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Análisis post-referéndum

Ecuador: potencialidades y encrucijadas de «la Revolución Ciudadana»

Fuentes: Rebelión

Sumario: Escenario global y continental: Ausencia de alternativa planetaria; y Límites del proceso latinoamericano y ecuatoriano. Escenario nacional: Rafael Correa, un liderazgo que se construye. Los otros 5 ejes de PAIS. Escenarios pre y pos-referéndum. La hora de las encrucijadas: debilidades y amenazas del proceso. Escenario global y latinoamericano: La principal contradicción política en Ecuador, […]

Sumario:

Escenario global y continental:

Ausencia de alternativa planetaria; y Límites del proceso latinoamericano y ecuatoriano.

Escenario nacional:

Rafael Correa, un liderazgo que se construye.

Los otros 5 ejes de PAIS.

Escenarios pre y pos-referéndum.

La hora de las encrucijadas: debilidades y amenazas del proceso.

Escenario global y latinoamericano:

La principal contradicción política en Ecuador, amén de las modificaciones habidas desde el 2006 en la correlación de fuerzas, continuó resolviéndose en la diferencia izquierda y derecha que, con otro nombre, «Bolivarianismo vs. Monroísmo«, cruza la realidad continental donde en los últimos meses han dado lugar más eventos que abonan a una creciente mayoría geopolítica post-neoliberal, significada en otros logros de las nuevas izquierdas y la posibilidad de que esa tendencia, hegemónica en Sudamérica, empiece a proyectarse a Centroamérica y el norte.

Las recientes posturas progresistas de los gobiernos de Guatemala y Honduras en temas candentes del continente, la nueva candidatura presidencial del FMLN en El Salvador, el decidor triunfo de Fernando Lugo en Paraguay, seguido de la amplia victoria de Evo en el proceso electoral efectuado en Bolivia, el reinicio de movilizaciones, rurales e indígenas en su mayoría, en Perú y Colombia (feudos adversos al eje latinoamericanista), la postura ‘céntrica‘ del presidente Calderón de México en recientes temas regionales en que no sostuvo -como era costumbre en los últimos períodos del PRI y PAN- alianza umbilical con EEUU, aunque continúe impulsando las matusalénicas privatizaciones en PEMEX; y la visible desconfiguración del «pequeño eje» -Bogotá/Lima- llamado a «contener» la ola sudamericana en el Pacífico sur, fueron los principales movimientos del complejo ajedrez continental, en que el Ecuador se inserta con la propia especificidad de su proceso.

En este escenario regional dos factores globales que tienen resonancia futura en Ecuador y el emergente bloque latinoamericanista, se presentaron como «telones de fondo» de la coyuntura: El un factor, no debatido a profundidad en la aldea y que tampoco alienta jugadas de ajedrez geopolítico (el tender puentes desde Quito y el Sur con Obama, por ej.), es el panorama electoral estadounidense, donde la probabilidad de que el péndulo político gire abriría la puerta a una «nueva era» si resultara elegido el afro-americano Barack Obama, quien desea reposicionar el liderazgo moral de EEUU en el momento mundial multipolar que se avecina, como respuesta de la elite y la sociedad de Norteamérica a la desastrosa herencia dejada por la era Bush.

El otro factor global, de mayor envergadura, que no ha sido debatido lo suficiente en el Sur del mundo, ni ocasionado aún que Ecuador o UNASUR tomen iniciativas gruesas, es la grave crisis bursátil mundial cuando estallaron las bolsas de valores de EEUU, Europa y Asia, mostrando no solo la camorrización del capital especulativo norteamericano, sino la caída histórica de la Globalización, crisis que continúa su declive con impredecibles consecuencias en el «modo de ser» del Capitalismo mundial y quizás, en los países del Sur, con énfasis sobre la nueva Latinoamérica.

(Es una obviedad empírica que el imperio unipolar, en su caída, prefiere arrastrar al resto del planeta, antes que admitir la nueva era multipolar en ciernes y un esquema económico planetario distinto que supere el depredador e inviable esquema vigente).

Ausencia de alternativa planetaria:

Ignacio Ramonet, de ‘Le Monde Diplomátique’, sintetizó con antelación oportuna la dimensión del sismo mundial, definiéndolo hace seis meses, como una inédita «triple crisis» que emerge de amenaza planetaria (pues pende sobre el mundo entero, independientemente que sea, también, una crisis fásica del capitalismo): «la crisis financiera empata con una crisis energética (petrolera) y una crisis alimentaria de carácter global«. Sostengo, a propósito de este tema, que los líderes mundiales y regionales que no den respuesta a esa triple dimensión de la actual crisis mundial, sucumbirán. El bloque geopolítico que posea «las llaves» para afrontar esa triple crisis, asumirá el liderazgo moral en el futuro del mundo, llámese China, Rusia o UNASUR.

En un análisis anterior (Agosto-2007) «¿Qué pasa en Sudamérica?», sostuve algunos macro-telones de fondo: » Hay dos vertientes estratégicas en la actual situación continental: un bloque heterogéneo de diversos procesos progresistas que aporta al nacimiento de un mundo multipolar; y la crisis de la tesis hegemónica estadounidense. El neoliberalismo ya nada innovador puede ofrecer al continente . Entonces vislumbraba «el inicio del fin de la Globalización y ‘la necesidad de constituir un nuevo pacto geopolítico universal ‘ de la periferia y potencias emergentes (China, India, Irán, UNASUR, etc.) que supere el agónico marco de la ‘globalización «.

El reto expresado por el Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, dos años antes, tiene suprema validez porque sus preguntas aún no tienen respuesta regional: » Latinoamérica es el continente que está a la vanguardia de la reflexión y movilización planetaria, y es el que hoy hace las grandes preguntas: ‘¿ Cómo salir del neoliberalismo ? y ¿ Qué viene después del neoliberalismo ?’.

