Las calles de Asunción y de otras poblaciones paraguayas se llenaron de gentes y de voces de alegría. Tras 61 años de ejercicio del poder político, incluyendo la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner ( 1954 -1989 ), la maquinaria del Partido Colorado fue por fin derrotada en las urnas. Eso fue posible por una convergencia […]
Las calles de Asunción y de otras poblaciones paraguayas se llenaron de gentes y de voces de alegría. Tras 61 años de ejercicio del poder político, incluyendo la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner ( 1954 -1989 ), la maquinaria del Partido Colorado fue por fin derrotada en las urnas.
Eso fue posible por una convergencia de circunstancias, entre las cuales fue decisivo el paso que dio en vísperas de la Navidad del 2006 el ex obispo Fernando Lugo, renunciando a su condición eclesial y anunciando su intención de liderar una coalición opositora. En su trayectoria acumulaba años de compromiso con el campesinado, en particular en la región a su cargo, en San Pedro. Este sector tiene una larga historia de luchas y de reivindicaciones a pesar de las duras condiciones represivas que siempre tuvo que soportar. Sus dirigentes y militantes fueron muchas veces reprimidos, algunos asesinados, otros detenidos y dispersados en regiones alejadas de las de su origen. Sus vínculos también le ligan a las Comunidades Cristianas de Base, protagonistas activos de la resistencia social al autoritarismo y a la corrupción oficial.
Su decisión fue oportuna: coincidió con el desgaste del oficialismo, que presentaba grietas desde años atrás. Los colorados tuvieron fuertes disputas internas que derivaron en conatos de golpe, o el asesinato en 1999 del vicepresidente Luis María Argaña. El mismo dia de las elecciones, Luis Castiglioni, ex vicepresidente colorado en el 2003, afirmaba que su partido » sufre una infección grave». Y añadía una descripción que podría abarcar a gran parte de la clase dirigente de su país: «muchos politiqueros viven mejor y solo se preocupan por acumular fortunas». Nadie puso especial empeño en desmentirle. Militantes de base del oficialismo expresan abiertamente su rencor hacia el presidente Duarte «por haber impuesto entre cuatro paredes la candidatura de Blanca Ovelar, representante del sector más oligárquico del partido» El gobierno saliente de Nicanor Duarte pasó con más pena que gloria, y dejó intactos dos de los más graves problemas que afronta el país: la corrupción y la pobreza. Las ventajas del alza en los precios de los productos agrícolas no se convirtieron en mejoras visibles para la gente, y la economía sumergida , el contrabando y la emigración se mantuvieron constantes. Estas circunstancias, más el peso de décadas de «coloradismo», favorecieron el voto por el cambio.
La ventaja de 10 puntos sobre la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar, fue suficientemente clara como para desalentar mañas y demoras en la burocracia gubernamental. Eso no excluye que durante el proceso de votación hubiera innumerables indicios de parcialidad y de diversas formas de fraude y manipulación. Se reconoció la existencia en el padrón de ciudadanos nacidos en 1870, contemporáneos de la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay.
En zonas rurales gran cantidad de mesas de votación solamente fueron supervisadas por el representante del Partido Colorado. Incluso el oficialismo tuvo la desverguenza de utilizar una frase sacada fuera de contexto del escritor Augusto Roa Bastos para destacar la condición de mujer de la derrotada candidata colorada. El Premio Nacional de Literatura, falleció en el año 2005, y vivió en el exilio desde 1947 hasta la caída del Gral. Stroessner en 1989 y siempre mantuvo una posición profundamente crítica con el Partido Colorado. Pero la suma de argucias y trampas no fueron suficientes para frenar el impulso electoral en favor del Lugo. El tercer lugar en los comicios fue para el golpista Lino Oviedo, que con el 22 por ciento, quedó 8 puntos por detrás de la candidata oficialista. El ex general también proviene de las filas del Partido Colorado.
La victoria de Fernando Lugo y su coalición política tiene unos primeros resultados evidentes: el lunes 21 los paraguayos amanecieron en un nuevo país, donde lo que parecía imposible, lo que tantas veces se intentó y en lo que muchos dejaron su vida, se había producido mansamente, sin violencia, sin estridencias. A muchos les parece un sueño. Tanto que en algunos foros aparece la incredulidad: ¿entregará el Partido Colorado el gobierno? Seguramente no hay margen para otra cosa, pero a muchos ciudadanos que ya pintan canas les resulta difícil creer que esta casta política que usufructuó el poder durante más de medio siglo acepte su repliegue. Pero los más jóvenes, orgullosos, proclaman «Paraguay, año 1».
Nace en efecto, la posibilidad de apertura de un país cerrado sobre si mismo, casi desconocido en el resto del mundo y bastante ignorado en el propio continente. Algunos medios de comunicación lo expresaron en sus titulares. El diario «El País», en España tituló, «Lugo pone Paraguay en el mapa». Y el corresponsal de «La Voz de Galicia», Arturo Lezcano, escribió en su crónica: «el concepto de cambio es casi tan desconocido en Paraguay como el propio país para el resto del mundo». O como pudo haber expresado cualquier paraguayo que contemplaba el júbilo popular en las calles: «este es el definitivo entierro del General Stroessner», el dictador cuya muerte biológica se produjo en agosto del 2006.
