Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Una nueva doctrina Bush paralela está emergiendo, en los últimos días del régimen que se acerca a si fin, y hay que estrangularla en la cuna. Como la doctrina Bush original – esa que Sarah Palin no pudo nombrar, que requería acción militar contra amenazas emergentes – ésta también deja de lado el derecho internacional al insistir en que EE.UU. tiene un derecho inherente a cruzar fronteras internacionales en «persecución intensa» de cualquiera que le disguste.
Ya la están aplicando a Pakistán, y esta semana el objetivo fue Siria. ¿Será Irán el próximo?
Tomemos primero a Pakistán. Aunque es un aliado nominal, Pakistán ha sido objeto de por lo menos diecinueve ataques aéreos por aviones sin tripulación controlados por la CIA, matando a numerosos paquistaníes y a algunos afganos en áreas tribales controladas por fuerzas talibanes. El New York Times enumeró, y ubicó, todos diecinueve ataques al otro lado de la frontera afgana, todos desde agosto. El Times señala que dentro del gobierno, el comando de Operaciones Especiales de EE.UU. y otros preconizadores presionan por un uso más agresivos de esas unidades, incluyendo esfuerzos por secuestrar e interrogar a presuntos líderes talibanes y de al-Qaeda. Aunque el presidente Bush firmó una orden en julio permitiendo que equipos de comandos de EE.UU. ingresen al propio Pakistán, con o sin permiso de Islamabad, semejantes ataques han tenido lugar sólo una vez, el 3 de septiembre.
La incursión de EE.UU. en Siria del 26 de octubre pisoteó del mismo modo la soberanía de ese país. Aunque el Pentágono desmintió inicialmente que el ataque haya involucrado helicópteros y la presencia de comandos en el terreno, es exactamente lo que sucedió. Según informaciones el ataque mató a Badran Turki Hishan al-Mazidih, un facilitador iraquí que contrabandeaba combatientes extranjeros a Iraq pasando por Siria. El Washington Post se mostró eufórico, y escribió en un editorial:
«Si la incursión del domingo, que tenía por objetivo a un alto agente de al-Qaeda, sirviera sólo para advertir al señor Assad de que EE.UU., tampoco, sigue dispuesto a respetar la soberanía de un régimen criminal, habrá valido la pena.»
¿Es realmente tan fácil? ¿Decir: Declaramos que su régimen es criminal, y por lo tanto lo atacaremos en todo momento que consideremos conveniente? En sus noticias sobre el ataque dentro de Siria, el Post sugiere, en una información de Ann Scott Tyson y Ellen Knickmeyer, que el ataque eleva la persecución intensa a través de la frontera al nivel de una doctrina:
«El argumento militar es que ‘sólo se puede reivindicar la soberanía si uno la impone,’ dijo
Anthony Cordesman, analista militar en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. ‘Cuando uno trata con Estados que no mantienen su soberanía y que se convierten en un refugio de facto, la única manera que queda para encararlos es este tipo de operación,’ dijo.»
El Times amplía los posibles objetivos de Pakistán y Siria a Irán, al escribir (en un artículo de una página por
Eric Schmitt y Thom Shanker):
«Funcionarios del gobierno se negaron a decir si la aplicación emergente de la autodefensa podría conducir a ataques contra campos dentro de Irán que han sido utilizados para entrenar ‘grupos especiales’ chiíes que han combatido a los militares estadounidenses y a las fuerzas de seguridad iraquíes.»
Ha sido, por cierto, una opción activa, especialmente desde el comienzo de la ‘oleada’ en enero de 2007, cuando el presidente Bush prometió atacar líneas de suministro iraníes en Iraq y otros responsables de EE.UU., incluyendo al vicepresidente Cheney, presionaron enérgicamente para que fueran atacadas instalaciones dentro de Iraq, sin importar las consecuencias.
El 24 de octubre, fui a escuchar a Mike Vickers, secretario adjunto de defensa para operaciones especiales y conflictos de baja intensidad, que habló en el Instituto de Política en Oriente Próximo de Washington (WINEP), un think tank pro-israelí en Washington. Habló con orgullo de la vasta y creciente presencia de esas fuerzas de comandos dentro de las fuerzas armadas de EE.UU., señalando que su presupuesta se ha duplicado bajo el gobierno de Bush y que, a fines de la década, habrá más de 60.000 soldados de EE.UU. en ese nebuloso esfuerzo. Algunos pasajes de las observaciones de Vickers:
«Si se considera el núcleo operativo de nuestras Fuerzas de Operaciones Especiales, y nos concentramos en los agentes en el terreno, hay unos 15.000 o algo así de estos últimos – da o toma, depende cómo los cuentes – varían de nuestras Fuerzas Especiales del Ejércitos o nuestros Boinas Verdes, nuestros Rangers, nuestros Seals, algunas unidades confidenciales que tenemos, y recientemente agregamos también un Comando de Operaciones Especiales del Cuerpo de Marines a este arsenal. Además de agregar el componente de Marines, cada uno de estos elementos ha estado aumentando su capacidad así como su potencial desde 2006 y lo hará hasta aproximadamente 2012 o 2013, en un tercio. Es el mayor crecimiento en la historia de la Fuerza de Operaciones Especiales. Para cuando hayamos terminado de hacerlo, habrá algunas cosas, algunas brechas que sin duda tendremos que arreglar, pero tendremos a los elementos en su lugar para lo que creemos es el componente de Operaciones Especiales en la guerra global contra el terrorismo.
«Pienso que durante esta década y en la siguiente, las Fuerzas de Operaciones Especiales, han sido y seguirán siendo un instrumento estratégico decisivo…
«Ha habido un aumento muy significativo – aproximadamente de un 40% o un 50% – en el ritmo operativo y desde luego más intenso en términos de la acción desde los ataques del 11-S. En cualquier día dado, nuestras Fuerzas de Operaciones Especiales están en unos sesenta países en todo el mundo. Pero más de un 80% o algo así está concentrado ahora mismo en el gran Oriente Próximo o en el área de responsabilidad del Comando Central de EE.UU. – el grueso de esas fuerzas, por supuesto, en Iraq y Afganistán.»
Nótese lo que dijo: operando en 60 países.
Claro está, la invasión misma de Iraq fue ilegal en 2003, y pasó por alto el derecho internacional. De modo que algunos podrán decir, que esas incursiones a través de la frontera son triviales. Pero no lo son. Es algo muy serio. Si se convierte en parte integral de la doctrina militar de EE.UU. que cualquier país pueda ser declarado «criminal» y por lo tanto que pierda su soberanía, ya no existe algo que pueda llamarse derecho internacional.
Cuando le preguntaron al respecto al Secretario de Defensa, Robert Gates, dijo, según el artículo del Post citado anteriormente:
«‘Haremos lo necesario para proteger a nuestros soldados’ dijo el Secretario de Defensa Robert M. Gates
en testimonio ante el Senado el pasado mes, cuando le preguntaron por las operaciones a través de la frontera. Al ser interrogado Gates dijo que no era un experto en derecho internacional, pero que suponía que el Departamento de Estado había consultado esas leyes antes de que se autorizara a los militares de EE.UU. para realizar esos ataques.»
¿No es experto en derecho internacional? ¿Deja el asunto en manos del Departamento de Estado? ¿Y los asesores de Barack Obama dicen que este sujeto debe permanecer en el Pentágono bajo su gobierno?