En otras palabras, el pujante y novedoso proceso latinoamericano, que ha dado tanta esperanza al Sur del mundo y las fuerzas progresistas del Norte, no puede brindar todavía, por distintos factores, una alternativa planetaria que vaya más allá de la punta del iceberg (los estragos de Wall Street), que pueda ser asumida por la comunidad internacional como modelo viable de la post-Globalización.

Límites del proceso latinoamericano y ecuatoriano:

Sostengo hoy la misma preocupación que Heinz Dieterich planteara años atrás: hay un tiempo límite para consolidar los procesos progresistas aparecidos en los últimos diez años en el continente y el emergente bloque geopolítico latinoamericano; y ese tempo -junto a otros factores- conspira contra las posibilidades nacionales y regionales de éxito, puesto que las 2 preguntas expuestas por el Vicepresidente boliviano, no han tenido contestación suficiente en lo práctico-estratégico en la región.

Admitiendo la discursiva progresista de nuestros procesos, empero ¿se puede sostener que se ha superado ya el neoliberalismo en el Sur, incluso discursivamente? ¿Qué modelos alternativos se han configurado de manera espacial y conjunta en la región? ¿Asistimos a la ‘derrota’, sin aún haberse aplicado en ningún país, del Socialismo del siglo 21 -o Democracia Participativa- modelo en construcción como lo expusieran Chávez, Correa, Lugo, García Linera, como alternativa estructural para superar el neoliberalismo? ¿Son, como criticaba Dieterich, el keynesianismo, el desarrollismo estatal, el modelo neo-cepalino, los rostros de un «socialismo del siglo XXI» y los únicos caminos que las nuevas izquierdas en los gobiernos, pueden configurar ante la debacle del Capitalismo real en el mundo?

¿Pueden verse avances nacionales, ya que regionales lucen improbables, del nuevo modelo? ¿Qué hemos tenido, como aportes concretos, aún en el terreno de la aventura intelectual, más allá de las declamaciones por el cambio? En Ecuador ¿qué más se ha tenido más allá de declaraciones esporádicas, más bien reactivas de algunos funcionarios ante el ataque propagandístico continental de los intelectuales del Orden y los mass media? (Notamos incluso el sin acuerdo en el tema, en el propio gabinete y la ausencia de debate sobre sus contenidos en estos dos años, en PAIS y en la

Dicho horizonte estratégico (la metáfora latinoamericana del nuevo tiempo), máxime se tipificó como ‘sociedad de propietarios y productores‘ por parte de sectores progresistas del régimen poco afectos al «socialismo del siglo 21» que han mostrado antipatía conceptual a la nueva bandera, nacida en Latinoamérica no en Europa, quienes se negaron a adherir a ésa que fuera la más radical apuesta discursiva del Presidente Correa: el socialismo del siglo 21, sosteniendo más bien la tesis del ‘socialismo sin adjetivos’, poco terrenalizada por cierto.

Lo que es más grave: ¿puede haber un avance, aunque sea imposiblemente nacional en el tema (sostengo que debido a las características de la globalización neoliberal, no es posible que tenga éxito un modelo alternativo si se aplica únicamente «en un solo país«, a la usanza URSS) si hoy por hoy ni siquiera se ha reincidido discursivamente en él?

Correa no volvió a mencionar en las últimas semanas el término socialismo del siglo 21 en sus intervenciones, aunque es de justicia recordar que ha sido el único dirigente de PAIS y de gobierno en haber insistido durante dos años en ese horizonte estratégico. Las explicaciones de aquella ausencia discursiva son varias y caen en la conjetura: ¿obedece al cerco endógeno conservador, que durante el último semestre -dentro y fuera de PAIS- tanto se ha citado que habría procedido a ‘hegemonizar el proceso’? ¿Obedece a los consejos de la tecnocracia que hoy controla la dirección de casi toda la institucionalidad estatal y que muestra aversión teórica a las organizaciones sociales y desconfianza a la participación popular organizada y profunda en un proceso revolucionario? ¿A una doble conjura interna entre cuadros de izquierda y de derecha en el buró y gabinete, cuya única coincidencia fue «bajarle el tono al radicalismo verbal del Presidente» para orillar ese eje estratégico? ¿Obedece a la propia decisión de Correa o, en la locura diaria y asfixiante al frente de la Presidencia, no ha tenido tiempo de sistematizarla para que sea debatida y asumida por las distintas tendencias de PAIS y el régimen?

 

El caso es que dicho horizonte estratégico no ha tenido fuerza aplicativa concreta en los casos ecuatoriano, paraguayo, boliviano y, en otra medida, venezolano. Es menester tomar en cuenta la corta edad de los tres primeros procesos, y obviamente no es que queremos contar «ya» con aplicaciones prácticas del modelo en estas naciones cuyos líderes han sido los únicos del bloque regional en referir el rumbo al socialismo a la hora de sepultar, discursivamente, el viejo paradigma neoliberal. Además, en Ecuador no se trataba de «constitucionalizar» el término pues la tarea de la Asamblea no era esa, sino romper las cuerdas estratégicas que nos ataban a la vieja república.

Más allá de la caótica lucidez mostrada por Chávez al citar hace poco que es necesario avanzar en los contenidos de transformación económica y de la producción hacia el socialismo; y de los intentos teórico-organizativos del amigo Dieterich que intentó juntar hace algunas semanas en Venezuela, a algunos pensadores de las escuelas de Bremen y Escocia y a científicos de Latinoamérica para vertebrar sus contenidos; ese horizonte estratégico del proceso latinoamericano, y ecuatoriano, no ha logrado despegar aún.

En cuanto a la integración de un bloque latinoamericano con peso geopolítico en el mundo, si bien se siguen viendo valiosas iniciativas (el Consejo Sudamericano de Defensa, los proyectos energéticos, etc.), el sub-continente no constituye aún una fuerza emergente mundial ni logra vertebrar temas, y alianzas multipolares, con otros bloques, de cara a posicionarse en la nueva centuria.

