclear, la economía iraní registró un crecimiento del 12% en 2016. Ahora, una vez restablecidas y endurecidas por Trump se ha desmoronado a un -10% en 2019. En un año su moneda ha perdido el 80% de su valor, la clase media se está encogiendo, la vital exportación de petróleo ha caído un 80%. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha dicho que «la situación para el pueblo iraní es hoy mucho peor y estamos convencidos de que eso hará que la gente se levante y que cambie el comportamiento del régimen». La gente ya se ha levantado: desde el otoño el régimen ha matado a unos 300 manifestantes en las protestas por el deterioro de la vida y la carestía.
El domingo 5 de enero, mandatarios de las tres principales potencias europeas, Angela Merkel, Emmanuel Macron y Boris Johnson, divulgaron su declaración conjunta. En ella el asesinato de Soleimani ni siquiera era mencionado. ¿Qué piensas de la posición de Europa?
No solo no se mencionaba el asesinato, ni el tremendo atropello a la ley internacional que supone matar a una de las principales personalidades de un país cuando se encontraba en territorio de un país amigo y en misión diplomática, algo equivalente a una declaración de guerra, sino que el comunicado denunciaba «el papel negativo de Irán» y le llamaba a «abstenerse de más violencia». Johnson le dijo a Trump que «no lamentamos la muerte» (de Soleimani). Macron condenó el papel «desestabilizador» de las fuerzas dirigidas por el General. El ministro de exteriores alemán, Heiko Maas, añadió que Soleimani, «había dejado un rastro de sangre y devastación por Oriente Medio» y que «la Unión Europea tenía buenas razones para tenerle en su lista de terroristas». Todo esto es demencial porque cualquier observador independiente se da cuenta de que la acción de Irán en la región ha sido y es eminentemente reactiva-defensiva, no orientada a cambios de régimen sino ayudando a sus aliados en Siria, Yemen e Irak junto a sus inmediatas fronteras. No tiene nada que ver con la obvia la responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados en la última ola de devastación de la región, a 11.000 kilómetros de territorio americano, desde Irak hasta Siria pasando por Libia y Yemen, con su millonaria mortandad. Con la vergonzosa declaración del 5 de enero, la Unión Europea confirma lo que ya sabíamos: que no tiene política exterior más allá de la que se deriva de su condición de «ayudante del Sheriff».
¿Qué dimensión tiene, en este contexto, el rearme de los ejércitos y la mayor inversión en equipamiento militar a nivel global?
Es una tragedia universal si tenemos en cuenta las urgencias del momento histórico en el que la humanidad se juega su futuro en los tres grandes retos del siglo: atajar el calentamiento global, la proliferación de recursos de destrucción masiva y la desigualdad social y regional. En ese contexto, Estados Unidos acaba de aprobar el mayor presupuesto militar de la historia: 738.000 millones de dólares, infame enormidad que «será dolorosamente sustraída de la batalla contra el calentamiento global y los efectos de la austeridad neoliberal», en palabras de Wolfgang Streeck.
¿Y cómo ves la estrategia de Alemania, frente a los nuevos enfrentamientos globales? Tú escribiste que existe una cierta «esquizofrenia alemana», tender puentes económico-comerciales con países como Rusia, China e Irán, mientras mantiene la subordinación militar hacia Estados Unidos que destruye esos mismos puentes. ¿Cuáles son las contradicciones que Alemania no puede terminar de resolver?
Una de las principales es su debilidad militar. Un reciente y extenso estudio de la Stiftung Wissenschaft und Politik, uno de los principales centros de pensamiento del establishment alemán, titulado «El papel de la OTAN para la defensa de Europa», explica con bastante claridad el sentido de esta esquizofrenia. La simple idea es que para poder romper con el actual esquema subordinado a Washington en materia de defensa, las potencias europeas deben antes rearmarse y hacerse fuertes militarmente. El problema aquí es la sociedad alemana: continua siendo bastante alérgica al militarismo nacional, pues aún recuerda a donde condujo su anterior apogeo. Otro problema son los diferentes intereses geopolíticos de Francia, interesada en el norte de África y el Sahel, y Alemania, enfocada hacia su patio trasero en Europa Oriental. Así que supongo que el establishment alemán contempla la emancipación militar europea de Estados Unidos como una cuestión a largo plazo que no se puede conseguir enseguida. Mientras tanto, están instalados en esa esquizofrenia: compaginan las intensas relaciones económicas con Rusia y China, con la observancia de las sanciones y las tensiones militares que impone Washington y que destruyen esas mismas relaciones.
Por último, has publicado varios artículos sobre Francia en el último tiempo. La huelga del transporte y otros sectores lleva ya 40 días, un desafío sin precedentes al gobierno de Macron. En un artículo reciente, explicas que no se trata solo de la reforma de las pensiones, sino de «todo su mundo», como cantan en las manifestaciones. ¿Cuál es el trasfondo social profundo que está detrás de la protesta obrera y popular?
La huelga de Francia es lo más importante que está ocurriendo en la Europa de hoy. Es el único lugar donde hay un cuestionamiento de la política neoliberal de destruir el sector público. Detrás de ese movimiento está la experiencia de tres décadas de degradación de la vida en uno de los países occidentales con la tradición social más rica. Es algo mucho más potente que la traicionada y digna revuelta griega contra la austeridad, y desde luego, mucho más maduro que el 15-M español, que pese a la gran ventana de oportunidad que existía en el país solo ha desembocado en la formación de un gobierno en el que las fuerzas de cambio apenas disponen del 10% de las acciones y van a estar condenadas al marco que los medios de comunicación españoles anuncian para el nuevo gobierno: «Cataluña, la justicia y batallas culturales serán los frentes de la legislatura», como adelanta el titular de La Vanguardia…
A diferencia de España o Grecia, Francia es un país central en la Unión Europea, capaz de emitir impulsos de contagio. Y su Estado republicano todavía es menos débil que la mayoría de los Estados nacionales de Europa cuya soberanía ha sido corroída por el neoliberalismo al servicio del capital transnacional con centro en Estados Unidos. Como la Unión Europea es la institución del neoliberalismo por excelencia en esta parte del mundo, es muy posible que si la protesta francesa prospera, acabe cuestionando las instituciones de la UE. Creo que es bueno que las naciones de Europa mantengan un vínculo integrador entre ellas, pero no veo forma humana de «democratizar» las instituciones de la UE (como por ejemplo pretende Yannis Varufakis) que fueron diseñadas como autopista neoliberal y antidemocrática. Francia es la que está más cerca de esa necesaria deconstrucción liberadora de la UE, cuyo marco solo pueden ser los estados nacionales. Sin cambios ahí, Europa no aportará nada positivo al complicado mundo que se dibuja. Por eso creo que si no pasa nada en Francia, no pasará nada en Europa.