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La Sociedad Interamericana de Prensa y la CIA se ponen de acuerdo

Ecuador es incluido en la lista de países donde la libertad de prensa está en peligro

Fuentes: Argenpress

De pronto, el Presidente Rafael Correa comienza a preocupar a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a periódicos ‘emblemáticos’ (El País de España, La Nación de Buenos Aires) y a ‘analistas internacionales’ defensores a ultranza de la ‘libertad y la democracia neoliberales’. Para no citar sino las últimas ‘manifestaciones de alarma’: La SIP (Sociedad Integradora […]

De pronto, el Presidente Rafael Correa comienza a preocupar a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a periódicos ‘emblemáticos’ (El País de España, La Nación de Buenos Aires) y a ‘analistas internacionales’ defensores a ultranza de la ‘libertad y la democracia neoliberales’.

Para no citar sino las últimas ‘manifestaciones de alarma’:

La SIP (Sociedad Integradora de Polución), en su asamblea anual de Cartagena (Colombia), ‘nos hizo el honor’ de incluirnos en la lista de países latinoamericanos en donde ‘la sagrada libertad de prensa está en peligro’ solo porque el Presidente Correa ‘se ha atrevido’ a cuestionar a 11 medios de comunicación social del Ecuador, que publicaron un virulento editorial común bajo el agresivo titular de ‘INTOLERABLE’.

El País, un diario que en España se enorgullece de estar alineado con la social democracia europea, publicó un artículo ‘sindicando’ al Gobierno Correa de estar pretendiendo romper con el ‘orden democrático’ existente.

Y Carlos Alberto Montaner, en su columna de los martes de El Comercio, se permite calificar a Correa de ‘fabricante de conflictos’ y, a más de aconsejarle el conocido recetario neoliberal, se atreve a pronosticar: ‘Correa va a dejar como herencia un país (Ecuador) mucho peor que el que le entregaron. Parecía difícil ese contramilagro’.

A este tinglado internacional ‘mediático’ hay que agregarle que al interior del país y frente a la consulta popular convocada para el domingo 15 de abril, está en pleno desarrollo una millonaria campaña por el NO, al más puro estilo de las campañas anticomunistas de los años 60 – 70 del siglo pasado; y han revivido a personajes geriátricos de la política nacional (Osvaldo Hurtado Larrea, entre otros) para que nos digan a los votantes ecuatorianos que ‘está en peligro la libertad y la democracia’, que el país no está tan mal como lo pintan, que lo que hay es un ‘plan absolutista’ de Correa para imponernos un gobierno autoritario como el de Venezuela, y etcétera, etcétera.

Tal concierto de aullidos nos recuerda el pasaje del eterno Quijote de la Mancha: ‘Los perros ladran, Sancho, vamos por buen camino’

Que la SIP ‘nos haya honrado’ con esa mención de riesgo, no es novedad. Desde su fundación (1943) no ha tenido otro papel que el de pontificar respecto de la libertad de expresión del pensamiento pero circunscrito a la empresa periodística; empresa periodística que, desde hace décadas, es totalmente dependiente del sistema político y económico que se nos ha impuesto desde el norte. Por ello, la preocupación de los sipianos es única y exclusivamente cuando algún gobernante o algún medio de comunicación social se aparta o transgrede de su no menos desvergonzada ‘declaración de Chapultepec’.

¿Han leído ustedes, por ejemplo, las denuncias y protestas de la SIP contra la gorilocracia argentina, que asesinó y desapareció a más de 30.000 seres humanos? ¿Leyeron ustedes las apasionadas críticas sipianas contra La Nación y Clarín, dos diarios emblemáticos de Argentina, que no solo que no condenaron esos crímenes sino que los justificaron y aplaudieron?

¿Escucharon ustedes esos llamados de atención contra El Mercurio de Chile por haberse convertido en el diario cuasi oficial de la feroz dictadura de Pinochet?

¿Condenó la SIP a los medios de comunicación (especialmente televisivos) del grupo Cisneros que encabezaron el golpe de estado del 2002 contra el Presidente Hugo Chávez (elegido en las urnas, como en apariencia es del gusto de los sipianos) y que no han cesado un minuto en una descarada campaña mediática contra este mandatario, que ha ganado ocho elecciones seguidas al más puro estilo de la democracia representativa? Pero en cambio, ¡qué no dicen contra Chávez por haber anunciado que no renovará la licencia para que uno de esos medios (Radio y Televisión Caracas) siga operando!.