Mientras tanto, el factor tiempo (y su riesgo pendular) estrecha su paciente cerco sobre el continente y nuestro país, donde su nueva nomenclatura política pareciera pensar la hegemonía hasta el siguiente período pero no intenta «ciudadanizar la revolución«.

Así que el quid central a nivel político estratégico de la situación mundial, continental y nacional es: «¿Qué viene después, y cómo salir, del neoliberalismo?». En el análisis del ‘caso ecuatoriano’, pasado el referéndum del 28 de septiembre, podemos vislumbrar algunos indicios, contradictorios entre sí, del qué vendría después de «la larga noche neoliberal» en Ecuador.

Si tomamos en cuenta los factores estratégicos y locales, puede comprenderse por qué cito que la Revolución Ciudadana se halla, paradójicamente, en la hora crucial de las potencialidades y las encrucijadas. Y se hace necesario ahora aterrizar el análisis en Macondo y desmenuzar el escenario nacional.

Escenario Nacional:

Había citado que el principal escenario político en Ecuador, debido a modificaciones en la correlación de fuerzas, siguió resolviéndose en la contradicción formal izquierda y derecha.

Cierto es que, tratándose de un Cambio de Época más que de una época de cambios, como sintetizara Correa el actual momento latinoamericano y nacional al asumir la presidencia, el viejo axioma izquierda-derecha no basta, o tiene mayores connotaciones: en el Ecuador de hoy, por no decirlo en todos los procesos revolucionarios antiguos y modernos, los gobiernos y movimientos que lideran las revoluciones, absorben en sí mismos «izquierdas y derechas» por igual. Eso pasó en Venezuela, Paraguay, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Argentina y Bolivia, y antes en la revolución francesa, bolchevique, etc. ¿Por qué no debería ocurrir en Ecuador? Más aún, la complejidad de los nuevos procesos latinoamericanos llamados a superar el neoliberalismo de décadas, sintetiza el ‘ser nacional‘, donde caben todos/as, pues en el Ecuador insurrecto de una década (luchas contra Bucaram, Mahuad, Gutiérrez, TLC, derrota de A. Noboa, etc.), confluyeron en la necesidad de un Cambio sectores de izquierda, centro y la derecha recta, medianos empresarios y sindicatos, indígenas y urbanos, profesionales y jóvenes, aristocracia quiteña, clases medias, militares, etc. Las banderas del proceso: recuperación del Estado dinamitado en el neoliberalismo, rescate de la soberanía y los recursos naturales, democracia participativa, unidad latinoamericana, etc., no son patrimonio exclusivo de ciertas izquierdas, centros, movimientos sociales, tecnócratas, miembros del círculo gubernamental y militancias. Le pertenecen a toda la nación.

En Ecuador, el tan difuso y no consolidado bloque civil-político-social que expresa a esa diversidad por el Cambio, sintetizado en el innegable liderazgo político del presidente Rafael Correa, en su heterogéneo gobierno, su diverso movimiento (PAIS) y sus variopintas fuerzas aliadas (MPD, PSE-FADI, Pachakútik, alfaristas-bolivarianos, y Poder Ciudadano, más un rosario de fuerzas sociales y civiles dispersas y sin instrumento orgánico unitario propio de participación) es el que continuó las grandes tareas nacionales en lo político, ya predispuestas desde que derrotamos e el 2005 a Lucio Gutiérrez, tareas que tuvieran mayor oportunidad de resolución en la primera vuelta electoral y el triunfo sobre las fuerzas que representaba Álvaro Noboa, en los siguientes procesos políticos y electorales vividos hasta la clausura de la Constituyente y en el referéndum del 28.

Esas grandes tareas nacionales, impostergables para lograr la derrota estratégica de la vieja república neoliberal y, simultáneamente, la construcción de la nueva, configurando los pilares del nuevo Estado, fueron complejamente asumidas, con diversos acentos y vaivenes, por el gobierno, la Constituyente, las fuerzas del Cambio y por el liderazgo del presidente.

Rafael Correa: un liderazgo que se construye.

Correa es, como los heterogéneos jefes de estado de Latinoamérica, un líder en proceso permanente y evolutivo de construcción: se va formando cada día, constituyéndose en potencial estadista como en un espejo público, enseñando cotidianamente sus virtudes, defectos, lastres, fortalezas, elocuencias, errores, destrezas, equivocaciones, prejuicios y sabidurías.

Bien intencionado, hiperactivo, intolerante con la crítica, confrontador con los poderosos y millonarios de este mundo, impaciente, irascible; no surgido de la militancia social (organizaciones tipo Coordinadoras o Frentes), o partidaria (PAIS fue excepción, creada para las elecciones como una conjunción abreviada del Ecuador que tenemos: izquierda, derecha, centro, románticos, pragmáticos, sectarios, tolerantes, oportunistas, estoicos, etc.), o civil (Ong’s); Correa no provino de la intelectualidad formada junto a las organizaciones sociales, más se construye día a día. Con inexperiencia en la jefatura de un estado, con sólidos conocimientos económicos y poco conocimiento de las diversas y complejas realidades organizativas de los sujetos sociales que históricamente habían labrado el camino de la Revolución Ciudadana, Correa es de los jefes de Estado de América que se fue y se va formando paulatinamente como tal.

Hay que considerar, no obstante, que todo proceso de evolución, si se ancla a largo plazo, trae como resultado un proceso de involución. Y eso, en términos políticos, significaría la sepultura de la revolución ciudadana y una nueva postergación de las utopías por las que han luchado tanto nuestros pueblos.

Su mayor «pecado», dice la ortodoxia de izquierdas, es «no ser marxista«, mientras la heterodoxia de izquierdas sostiene que su pecado no es ese, sino el «no entender nada de plurinacionalidad, ecologismo y equidad de género«. Su peor mal, dice la derecha, es «tener complejos sociales y odio a la gente de dinero«. Su peor error, dice el sicoanalítico centro es ser «intolerante, a-orgánico y egocéntrico«.

