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Foro Social Mundial

El camino a Nairobi 2007

Fuentes: IPS Terraviva

Cuando el Foro Social Mundial (FSM) se aproxima a su fin, es momento de evaluar el proceso, el enfoque policéntrico de este año y el legado de Karachi. Cualquiera sea la forma que adopte el FSM en adelante, seguirá siendo un centro de pensamiento político. Muchas cosas funcionaron mal en Karachi en los últimos días. […]

Cuando el Foro Social Mundial (FSM) se aproxima a su fin, es momento de evaluar el proceso, el enfoque policéntrico de este año y el legado de Karachi. Cualquiera sea la forma que adopte el FSM en adelante, seguirá siendo un centro de pensamiento político.

Muchas cosas funcionaron mal en Karachi en los últimos días. Reuniones que empezaban tarde, eran canceladas o cambiaban de sitio, basura tirada por todos lados y recipientes inexistentes. Sólo llegar hasta Pakistán era pesadillezco, y para algunos, directamente imposible.

Sin embargo, esto no fue lo que importó. Al final, lo que contó fue la visible alegría por el descubrimiento de que «nosotros» de Punjab, Balichistán o Cachemira, y «nosotros» de Bangladesh, Sri Lanka, India o Filipinas, seamos más o menos lo mismo.

«Vi a personas humildes, trabajadores de zonas remotas de Pakistán discutiendo sus asuntos, tratando de entender el idioma de los otros. No había intelectuales. Eso me hizo sentir que todo este esfuerzo valió la pena», manifestó Fahim Zaman, ex alcalde de Karachi y miembro del comité organizador del Foro, para TerraViva.

Este sentimiento nos transporta al primer FSM, realizado en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre en enero de 2001, cuando unas 10.000 personas atendieron al llamado a organizar un contragolpe al todopoderoso Foro Económico Mundial. Igual que en Karachi, la atmósfera era una mezcla de discusiones serias y carnaval político.

Sin embargo, la gran pregunta al final del FSM policéntrico de 2006 es qué sigue. Aunque el Foro ya no es un festival anual de perdedores políticos, tampoco ha llegado a ser otra cosa. Parafraseando a Marx, diríamos que se está formando una nueva criatura, pero todavía no ha nacido.

Algunos creen que el FSM debe mantenerse como es actualmente: un ámbito para el intercambio de ideas, y por qué no, un festival, como dijo a TerraViva en Caracas el cubano Joel Suárez, miembro del Consejo Internacional, o bien una fuerza política mundial organizada, como dijo el presidente venezolano Hugo Chávez frente a 20.000 manifestantes el pasado enero.

El ambiente político ha cambiado desde el primer Foro. En aquel entonces, dentro de América Latina, sólo Venezuela tenía un gobierno que podía identificarse más o menos con los objetivos del FSM. Hoy, también lo tienen Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay, y en los próximos meses, probablemente Ecuador, México y Perú.

El activista y autor pakistaní Tariq Alí piensa que América Latina no está tan lejos de Asia como parece, y propuso a Venezuela como modelo para detener el círculo vicioso de la política corrupta y las dictaduras militares en Pakistán. Por otro lado, criticó duramente a las organizaciones no gubernamentales (ONG), esencia del FSM, que según él alejan a la gente de la política.

Para Zaman, el foro de Karachi es estrictamente político. «Una de las razones por la que insistimos en esta ciudad es porque en ella vive una dictadura militar respaldada por Estados Unidos, porque Karachi es una hermosa ciudad que ha sido violada muchas veces», dijo. Pese a la imagen violenta de la ciudad, los extranjeros pueden sentir la amabilidad de su gente.

El FSM de 2005 costó cuatro millones de dólares, mientras que la fase de Caracas del foro de este año, realizada en enero, costó ocho millones, y la de Bamako, 2,5 millones. En contraste, el comité organizador pakistaní logró recaudar apenas 250.000 dólares tras el terremoto del 8 de octubre de 2005.

Es notoria la ausencia en Karachi de las mayores «celebridades» del FSM, y como señaló Zaman, la falta de respuesta del Consejo Internacional del FSM ante los pedidos de ayuda de los organizadores pakistaníes para la recaudación.

Los foros de Bamako y Karachi se diferenciaron del de Caracas porque fueron fundacionales, igual que lo fue el de Mumbai en 2004. El FSM de este año fue una experiencia difícil e hizo pensar a muchos que la reunión «policéntrica» no fue una buena idea después de todo.

Por otro lado, las reuniones «mundiales» se están volviendo pesadillezcas desde el punto de vista logístico, ineficaces políticamente, y nada «mundiales» en realidad.

«Puede que (la descentralización) le haya quitado al Foro la gloria de un evento central, como lo fue en Porto Alegre o Mumbai, pero le ha dado a las organizaciones de base la oportunidad de participar», observó Zaman. «Esto no es sobre Noam Chomsky o Naomi Klein», agregó.

El FSM, carente de estructura, nunca se ha ajustado a un plan. Quizá el de Nairobi, el próximo enero, sea el último FSM mundial, y el «movimiento» se redefina. Este año ya se realizarán diversos foros sectoriales, regionales y nacionales, como los Foros Mundiales sobre Educación, Software Libre, Fronteras, Migración, Paz y otros.

Cualquiera sea su forma, el FSM no sustituye a la acción política, pero sí es una plataforma de pensamiento político y coordinación. Sus desafíos incluyen mantener su relativa independencia, si ésta alguna vez existió, e incluir a las masas indigentes. Sólo ellas podrán hacer otro mundo (mejor) posible.