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Disparates de la fe

Fuentes: IndianExpress

Traducción de Carlos Valmaseda

El pasado mes, el primer ministro Imran Khan se metió en problemas con la religión que tan públicamente patrocina como líder del país. Creó un Consejo Asesor Económico [Economic Advisory Council (EAC)] para solucionar la crisis económica de Pakistán y nombró como miembro a Atif R Mian, del Departamento de Económicas de la Universidad de Princeton y de la Escuela de Políticas Públicas Woodrow Wilson. Había anunciado previamente en una reunión pública de su partido que traería a este brillante economista radicado en Estados Unidos.

La reacción fue inmediata en el vasto subsuelo religioso que se une fácilmente con los yihadistas entrenados que siempre están a mano cuanto tienes que librarte de alguien. Con impotencia, el PM Khan le pidió al Dr. Mian que abandonase el EAC, cosa que hizo, seguido de dos «disidentes» que pensaron que este acto era primitivo e injusto. El lobby «liberal», muy criticado tanto en India como en Pakistán, reprendió a Khan por su retirada -en inglés- mientras los medios de comunicación en urdu pensaron que eran normal librarse de un ahmadi.

Los ahmadíes fueron declarados no musulmanes por la Segunda Enmienda de la Constitución por parte de un líder izquierdista «liberal», Zulfikar Ali Bhutto, encabezando una mayoría en el Parlamento en 1974. El código penal más tarde estableció que los ahmadíes no podían llamarse a sí mismos musulmanes, o llamar a una mezquita una mezquita, o ser vistos en público celebrando rituales islámicos comunes. Pero el hombre religioso de la calle pensaba que los ahmadíes eran apóstatas, al haber abandonado el islam, y deberían ser condenados a muerte. El odio se cuece a fuego lento cerca de la superficie y ningún ahmadí está seguro caminando por las calles de Pakistán.

Un incidente en 2016 subrayó la retrasada ideología de Pakistán. Un lugar de oración ahmadí (no lo llamen mezquita, por favor) fue atacado en el sagrado mes de Rabiul Awwal, el mes en el que nació el sagrado profeta Mahoma. El hecho de que el entonces primer ministro Nawaz Sharif renombrase al Instituto de Física de la Universidad de Islamabad con el nombre de Abdus Salam, el premio Nobel ahmadí, no tenía nada que ver con el mes sagrado. El gesto era no obstante una acto de humanidad y corrección de una injusticia que se le había hecho al Dr. Salam porque había nacido musulmán y había sido expulsado del islam. La Enmienda ahmadí es el mayor obstáculo en el cumplimiento de los derechos humanos en Pakistán.

En 2016, en la ciudad de Chakwal en Panyab, una turba de mil musulmanes atacó un lugar de oración de los ahmadíes -que no puede ser llamado una «mezquita»- por razones que el gobierno de Panyab no quiso hacer públicas. En internet, no obstante, se encuentran en Facebook informaciones de que un clérigo había llegado de Canadá para incitar a la turba de Chakwal a castigar a los «apóstatas» por ser un insulto al sagrado profeta en el mes de su nacimiento. El día después de que el primer ministro Sharif renombrase al Departamento de Física en Islamabad, un periodista conocido escribió una columna denunciando el momento escogido para el cambio de nombre, dando a enteder claramente que era un «insulto». Los medios de comunicación son vulnerables a organizaciones jihadís y semijihadís cuyas periódicas declaraciones condenatorias contra la comunidad ahmadí tienen que ser publicadas por miedo a ser atacados.

El nombre de Abdus Salam fue eliminado del Departamento de Física de la misma manera que Imran Khan tuvo que eliminar al dr. Mian del EAC. Curiosamente, los ahmadíes son musulmanes fuera de Pakistán, donde los estados los aceptan como tales bajo juramento. Dada la radicalización de la comunidad pakistaní expatriada, este hecho ofende a los musulmanes que viven fuera. Un ahmadí fue asesinado en Escocia en 2016 por un compañero musulmán decidido a ganarse el paraíso mediante un acto criminal.

En 2011, se distribuyeron panfletos en Faisalabad, Panyab, llamando a los musulmanes a matar ahmadíes, mostrando los nombres y direcciones de 50 ahmadíes prominentes, que debían ser eliminados. Los panfletos venían firmados por el ala estudiantil de la Federación Khatm-e-Nabuwwat, publicando en negritas su página web y números de teléfono. Nadie detuvo la campaña de odio: finalmente, seis ahmadíes fueron asesinados a tiros. No fue nada inusual. De media, cada año son asesinados 25 por fanáticos que creen que Pakistán debe ser purgado de ahmadíes.

Los estados del sur de Asia no aprenden unos de otros. Los musulmanes se encuentran bajo presión en India, Sri Lanka y Myanmar. Esto ha sucedido tras el endurecimiento de la «ideologia» escrita y no escrita del estado del sur de Asia. En el caso de Pakistán, el crecimiento ideológico ha sido palpable a través del crecimiento de los seminarios religiosos.

En el momento de la Independencia en 1947, había solo 137 madrasas en Pakistán. Según un estudio de 1956, había 244 madrasas en todo Pakistán (excluyendo Pakistán Este). En Pakistán en este momento una estimación razonable basada en múltiples fuentes empíricas y periodísticas sugiere que hay entre 20.000 y 25.000 madrasas. Cualquier estudiante puede ser persuadido/presionado para que se convierta en un terrorista suicida que mate por la causa del islam.

Fuente: https://indianexpress.com/article/opinion/columns/imran-khan-pakistan-ahmadi-follies-of-faith-5399927/