En síntesis, se trata de un presidente joven (43), el más joven después de Jaime Roldós (39), y de un líder nacional con fuerte impacto inter-generacional que está aprendiendo en el proceso mismo, que no nació sabiendo todo lo que -presuntamente- un dirigente «promedio» de derechas o de izquierdas, supuestamente estaría llamado a conocer. Su lado menos conocido, su pragmatismo, es el que ahora empieza a develarse, aún bajo las embravecidas olas de su temperamento.

Los otros (indecibles) 5 ejes de PAIS:

  1. El (¿ya postergado?) socialismo del siglo 21

Correa vino confirmando la tesis que algunos sectores coincidimos en sostener desde el principio: el cuadro más radical del gabinete y PAIS, es él. No ha existido otro cuadro que haya expresado a la nación y al exterior, con firmeza y notoriedad, la confrontación política con la vieja república, la partidocracia, los grupos económicos, el modelo, los mass media, las instituciones, las cúpulas eclesiales y los lazos umbilicales de poder en la región y el mundo (Uribe, Fox, FMI, BM, Montaner, etc.)

No hubo otro cuadro, ministro, funcionario, asambleísta o dirigente de PAIS y, peor aún, no hubo dirigentes políticos, asambleístas y cuadros entre los aliados de izquierdas (partidos y la mayoría de agrupaciones sociales) que hayan simpatizado con la tesis o esgrimido, como Correa (en gesto de temprana osadía), el horizonte estratégico de la revolución ciudadana que él posicionó: el socialismo del siglo 21. La mayoría coincidió en cuestionar el modelo neoliberal y punto; otros sostuvieron que su socialismo es una «sociedad de propietarios y productores«, o defendieron el «socialismo sin adjetivos», y algunos hasta esgrimieron el argumento de que «no fue el socialismo del siglo XXI uno de los 5 ejes de la Revolución Ciudadana«.

Complejizando más el diagnóstico, fue sintomático cómo aquellos sectores de izquierda sectaria que no están con la revolución ciudadana, no solo que no refirieron apoyo alguno a esa la tesis más osada y horizonte estratégico del proyecto del presidente, sino que la erosionaron sistemáticamente, conducta en la que -por ironía del destino- coincidieron con las izquierdas aliadas a Correa y los propios dirigentes y asambleístas de PAIS (quizá las excepciones iniciales fueron Ricardo Patiño y Ruptura de los 25).

En infeliz coincidencia con la derecha retrógrada del hemisferio, esos sectores de PAIS y las izquierdas aliadas y opositoras a Correa, cuestionaron con doctrinarismo y los mismos argumentos de las elites («novelería», «locura», «falta de rigor», «ausencia de contenidos») la tesis más avanzada de Correa, el socialismo del siglo 21, que -por vez primera en la historia republicana del Ecuador- era abanderada por un presidente.

En ese como en otros temas de fondo (su ya dejada tesis de la autogestión obrera, por ej.) y de forma (la prioridad a los lastres conceptuales y temperamentales del Presidente antes que al objetivo estratégico de Cambio que Correa sostiene) y con las excepciones confirmando la regla, las distintas tendencias de izquierda y derecha en PAIS, las izquierdas aliadas y opositoras: las políticas (MPD, Pachakutik, PSE-FADI, MIR, PC, ABA, etc.); sociales (CONAIE, sindicatos, etc.); y civiles (el rosario innumerable de ONG´s ‘progres’ por ejemplo), tienen una responsabilidad hasta hoy no asumida: haber dejado huérfano en la batalla de ideas al presidente Correa, no haberlo apoyado en su «locura» ni haberlo acompañado en su más avanzada utopía, inasistiéndolo en la configuración de los sustentos conceptuales y movilizativos de ese que fue (¿aún es?) la osadía más subversiva del proceso democrático-revolucionario ecuatoriano en el largo período insurreccional 1997-2007.

En cuanto a lo que algunos dieron en llamar «la derecha» del gobierno (cuadros de la partidocracia llegados masivamente a PAIS o reclutados para cumplir disímiles funciones en el Estado) la pragmática sabiduría de su silencio ante ese tema posicionado por el Presidente, es decidora. La mejor manera de superar un tema es silenciarlo.

La ‘izquierda crítica’ que dejó en la orfandad discursiva a Correa (quien seguía siendo el llanero solitario en defender la novedosa tesis en construcción del socialismo del siglo 21 en Ecuador) paradójicamente es la que, a posteriori, esgrime la tesis del presunto «bandazo a la derecha» de Correa, al que critica con una dureza jacobina digna de Auki Tituaña, el ex-becario de Cuba y hoy vicario de la elitista derecha indígena.

  1. El desarrollismo extractivista

Superada, supuestamente, la «fiebre de radicalismo infantil» en el gobierno, que tantos temores y violencias discursivas despertara contra Correa y el proceso de cambio en la derecha local y hemisférica; por contraste, se empezaron a hacer más visibles algunas ideas conservadoras en otros temas, que serían otro eje de la carreta gubernamental: unos lo motejan de neo-desarrollismo estatal, otros de modelo de desarrollo extractivista, y parte del «ethos» presidencial: acompañado de su antipatía temperamental al tema del medio ambiente y la causa del ecologismo (identificado por él como expresión de infantilismo izquierdista, junto al indigenismo), ha dado muestras de que mira con la misma dimensión fatalista que sus opositores ecologistas (solo que ellos en la otra orilla), la relación desarrollo económico & respeto a la naturaleza.

