Buques de guerra; miles de soldados (han tenido que echar mano de los reservistas porque el grueso del ejército está empantanado en Oriente Medio); ocupación del aeropuerto del que expulsaron a los periodistas; vetos al aterrizaje de aviones con ayuda humanitaria; toma de posiciones alrededor de un palacio presidencial que está en ruinas pero es […]
Buques de guerra; miles de soldados (han tenido que echar mano de los reservistas porque el grueso del ejército está empantanado en Oriente Medio); ocupación del aeropuerto del que expulsaron a los periodistas; vetos al aterrizaje de aviones con ayuda humanitaria; toma de posiciones alrededor de un palacio presidencial que está en ruinas pero es el símbolo del poder, etc., etc., etc. Como habrán imaginado estoy describiendo el accionar de Estados Unidos (EEUU) en Haití. Claro que, detrás de esos movimientos, subyace un aviso dirigido a «amigos» (Francia, Alemania) y enemigos. Obama es peor que su antecesor George Bush. Maniobra oculto tras suaves modales.
El juego entre bastidores del macabro teatro haitiano, ha debido de ser espeluznante. China fue acusada de una supuesta parcialidad, relacionada con el rescate y ayuda de las personas damnificadas, y no me cabe duda alguna de que las insinuaciones salieron de la Casa Blanca que lucha para evitar el establecimiento de un mundo multipolar. Respecto a ello, el Coordinador de Ayuda Humanitaria de las Naciones Unidas (ONU), calificó de falsos los rumores que inculpaban al país asiático de favorecer, exclusivamente, el rescate de personas de la comunidad china. En Pekín, Ma Zhaoxu, portavoz de Exteriores, afirmó que esos comentarios son falsos «y hechos por motivos ocultos».
El jueves 21 de enero, el embajador de EEUU en la ONU, manifestó que las declaraciones (acerca del despliegue militar) de Evo Morales «responden a la psicología del personaje que las hace» (sic). Un día antes de que el embajador escupiera esa frase, que responde a la psicología militarista del Pentágono, el presidente boliviano había anunciado que su Gobierno solicitaría a la ONU una reunión de urgencia para rechazar la ocupación militar «de facto», que se estaba desarrollando ante los ojos del mundo. No fue el único discrepante. Horas antes, el Gobierno francés, molesto por la prepotencia de Washington, había exigido a la ONU que definiera cuál iba a ser la misión de EEUU en Haití.
El 14 de enero, la Guardia Costera de EEUU informó que ya se encontraba en la isla, y su responsable, un tal James Harless, señalaba que «sólo estaban evacuando a los ciudadanos estadounidenses». Pues bien, el día 21, es decir, una semana más tarde, los equipos de rescate estadounidenses seguían discriminando en razón del origen nacional. Así pude comprobarlo en un informativo de una televisión española, emitido esa jornada a primera hora de la mañana, que se hacía eco de la indignación de los haitianos ante el comportamiento de los estadounidenses, que comprobaban si los heridos o fallecidos eran estadounidenses, y si no lo eran, los dejaban abandonados a su suerte. Que yo sepa, la ONU ni ha negado, ni ha desmentido esas acusaciones, como sí hizo con China.
Militares armados, denegación de auxilio, discriminación a la hora de socorrer a las víctimas, abandonos… ¡Cómo nos recuerdan determinados comportamientos de ahora a los que vimos cuando el huracán Katrina, arrasó la ciudad de Nueva Orleáns!
Fuente: http://jmalvarezblog.blogspot.
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