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Donald Trump vs. Xi Jinping, escenario en el poder global

Fuentes: Rebelión

“…the emphasis on Leninism on the struggle
against imperialism seemed appropriate for China…”
(Brantly Womack)

“…Shanghai Party never became
the leadership-oriented charismatic party
that evolved in China’s countryside…”
(Patricia Stranahan)

Las relaciones (sic) de los Estados Unidos de Norteamérica con la República Popular China se documentan desde el Tratado de Tianjin (1858): “…The United States was one of the leading «treaty powers» in China, forcing open a total of 23 foreign concessions from the Chinese government…” (“…Estados Unidos fue uno de los líderes de los “poderes tratadistas” en China que forzaron al gobierno chino [manchú] a la apertura de un total de 23 concesiones otorgadas a los Potencias Extranjeras…”). Buen comienzo para una nación aspirante a convertirse en una de las potencias mundiales del siglo XIX.

Sirva de introducción a nuestro texto induciéndole al lector a “una cierta animaversión” hacia nuestro vecino del norte con la finalidad de solidificar nuestra aprensión (¿?) hacia “…los Estados Unidos de América…” en su tránsito a convertirse en “una epidemia mundial e histórica” sustentada en la letra de su Constitución junto con el diseño expansivo propuesto por Alfred Thayer Mahan consolidado en la “Doctrina Monroe” y la “seguridad de la nación y del Estado norteamericano”.

Es por ello que para nada asombran los vaticinios del Libertador, Simón Bolívar; los desequilibrios en las relaciones bilaterales venezolano-estadounidenses; las amenazas en permanente presencia en dichas relaciones (léase: “Golpe de Abril, 2002 y el apoya las políticas terroristas desarrolladas durante el Gobierno del Presidente constitucional Nicolás Maduro Moros); la decisión de Barack Husseim Obama como también las decisiones políticas del huesped de la Casa Blanca actual, Donald Trump.

Nos hemos decidido en mencionar a nuestra Patria, Venezuela, en el marco referente del título propuesto para estas letras, porque, en nuestro criterio, las decisiones de Política de Estado de carácter intervecionista de los EEUU de Norteamérica hacia nuestra Patria, Venezuela, tienen, en una de sus razones de Estado, reiteramos, las serias, profundas y objetivas relaciones de mutuo acuerdo además de estar sustentadas sobre bases equilibradas de igualdad con la República Popular China, relaciones que comenzaron a desarrollarse, estructuralmente, con la diplomacia que desarrollara el señor Embajador, don Régulo Burelli Rivas, sobre las bases fundamentales de la celebración del Natalicio del Libertador, Simón Bolívar, en el año 1983.

Es muy probable que ustedes pudieran considerar “algo exageradas” nuestras afirmaciones en objetivando las asimetrías, obvias, que “saltan a la vista” en las actuales realidades por las que están atravesando los paradigmas sistémico-capitalista profundamente agravados, para desgracias de los liberales, con la pandemia del Covid-19. Es decir, circunscribir las crisis sistémicas capitalistas en tiempos históricos cuales transitan desde la “Crisis de Wall Street”; es decir, la estructura y la super-estructura del capitalismo del siglo XXI no ha dejado de erosinarse, “a si mismo”, sin importar las decisiones en la Política, con “p” mayúscula, que han venido asumiendo los líderes liberales para la economía global.

Es decir, en necesario tomar en consideración dos variables que están “afectando” al sistema del capitalismo global post-neoliberal hacia su reconversión profunda, reingeniería aspirada, en un “neoliberalismo”, en espejo, mirando las realidades de aquel capitalismo del siglo XIX tanto en sus variables económicas como ideológicas y militares pasando por el resto de las bases estructurales de ese modo de producción cual, por histórico, pareciera que se encuentra en crisis en sus propia perfectibilidad evolutiva.

En ese orden, en considerando las objetividades en curso actuales en todas sus dimensiones, nos “tropezamos” con la realidad de tener que aceptar, en clara objetividad, la existencia, en el marco referente de nuestra globalidad anarquizada en permanente caos inducido, de tres líderes mundiales de “grandes ligas” (parodiando a Nicolás Maduro Moros en su entrevista a la emisora digital “La Pizarra”). Nos referimos al Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, al Presidente de la República Popular China, Xi Jinping y Donald Trump, como Presidente de los EEUU de Norteamérica.

Cabría preguntar sí el señor Trump es un “lider mundial” o más bien representa el “liderazgo significado del imperio norteamericano global”. La pregunta es apropiada en un acercamiento a una reflexión tratando de ser objetivo y evitando las lógicas condicionantes ideológicos que nos inundan continuamente. Frente a esa inquietud, Vladimir Putin se ha venido destacando como referente necesario en la actual geopolítica mundial tanto en lo relativo a la paulatina recuperación de Rusia en “lo militar” pero, fundamental, en sus propuestas de equilibrio en escenarios algido y difíciles producidos por el imperio norteamericano. En esa misma línea, el Presidente Xi Jinping viene demostrando ser el lógico heredero de aquellas pautas que se fueron gestando durante las realidades del Frente Unido Nacional (1924-1947), siendo un político que se iría formando a través de diferentes responsabilidades del Estado chino incluso en el propio seno de “lo militar” del EPL.