Por lo demás, no es un ‘tic’ exclusivo de Rafael Correa sino un fenómeno inherente a otros procesos paradójicamente progresistas como Venezuela y Nicaragua, cuyos gobiernos han procesado a activistas sociales; y en distinta escala se ha visto similar óptica en Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile. -Bolivia y Cuba han sostenido, a su manera, visiones propias sobre desarrollo endógeno y respeto a la naturaleza-.

También hay que comprender que la principal preocupación presidencial en los procesos gubernamentales progresistas de Latinoamérica, es conseguir recursos para emprender respuestas a las profundas carencias y demandas sociales represadas, so pena de que empiecen a minarse los apoyos de sus pueblos, que pueden hasta aceptar las limitaciones institucionales y carencias políticas, más no las económicas, aquellas que la cotidianidad va haciendo mella en los procesos democrático-revolucionarios de nuevo cuño, cuando no se han dado tiempo para realizar las transformaciones profundas en la economía que traigan resultados sociales masivos.

Ya durante el proceso constituyente, ese eje sería de los de mayor escollo interno que desnudaría algunas diferencias, matices, tendencias difusas y contradicciones en el proceso PAIS (es decir el gabinete, Ejecutivo, Asamblea, buró y movimiento).

Si Correa fue un radical apóstol y avanzado del socialismo del siglo 21, y sus demás compañeros de ruta fueron conservadores y miopes en el tema, en este otro eje temático, él y otros se han portado conservadoramente; y compañeros de ruta de Correa como Alberto Acosta y otros, han defendido un modelo económico y ambiental viable y armónico, y una democracia que no reduzca el término participación.

(Al igual que Chávez, que acaba de romper con sus aliados -Partido Comunista y PPT- ¿en Ecuador se terminará rompiendo orgánicamente con los aliados en este proceso, que han defendido su postura ecologista con entereza?)

Una ventana de oportunidad mundial no vista por la Revolución Ciudadana:

 

Si se mirara distinto el presente y futuro del país y el mundo, si se conociera el maravilloso «disco duro ecologista» que viene instalado en los niños y niñas de hoy, se podría caer en cuenta de que la apuesta por la naturaleza no es cosa de «unos cuantos izquierdistas«. Más en el tema se guarda las mismas visiones del ancienne regimen   que tan ejemplarmente ha cuestionado el presidente Correa.

 

Gracias a la Constituyente, al gobierno y a las organizaciones y comunidades que vienen incentivando derechos colectivos hace rato, Ecuador dio un esperanzador salto cuántico, con la iniciativa de incorporar la naturaleza como sujeto de derechos en la Constitución. Pero ellas, naturaleza y flamante Constitución, podrían entrar en contradicción con las ansiedades desarrollistas y los intereses empresariales, internos y transnacionales.

Los derechos de la naturaleza ya constitucionalizados, a la vez que serán el paraguas que cubrirá las luchas represadas de varios actores sociales y civiles, se contraponen de manera frontal al «esquema extractivista«. (En Venezuela, tres activistas de derechos humanos, entre ellos nuestra hermana Maryluz Guillén, defensora de Chávez cuando fue secuestrado en el golpe de abril de 2002, y a la que nadie puede acusar de «escuálida» u «ONG gringa«, acaban de ser procesados por oponerse con razones y la ley de su lado, a la visión extractivista y depredadora en zonas protegidas y comunidades indígenas).

Ese que podría ser el tema («for export») de la revolución ecuatoriana al mundo, no es comprendido dadas las emergencias cotidianas y la visión desarrollista imperante. El tema es consustancial a una revolución moderna, pues como en su momento la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano durante la Revolución Francesa en el siglo XVIII, hoy -en el XXI- coadyuvaría a cambiar las lógicas y reglas del juego vigentes, y aportaría a transformar el disco duro -la cultura al creer de Gramsci- de tantas generaciones a las que se hizo creer que el centro de Todo, lo vivo, lo humano y lo divino, es -y solo debe ser- «el hombre» (en singular patriarcal, además).

Para ahondar la complejidad y afinar las estrategias, no hay que olvidar que la Naturaleza como sujeto de derechos, incluye -aunque no los nombren- a los mismos seres humanos y los derechos animales, permitiendo esta Constitución vanguardista (en el sentido bretoniano, no leninista), dirigir nuestra acción futura a escenarios y territorios nunca antes imaginados: Noé y Greenpeace estarían encantados de construir su arca de la alianza y echar a la mar su Guerrero del Arcoiris, en el Ecuador del siglo 21.

  1. La Neo-tecnocracia

 

Empezó a detectársela en la Constituyente, pero fue entronizada desde los inicios del gobierno. Hoy es plato de conversación en muchas organizaciones sociales. SENPLADES y SENRES, a la manera de un petit-buró, se encargan de la direccionalidad instructiva del tecnificado y planificado proceso revolucionario ecuatoriano.

En el tapete institucional impera una nueva «clase dirigente«, la neo-tecnocracia, que emergió para elaborar textos y mandatos, para oponerse a otros y suprimirlos. Luego se encargaron de interpretar los desconocidos reglamentos de esos mandatos y hoy intentan hacer lo mismo con las leyes secundarias del país.

Es la nueva nomenclatura y su supremacía obedece a una «hechura de fábrica«, es decir la raíz académico-técnica y modo de ser del grupo fundacional de PAIS y sus cuadros estatales. ¿Los procesos de cambio no requieren acercarse a las complejas realidades organizativas de la sociedad? ¿Una revolución puede avanzar sin la participación de los sujetos históricos y las comunidades sociales? Y si a ello le sumamos las carencias, limitaciones, miopías y defectos de los movimientos sociales, comunidades e izquierdas realmente existentes, la revolución ciudadana se complejiza aún más.

La maravilla eficaz de hoy es la antigualla del mañana. La llave del ahora es el candado del futuro. La tecnocracia podría ser estorbo posterior al suplantar las posibilidades sociales de una revolución ciudadana.