¿Qué hacer y cómo hacerlo ?
Pero analicemos serenamente las circunstancias en las que se produce este cambio en el cual resultó desplazado el partido conservador que más tiempo ha gobernado en el mundo. Paraguay es un país de seis millones de habitantes, que dispone de recursos naturales, pero que padece un considerable atraso en su desarrollo, carece de infraestructuras básicas en gran parte de su territorio, y tiene un raquítico sistema educativo y de salud. La pobreza supera el 40 por ciento. Las cifras oficiales de paro señalan menos del 10%, pero los analistas independientes estiman que la desocupación mas el subempleo llegan al 40 %. Como ocurre en Argentina y en otros países vecinos, la siembra de soja fue ocupando tierras y desplazando campesinos a la ciudad, convirtiéndolos en marginales. La derrota de los «colorados» abre una expectativa que supera ampliamente las posibilidades reales de cambio, suponiendo que la coalición que encabeza una fuerza tradicional, el Partido Liberal Radical Auténtico – PLRA – decida acometer finalmente la transformación prometida por Fernando Lugo. Para satisfacer esa expectativa popular generada por la victoria en las urnas, Lugo, que asumirá el próximo 15 de agosto, tendría que conseguir cambios profundos en poco tiempo. Si eso no sucede, corre el riesgo de afrontar un conflicto social por la insatisfacción de quienes esperan mejoras a corto plazo.
Pero la realidad muestra que la Alianza Patriótica por el Cambio tendrá que pactar en el parlamento bicameral con los dos sectores del Partido Colorado, el oficialista y el que encabeza Luis Castilgioni, con los representantes de la UNACE, fuerza política del Gral. Oviedo o con otros grupos minoritarios. Es difícil presumir que de tales hipotéticos acuerdos salgan las necesarias reformas de fondo. Los colorados pueden haber perdido las elecciones, pero eso no significa que consientan el desmantelamiento de las usinas de clientelismo y control social que significan los puestos claves en la densa burocracia administrativa del estado y la justicia. No olvidemos que Paraguay está considerado uno de los países más corruptos en América Latina por los organismos auditores que intentan calificar la viabilidad de negocios o acuerdos. El contrabando sigue siendo hoy en dia, una de las principales fuentes de ingresos. Pero desmantelarlo, implica enfrentarse con el entramado que forman poderosos grupos económicos y parte de la clase política, que han crecido amparados por la impunidad.
Tampoco olvidemos al Ejército, que ha funcionado como el brazo armado del poder político Colorado. Nadie intentó reformas en su formación y estructura tras la caída de la dictadura en 1989. Sigue siendo un apéndice de la que hasta ahora ha sido la fuerza hegemónica y desconoce los más elementales conceptos del sistema democrático que solo existió en la retórica oficial durante los últimos 60 años. Otro elemento a tener en cuenta es que la derrota del partido colorado también hace sonar las alarmas en Washington, donde el gobierno norteamericano contempla con inquietud el resultado electoral en Paraguay. Allí, en los tiempos de silencio lograron la concesión para que las fuerzas estadounidenses puedan utilizar la base aérea Mariscal Estigarribia, situada en una zona situada a 200 kms. de la frontera con Argentina y a unos 300 del límite con Brasil. Esa base tiene la pista más extensa del Paraguay, superior incluso a la del aeropuerto internacional de Asunción y dispone capacidad para albergar una fuerza militar importante. En el 2005 se firmó un tratado bilateral por el cual Paraguay concedió inmunidad a las tropas norteamericanas que actúen bajo un «Acuerdo Militar de Entrenamiento». ¿ Intentará Lugo deshacer esos acuerdos que limitan la soberanía paraguaya ?
El capital con el que cuenta Fernando Lugo es limitado. Se reduce a un estado de ánimo más que a fuerzas o medios reales. Su Movimiento Popular Tekojoja, «vida igualitaria» en lengua guaraní, agrupa a luchadores sociales y organizaciones rurales y urbanas, pero está en una fase de desarrollo y no está consolidado a nivel estatal. El abanico de grupos políticos que le apoyaron incluye -entre otros – a tendencias social demócratas, a la democracia cristiana o al Partido Comunista Paraguayo.
Es probable que Lugo no intente transformar radicalmente el «orden» heredado, sino realizar «ajustes» que alivien tensiones y que faciliten un proceso democratizador. Eso no solucionaría los problemas de fondo, y puede dar lugar a confrontaciones entre los sectores sociales urbanos y campesinos que luchan por una redistribución de la riqueza o el derecho a la tierra a través de una reforma agraria, y los poderosos núcleos inmovilistas que se han beneficiado de las políticas oficiales en estos años.