¿Cómo podríamos confrontar a Donald Trump con Xi Jinping?

Desde lo étnico pasando por lo “histórico-cultural” a lo ideológico tanto así como las asimétricas experiencias políticas de ambos políticos; ello nos permitiría expresar, como precisar, que es supremamente difícil lograrlo en considerando sus calidades de líderes políticos tanto en el ejercicio de sus decisiones en las políticas nacionales como en sus actuaciones en “lo global-mundial”. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿cómo podríamos comparar a dos personajes tan profundamente asimétricos?

Simple respuesta sería que uno es el Presidente de los EEUU de Norteamérica como imperio histórico-contemporáneo mientras que el otro es el líder de una nación de 5.000 años de Historia con una población de 1.450 millones de seres humanos. Sería prudente precisar que uno viene de la empresa privada norteamericana, Donald Trump, mientras que el otro es un político con larga trayectoria nacional, Xi Jinping.

Son dos personalidades sobre quienes resulta difícil realizar una equilibrada y objetiva comparación aún cuando nos desagraden las comparaciones pero las actuales realidades, inesperadas, nos obligan a tener que reflexionar sobre sus actuaciones y comportamientos como líderes mundiales ante lo significado de la actual pandemia mundial del coronavirus.

En ese sentido podríamos analizar, comparativamente, sobre el ejercicio del poder gubernamental en la toma de sus decisiones, asumidas por ambos presidentes, en el marco de sus responsabilidades de Estado en tiempos equilibrados con sus nacionales en sus diversas y diferentes sociedades como en el ejercicio de sus responsabilidades como líderes mundiales en el campo de sus relaciones internacionales.

En ese orden de ideas, con respecto al Presidente Donald Trump, quien ha venido manifestándose en permanentes confrontaciones tanto en lo interno-nacional como en sus enfrentamientos con diferentes líderes mundiales incluso en el conjunto de sus “socios y aliados, con políticas cotidianas cuales promueve el huesped de la Casa Blanca en el marco de una política de Estado en contra de las decisiones, también de Política de Estado, de otros líderes mundiales, en nuestro caso concreto, Xi Jinping, cuales son asumidas como praxis nacionales e internacionales de “no confrontación” y de asumir con drásticas decisiones la implementación de esas políticas nacionales tomando en cuenta dos variables: la pandemia en una nación de 1.400 millones de habitantes y la responsabilidad, ética y moral, que la expansión global del “virus” en estos momentos de real-crisis humanista.

Pero nos tropezamos con una tercer variable a considerar con un acercamiento lo más cercano a la objetividad posible en lo real-geoestratégico con relación a las relaciones tanto de los Estados Unidos de América como de la República Popular China con América Latina, Centroamérica y el Caribe en todas sus significaciones. Es decir, Washington ha mantenido, históricamente, una política de “expansión-y-control” de todas las regiones geográficas al sur del río Bravo y de la península de la Florida. La Historia así lo demuestra sin ambajes.

En ese mismo orden, las relaciones de nuestros países, “Nuestra América”, con China se podrían calificar como de “nuevas temporalidad históricas” con sus dramáticas realidades en tiempos de la “Guerra Fría”. El acercamiento de la República Popular China a “Nuestra América” se ha venido realizando, en los tiempos contemporáneos, de manera paulatina e inteligente en considerando objetivas realidades geopolíticas e ideológicas que marcaron nuestras realidades durante la segunda mitad del siglo XX. Esos acercamientos, con la excepción de Cuba y México, caminaron en los tiempos post-Revolución-Cultural teniendo en lo que podríamos definir como de “aceleración geopolítica” a partir de la década de los años 90 del mencionado siglo próximo pasado sustentándose, dichos acercamientos, en las relaciones de intercambios comerciales y culturales mientras que Washington, en esos mismas temporalidades, desarrolló lo que nos proponemos como una nueva etapa histórica cual podríamos definirla como la “etapa neoliberal-anti-socialista”. En ese marco histórico, el “hecho histórico” que marcó la definición de esa política imperial-norteamericana sería el “Golpe de Abril del 2002” contra el Gobierno del Presidente-Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, un golpe de estado al “estilo-chileno”. A partir de la reacción cívico-militar de los sectores populares y militares nacionalistas, Washington junto con las derechas se vieron en la imperativa necesidad de realizar una profunda reingeniería de “golpe de estado” aplicando la “Guerra Política”, como base fundamental, con las consecuencias bien conocidas aunque poco estudiadas.

Durante ese proceso “neogolpista norteamericano”, la República Popular China supo “leer el tablero” realizando continuos acercamientos al mejor estilo de un(a) jugador(a) del juego de “go” que se está expresando, en el escenario actual pandémico, en profundas diferencias vis a vis con Washington cuyo gobierno, en el marco de la aplicación de la “Política-Mahan” (ejemplo: bases militares en Colombia), busca cercar a Venezuela, militarmente, bajo la excusa del tráfico de estupefacientes colombianos.

Medicinas chinas versus militarismo imperial estadounidense.