4. El fin del «corporativismo»

Esta muletilla estratégica fue entronizada en el ‘software’ del buró de PAIS en su proceso de conformación, aunque varios de sus más rabiosos artífices provienen del corporativismo, sea gremial, empresarial, abogadil, partidario, académico, u ONG.

Si las organizaciones, corporativas por cierto, a nivel social, sindical y popular, no entendieron los nuevos escenarios y actores, ni los cuestionamientos de la gente a años de inequidad y privilegios en nombre de los intereses de cada sector, las décadas de gremialización que el neoliberalismo se encargó de parcelizar, los convirtió en sujetos de sus exclusivos ‘derechos conquistados’. Es necesario romper con el corporativismo, desde luego. Pero el riesgo de esa visión «anti-corporativa», que se justifica por la realidad distorsionada padecida gracias a los micro-poderes, es que el combate al corporativismo va acompañado de una aversión a los movimientos sociales, es decir al otro, al próximo. No se confía en la participación y apertura del proceso a las fuerzas sociales, ciudadanas y partidarias que, corporativizadas incluso, hacen parte de la tendencia, porque aceptarlas obligaría a compartir el poder.

La lucha sin cuartel contra el corporativismo empezó en plena Constituyente, luego del referéndum tomó más ventaja sobre un sector especialmente odioso y odiado (los gremios petrolero y del IESS) y ya veremos los efectos de su aplicación ampliada en el período. Tienen razón las organizaciones sociales, históricas o gremiales, que miran con prudencia la amenaza que pende sobre ellas, y más razón tienen aquellas organizaciones que, apoyando el proceso, han decidido romper con el corporativismo, tomando la iniciativa de configurar nuevos tipos de organizaciones sociales en el Ecuador.

La tesis pareciera ser: a nombre de la revolución, indefiniblemente ciudadana, todo lo orgánico, lo que ha significado proceso y que ha erigido historia, debe ser sobrepasado. Llámese Conaie, organizaciones laborales, comunidades de Cuyabeno, etc. Pareciera partirse de la consigna: «la única revolución que vale es la que te doy haciendo en tu nombre, ciudadanía«.

¿Qué revolución no organiza a los ciudadanos? ¿Qué revolución no incluye a los sujetos sociales y organizaciones populares? ¿Qué revolución no convoca a los luchadores, afiliados y no afiliados a PAIS, que defienden su derecho a disentir y existir? ¿Qué revolución le dice a los que pelearon en minoría valiente contra el Febrescorderato, los que resistieron la larga noche neoliberal de Durán Ballén y Dahik, los que tumbaron a Bucaram en las luchas de enero y febrero, los que echaron a Mahuad, los que resistieron la segunda noche neoliberal de G. Noboa, los que voltearon a Gutiérrez, los que pelearon por la Constituyente y el cambio, «solo nosotros protagonizamos la revolución«?

5. ‘Sinn Fein’ a la criolla.

El movimiento irlandés pro-independentista del dominio inglés, el Sinn Fein, quiere decir: «Nosotros mismos«. Erróneamente, la tradición cambió esa traducción por la incorrecta: «Nosotros solos«.

Eso parece haber pasado en Ecuador, tradujeron mal y en lugar de leer: «Nosotros mismos/la Patria toda», leyeron «Nosotros solos«. Claro que no con la connotación irlandesa, sino con la criolla: «Solo nosotros, nadie más, protagonizamos la revolución».

» Sinn Fein» , el quinto otro eje de ese proceso, implica menospreciar a los que pelearon mucho antes que tú, junto a ti, contigo, después de ti, delante de ti. Se minimizan los procesos de ayer y se cree que el pasado reciente, no existe. El «nosotros solos» significaría, además, y en última instancia, que también se le teme al futuro.

Parecería desconocerse el proceso social por el cambio que se incubó en las luchas laborales de los ochentas, las indígenas de los noventas, las gremiales de 1992 a 1995, las civiles de 1998 y las ciudadanas del 2005.

PAIS no puede ser un PRI: Varios sectores democrático-revolucionarios afines concuerdan en señalar que, a mediano plazo, si la tendencia «sinn fein» continúa su rumbo, pudiera surgir el fenómeno PRI. La institucionalización de la revolución mexicana, entiéndase por ésta la aniquilación burocrática de su utopía, sería peligrosa en el caso ecuatoriano.

‘ La dictadura perfecta’, el imperio político del PRI, absorbió para sí la ola revolucionaria del momento, burocratizó los sueños, habló por siempre en nombre del pueblo mexicano e hizo del partido único, razón de ser del caciquismo local, compra de candidatos y votos, y finalmente, 70 años después, provocó el cansancio nacional, traducido en la escisión interna que produjo el nacimiento del PRD y, luego, el surgimiento zapatista.

En este punto, para garantizar el proceso ecuatoriano de cambios, se haría necesario, como han citado varios compañeros, construir -no 70 años después, sino ahora- «un PRD», es decir movimiento o frente de frentes que vaya a garantizar, con la militancia de PAIS misma, que la Revolución Ciudadana no quede a medio camino o distorsionada.

¿Se cuaja una » nueva clase política» en Ecuador? ¿Ella conducirá el esperanzador proceso de la revolución ciudadana a su clausura y suicidio, o a su apertura y la victoria?

Escenarios pre-referéndum:

Los puntos críticos, debilidades y amenazas al proceso, que son lugar común nombrar, ya estaban presentes en la Asamblea, y permiten explicar los contextos internos previos al referéndum cuanto la nueva etapa pragmática que ha empezado luego del 28.

* Hubo un interesante e incipiente fenómeno exógeno : empezaron a evidenciarse cuestionamientos crecientes a esos métodos, no a los fines de la Constituyente (el caso emblema fue el agua como derecho humano), de grupos sociales organizados que exigieron rendición de cuentas. ¿Qué hubiera ocurrido si la presión social era masiva y organizada desde el inicio hasta el último día de labores de los asambleístas?