Se entiende que 11 diarios ecuatorianos, todos afiliados a la SIP, hayan suscrito ese admonitivo editorial contra el Gobierno Correa, alarmados, dolidos, porque el Tribunal Supremo Electoral ‘se atrevió’ (en uso de sus facultades legales) a destituir a 57 congresistas de la derecha recalcitrante que destituyeron al Presidente del TSE y pretendían dejar sin efecto la convocatoria a consulta popular, un acto total y completamente ilegal y anticonstitucional. Es que para esos medios, que los diputados afines, por sistema y por dependencia, cometan un acto inconstitucional a todas luces, pues eso está dentro del ‘juego democrático’ pero que el TSE destituya a los boicoteadores, eso es imperdonable e inadmisible. Esa es la dimensión con la que catalogan los sipianos las actitudes políticas de las instituciones democráticas. Y si el Presidente les critica, ah, entonces, hay que poner en alerta a la SIP porque la libertad de expresión está en riesgo.

La orquesta sipiana no podía seguir tocando sin que su ‘solista estrella’ también metiera cuchara desde su exilio dorado, en Madrid, España en donde goza de la protección y los mimos del ultramontano Partido Popular, hoy en la oposición. Carlos Alberto Montaner, a quien El Comercio le da religiosamente una columna los martes para que despotrique, tergiverse y anuncie la desaparición anual de Fidel Castro, esta vez hizo un alto para anunciarnos que Rafael Correa ‘está equivocado’, que el presente y el futuro de nuestros países está en la propiedad privada, en obedecer las leyes no en transgredirlas y que hay que tener ‘cordialidad cívica entre adversarios políticos’. Entre otras lindezas.

Pero lo que no ha publicado nunca El Comercio (ni los otros periódicos, que en el Continente, publican regularmente sus cagatintas) es que este individuo tuvo que huir de Cuba revolucionaria porque estaba dedicado a poner bombas y matar pacíficos ciudadanos; que anduvo en Miami dedicado a planificar atentados terroristas contra su patria; y que desde hace años trabaja para la SIP – CIA desprestigiando a la revolución cubana, a sus líderes; y, desde luego, ‘denunciando’ todo proceso que en América Latina suene a ‘cambio o revolución’.

¡Que es una exageración lo que estoy diciendo! Pues si no lo saben, Montaner junto a 9 ‘patriotas más’ de todos los pelajes, cobraba del presupuesto (federal de EEUU) millonario que anualmente destina el imperio para mantener y enriquecer a esa mafia cubano-americana que se ha tomado Miami y que mantiene en el aire la agresión mediática que se ensaya contra Cuba, todos los días; pero que ‘gracias a dios’ se queda en el aire. El cobro lo hacía a través del Nuevo Herald (de Miami, en español) y la denuncia fue formulada nada menos que por su filial, el New Herald (en inglés) que canceló en principio a los ‘periodistas sobornados’ por la CIA, ya que contrariaban la política de neutralidad de esa casa editorial.

Y Montaner, junto a Vargas Llosa, a Openheimer, a Urbilla y otros tantos, forman parte de la red que la SIP mantiene en todo el continente. Este grupillo pretende que la gran mayoría de latinoamericanos somos una partida de imbéciles que no comprendemos el sistema de la libre empresa y la política social de mercado que ‘tan buenos resultados’, han dado en nuestros países, ‘durante décadas’ solo que, como somos sordos y ciegos, no nos damos cuenta de tanta maravilla, ya que es muy fácil ver en nuestros países que la pobreza, la miseria, el analfabetismo, la insalubridad, el desempleo, la desnutrición crecen y crecen. Desde luego, también crecen los honorarios que cobran estos ‘desinteresados’ apóstoles de la libertad y la democracia representativas.

Pero, como no todo es negativo, estas actitudes sipianas son también una señal de que el Presidente Correa y su Gobierno va bien. Lo único que tiene que hacer es no hacerles caso y más bien tomar sus aprehensiones y alarmas como indicadores de que por primera ocasión en muchos años el Ecuador profundo marcha por el buen camino.