Para dar una idea de la magnitud del robo continuado al erario público, recojo un fragmento del editorial del diario ABC color de Asunción, apenas 48 horas después de los comicios: «tras el triunfo de la Alianza Patriótica para el Cambio, ahora comienza un período singularmente riesgoso para los intereses superiores de la nación, para los bienes del Estado y para el éxito del futuro gobierno: los corruptos, los sinvergüenzas, los ladrones que copan los organismos públicos, los entes descentralizados y todas las oficinas en las que diariamente se juega la suerte de los recursos públicos, cualquiera sea su valor, querrán despedirse de sus cargos, fueros, privilegios y oportunidades llevándose todo lo que puedan. Quien más quien menos querrá irse a su casa llevándose un último «recuerdo» para engrosar el verdadero tesoro de Alí Babá acumulado durante estos largos años de oscuridad.»
Es importante recordar también que los liberales del PLRA, principal fuerza política de la coalición de Lugo, solo aspiran a la «modernización» del estado. Es inevitable la comparación del nuevo proceso paraguayo con el que sucedió a la derrota en las urnas del PRI mexicano, tras gobernar México durante décadas. Allí, hasta la oposición reconoce su origen en el propio PRI. Y también la corrupción atraviesa a los gobiernos y a los políticos como vicio institucionalizado. Y los cambios han sido constantes en el vocabulario de unos y de otros, pero nunca llegan a concretarse. En el caso de Paraguay, los colorados han dado las pautas políticas que de una forma u otra, también contaminan al resto de los partidos.
El área económica
Es todavía una incógnita el gabinete que formará Lugo, aunque su intención es conformar un equilibrio entre las distintas fuerzas que le apoyaron electoralmente. El único nombre que suena con fuerza es el de Dionisio Borda, ex ministro de Hacienda de Nicanor Duarte, para dirigir la economía del país. Si eso es así, no se pueden esperar grandes sorpresas en ese campo fundamental, del cual dependen otras políticas. Dos meses antes de las elecciones hizo una presentación pública de sus sugerencias y propuestas para el futuro gobierno, ganara quien ganara. Eso permite pensar que Borda podría haber sido ministro de economía de cualquiera de los tres principales contendientes.
Lugo tiene un compromiso que intentará cumplir: conseguir mejores dividendos para el país en los tratados bilaterales con Argentina y Brasil que regulan los beneficios de las represas de Yaciretá e Itaipú. En ese propósito tendrá sin duda el respaldo de una abrumadora mayoría de sus conciudadanos que saben que tal como están, los acuerdos son desfavorables para el país. Un dato: de las 20 turbinas que tiene la represa de Itaipú a Paraguay le corresponden 10. Pero la necesidad energética paraguaya es muy inferior a la que requiere su vecino y solo utiliza la producción de una de ellas. El resto lo vende casi al costo, a la empresa Electrobras, con lo cual en definitiva, Itaipú funciona en más de un 90% para abastecer a Brasil. Algo similar ocurre con Yaciretá, represa compartida -al menos técnicamente – con Argentina. El resultado de las negociaciones que realice con sus vecinos, incidirá en el futuro del Mercosur, donde
Paraguay y Uruguay no siempre han sido tratados de igual a igual. Será similar a la que tuvo que encarar Evo Morales para obtener una mejor compensación por el gas que entrega Bolivia a Brasil y Argentina.
Otro factor económico importante es la incidencia de las remesas de los inmigrantes que de forma incesante han salido en los últimos años con destino a Europa, Argentina o España. En el 2005 aportaron 550 millones de dólares, el equivalente a casi el 33 % de las exportaciones o el 6,6% del Producto Interno Bruto. En el último año, esa cifra total se elevó a 650 millones de dólares, de los cuales casi 400 millones provenían de inmigrantes residentes en países europeos, en particular, de España. Esa importante fuerza económica no tiene por ahora derecho a voto. Los inmigrantes en el exterior reclaman la reforma del artículo 120 de la Constitución para poder elegir a los gobernantes de su país aunque residan temporalmente fuera de su país. Es posible que ese derecho sea incluido en el proyecto de reforma constitucional que anunció Lugo para el año próximo.
No renunciemos a los sueños
Soy consciente que este análisis contradice la euforia de algunos sectores progresistas dentro y fuera del continente americano. A todos nos alegra este «definitivo entierro del Gral. Stroessner», cuya dictadura -no olvidamos- cobijó una de las centrales de exterminio del Plan Cóndor que significó el asesinato sistemático y concertado de luchadores sociales en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y el propio Paraguay. Valoramos el significado de la derrota en las urnas de una expresión política anacrónica y autoritaria que hizo de la injusticia y el abandono de las mayorías dos constantes de sus gobiernos. Pero nuestro análisis tiene que ser fiel a la realidad si queremos que sea útil, que sirva como herramienta para estimar tácticas y estrategias. Y porque la injusticia maquillada, sigue siendo injusticia y no renunciamos a los sueños que forjaron tantas luchas por un Paraguay mejor, por una América Latina unida, soberana, que pueda elegir libremente su camino. Hasta que podamos decir con el recordado poeta de Yegros, Elbio Romero: «Hermano, hemos llegado. Y será cierto. / Estaremos llegando, ya estaremos aireando las sábanas al viento/ y el oprobio y la afrenta habrán pasado / como pasa el silbido de una serpiente sibilina y negra.»