* Mucho se cuidaban de advertir en el bloque PAÍS, que sus asambleístas no muestren posturas críticas (silencio de los disensos vs. democracia participativa). Esas medidas acallaban a los débiles sectores populares en la asamblea e invisibilizaban las diferencias para colocar a los críticos en la gris capa del anonimato.

* En medio de los ataques de los grupos de poder y la derecha política y mediática, que se profundizaba cuando concluía la redacción de la Constitución, hubo concentración de poder en un estamento decisorio ‘por encima’ de la Asamblea. Ese estamento de coordinación estratégica tuvo conductas «neo-soviéticas» y llevó a la renuncia de Alberto Acosta a la Presidencia en acto de inmolación política que, en nuestro punto de vista, alerta la necesidad de ampliar la construcción de una fuerza tendencial de unidad, para garantizar el proceso de cambio y cuidar que se mantenga a la izquierda y que no sea modificado.

* El disenso no tuvo expresión organizada, cosa usual en movimientos de más larga data como el PT brasileño. Fue desobediencia casuística que cuestionaba la forma injerencista estilo comisarios políticos, cuanto el abordamiento verticalista en los temas: amnistía a Gustavo Noboa, idioma quichua, reorganización de CSJ, pensiones a maestros, consentimiento popular y modificaciones de textos. Distintas vertientes internas disentían del unanimismo conservador pero no tuvieron una estrategia común. Mientras tanto, se afianzaron la Derecha endógena y los comisarios políticos.

* En medio de todo eso, el escenario del «SÍ», volvió a recuperarse en julio y era evidente que -a pesar de los cuestionamientos antes dichos- todos haríamos causa común para que triunfe el proceso ante una ofensiva de los sectores de poder y elites nacionales que intentan obstaculizar este proceso usando todas las estrategias.

* La Constitución aprobada es liberal-democrática, progresista, desarrollista, pro-estatalista, que no es precisamente lo más cercano al novedoso esquema de socialismo del siglo 21, mismo que no confunde Estado con participación social y democratización ciudadana. Es una constitución neo-keynesiana, no es comunista como le endilga la extrema-derecha, y no tiene orientación socialista, pues no arriesgó a tocar los ejes estructurales: propiedad, tierra y relaciones de producción.

* Mientras Correa ordenaba la incautación a los bienes del mafioso clan Isaías, la Asamblea logró concluir su trabajo y presentar la nueva Constitución, con 444 artículos. Ese fue un éxito político del último conductor presidencial que debe destacarse, aunque ese triunfo tiene relación conexa con la anterior conducción, que labró el camino.

Escenario post-referéndum:

* Asistimos a un cambio de era. A partir del 28 de septiembre debe hablarse del cambio de régimen, y del ascenso de un nuevo régimen que se construyó en Ciudad Alfaro, en Carondelet, en las calles, y que se sigue construyendo hoy mismo. Sobre las ruinas de la vieja república, se erige el nuevo régimen. No basta hablar solamente de gobierno. Es necesario entender y referir todo lo que implica nuevo régimen. Para bien y para mal.

* También se trata del inicio de una nueva fase gubernamental, descrita en la siguiente pregunta que todo proceso conlleva: ¿Se empezó a superar el idealismo inicial y se está dando inicio a la nueva etapa del Pragmatismo? (Un pragmatismo económico, institucional, político, orgánico, electoral, etc.)

* Geopolíticamente, se da mensajes a los grupos empresariales que no hacen parte del círculo oligárquico guayaquileño, especialmente de El Oro, Los Ríos, Manabí y la Sierra sur, con el objetivo de configurar alianzas empresariales regionales fuertes que le hagan sombra al separatismo de la oligarquía guayaquileña y a la vez permitan erigir los nuevos Polos de Desarrollo Económico.

* Todos los procesos son pendulares inclusive en sus manifestaciones orgánicas y gabinetes. Eso hemos visto en Venezuela, Nicaragua, Paraguay y Argentina. Es necesario defender la nueva Latinoamérica, y defender estos procesos hoy, significa profundizarlos.

LA HORA DE LAS ENCRUCIJADAS…

1. Más democracia y más participación serán banderas inevitables en este nuevo período abierto por el triunfo del Sí. Ampliación de las alianzas, unidad y fortalecimiento de la tendencia para profundizar el proceso de cambios en lo político, social y económico, serán instrumentos necesarios. Debe cuidarse que este proceso por el que hemos luchado millones de ecuatorianos/as no de vuelta atrás ni fracase, por eso será impostergable ahondarlo con más democracia, más participación hacia la meta estratégica que Rafael Correa definiera con los ejes de la Revolución Ciudadana y con el socialismo del siglo 21 como paraguas estratégico de a dónde encaminar el proceso.

2. Estamos en un momento aún no definido en el caso de los procesos progresistas de América Latina. Nadie sabe qué ocurrirá más tarde con la crisis separatista en Bolivia, la reacción de la derecha en Argentina, las elecciones en Venezuela, etc.

3. No podemos dejar solo al presidente Correa. Es dable nuestro apoyo y hacerle saber que cuenta con el apoyo militante de todas las fuerzas que mantienen la tesis del cambio profundo y en democracia. Ello implica apostar a este proceso. Pero si el presidente se deja acompañar. Si no, la tendencia debe ser la unidad para garantizar la real continuidad del proceso, toda vez que se observan visos del inicio de una Etapa Pragmática que puede torpedear, desde sí misma, la propia revolución ciudadana.

4. A mayores ataques de la derecha, hay que responder con más democracia. A mayor intolerancia, más democracia. A mayor verticalismo, más democracia. A mayor defensa del statu-quo, más democracia. A mayor poder, más democracia.

5. Es equivocado simplificar las diferencias a dos personas: Correa y Acosta. Y, por tanto, prefigurar el asumirse entre dos opciones, «correísta o acostista», es un error. El proceso actual de transformaciones tiene de ambos y supera a los dos compañeros. Por eso, es equivocada la tesis que intenta candidatizar a la presidencia a Acosta para que compita contra Correa. Ello significaría liquidar al primero, marginarlo y sectarizarlo. Alberto tiene liderazgo nacional, no sectorial. Por tanto, esos sectores corren el riesgo de «cuyabenizarlo», es decir, dejarlo atrapado en las limitaciones objetivas de un discurso positivo para las comunidades, el ambiente y los indígenas, pero local, insuficiente, excluyente y sectorizado. Si juega para alcalde de Quito, con el apoyo del presidente y liderando un frente de unidad entre PAIS y todas las demás fuerzas, arrasará.

6. Hay que estar alertas. Siempre habrá que estar alertas a futuro. Que el pueblo esté vigilante siempre. Un proceso realmente revolucionario se mide por el grado de ejercicio participativo de su gente, y por una virtud escasa en toda revolución que no ensancha su espacio: en que no le tiene miedo al pueblo, que abre «las anchas alamedas» al decir de Allende, de la participación directa y abierta al pueblo. Que no gobierna en su nombre, sea a través de nomenclaturas, burós o vanguardias tecnocráticas. Sino con él. En que al neoliberalismo en retroceso y a la democracia minimalista de la partidocracia, antepone democracia participativa y directa, o sea más democracia.

7. Toda revolución, de la francesa a las latinoamericanas, trae una nueva nomenclatura de poder.

8. La hora de los cambios apenas se ha iniciado en el Ecuador. Pero el acumulado de este pueblo, que no luchó solo en los últimos dos años por Constituyente y transformación honda, sino de múltiples maneras y con una diversidad de actores en la última década, nos convoca a desarrollar un nuevo y superior acuerdo político, amplio y democrático de conducción y defensa de este proceso, entre todos los sectores democráticos, de izquierda, sociales y ciudadanos de la tendencia. Solo así la larga noche neoliberal no retornará.

9. La esperanza conjugaba un solo tiempo: el futuro. Hoy es posible conjugar la esperanza en otro tiempo, más cercano y posible: el presente.

10. Hay una matriz hemisférica y trasatlántica de embate colectivo contra todos los procesos gubernamentales progresistas del continente, que usa un poderoso «lobby» político-mediático-académico (los ‘think-tank’ de la reacción), que converge en estrategias de acción mancomunada entre sus pares de la región para desestabilizar a los gobiernos del Eje del Mal, bajo el esquema de las «revoluciones naranja» y con una coordinación orgánica regional cuyas puntas de lanza son el PP, RELIAL, ILP, IEEP, CET, Fundación CATO, Fundación Ecuador Libre, entre otras, y en la orilla de «los derechos humanos del norte», el aparecimiento de una tal HRF, que deben ser investigadas y denunciadas, al igual que la estrategia de ataque a estos procesos que lleva adelante, de manera organizada, el Vaticano de Ratzinger y las jerarquías de la iglesia católica de Latinoamérica.

AMENAZAS OBJETIVAS ACTUALES AL PROCESO:

Del analista Guillermo Navarro, he optado citar algunos puntos neurálgicos de su más reciente trabajo, pues considero que expone con precisión los «nudos gordianos» y las actuales amenazas objetivas al proceso:

«– El descenso de las remesas por el incremento del desempleo en EEUU y Europa, tendencia que se mantendría en el futuro por cuanto se estima que la recesión se profundizará. Eso es de especial importancia para la economía ecuatoriana pues las remesas son casi iguales a las provenientes del petróleo;

– La reducción del precio del petróleo por la recesión en los países capitalistas más desarrollados, principalmente de los EEUU, así como por la previsible caída de los precios de las ventas de derivados a futuro. Tendencia que muy difícilmente podrá ser revertida por la OPEP;

– La disminución de las exportaciones, principalmente hacia EEUU, de productos como camarón, flores, banano, petróleo. Reducción propiciada por el propio carácter de los bienes que conforman nuestras exportaciones: primarios y fácilmente prescindibles;,

– Reducción de los ingresos fiscales, tanto por la caída de la producción, de las exportaciones y precios de las exportaciones de petróleo;

– La disminución de líneas de crédito externas, principalmente de los bancos de los EEUU y Europa, lo que afectará a nuestras importaciones y exportaciones; y,

– Limitaciones en el uso de la reserva monetaria internacional disponible, por la correlación que éstas mantienen con el circulante.

En consecuencia, la encrucijada en la que se encuentra el Presidente Correa, no es otra que el detener su marcha forzada y limitarse a confrontar y reordenar el poder en forma limitada, o, mantener el paso y avanzar en la transformación. Transformación que inducirá a un cambio de modelo, mediante el cual los recursos financieros para enfrentar los efectos de la crisis del capitalismo provendrían del impulso al nuevo sistema económico, y principalmente, de la profundización de la redistribución del ingreso y la riqueza».

Nuestro qué hacer:

Varios compañeros y sectores hemos coincidido en analizar y trabajar así este período:

– No dejar solo al presidente, acompañarlo, defenderlo y salvarlo; si se deja.

– Construir y organizar un frente nacional de la Revolución Ciudadana que garantice la continuidad del proceso.

– Acompañar a País, es decir estar a su lado, no metido en él, y -como han citado lúcidos compañeros de la tendencia- saber que este proceso es como un río y que un río trae de todo.

– Saber que esta es la ventana de oportunidad histórica de todo un pueblo: los ciudadanos no podemos desperdiciarla, ni dejar que la desperdicie el gobierno o PAIS.

– Impulsar la movilización permanente de toda la tendencia.

– Dotar de seguridad a todos los cuadros dirigentes de toda la tendencia, porque este no será un tempo ‘seguro’: la reacción buscará golpear selectivamente a partir de hoy y escalar a nuevos escenarios, aún de violencia, la confrontación.

– Alentar la organización popular lo más masivamente que se pueda.