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¿El espejismo Obama?

Fuentes: Rebelión

¿Sobre qué bases pudo un progresista como Obama conquistar la Casa Blanca? Según refería la revista Time el 27 de octubre pasado: «Esta es la primera elección en generaciones, y posiblemente la primera nunca, en que casi 9 de cada 10 estadounidenses piensan que el país va en la dirección equivocada». El terremoto de Wall […]

¿Sobre qué bases pudo un progresista como Obama conquistar la Casa Blanca? Según refería la revista Time el 27 de octubre pasado: «Esta es la primera elección en generaciones, y posiblemente la primera nunca, en que casi 9 de cada 10 estadounidenses piensan que el país va en la dirección equivocada». El terremoto de Wall Street y su impacto sobre la economía real, fue el factor determinante para sacudir violentamente el pensamiento conservador dominante. El triunfo de Obama pareció capaz de poner en movimiento un nuevo ciclo progresista, tal como lo hizo Roosevelt en 1933, en ocasión de la última gran crisis económica que precedió a la actual.

Cuando el primer Presidente negro de Estados Unidos se juramentó en el Capitolio Federal, ante la mirada extasiada de más de un millón de asistentes venidos de todos los rincones de ese país, todo lucía posible. Transcurridos siete meses la efervescencia parece haber descendido a su nivel real. Si para el 3 de marzo una encuesta de NBC señalaba que dos terceras partes de los consultados estaban optimistas con respecto al liderazgo de Obama y 68% aprobaba su naciente gestión, para el 24 de agosto Gallup reportaba 51% de aprobación y Rasmussen apenas 49%.

De acuerdo a la encuesta de USA Today del 20 de agosto, es más la gente que desaprueba a la que aprueba la gestión de Obama en cuatro áreas fundamentales: economía, impuestos, salud y déficit fiscal. La encuesta Rasmussen del 24 de agosto coloca al control del déficit fiscal como la mas importante de las prioridades del país con un 40% de puntaje. En ese tema, 70% considera que los gastos del actual gobierno continuaran incementando el déficit existente. Más aún, y de acuerdo a la misma encuesta, sólo 27% confía en el manejo que Obama da a la economía.

Tan importante como la opinión pública en general es el respaldo dado al Presidente por su partido. De acuerdo a la encuesta citada de USA Today, el apoyo a éste entre los Demócratas de tendencia conservadora y moderada (la mayoría del partido), ha bajado 18 puntos desde su juramentación. Al interior del Congreso, por su parte, cincuenta y dos legisladores Demócratas han conformado el llamado grupo de los «Perros Azules» que se opone a sus propuestas.

No es de sorprender, por tanto, que tres proyectos de Ley fundamentales para materializar el cambio estructural peconizado por Obama se encuentran estancados en el Congreso: Salud, Cambio Climático y Finanzas.

La idea de que un nuevo ciclo político progresista era posible, luce hoy lejana. Seguramente Obama se verá obligado a seguir los pasos de Bill Clinton, quien luego de los escarceos liberales de sus inicios debió moverse hacia la centro-derecha para lograr su reelección.

Más que el fin natural de la luna de miel con un nuevo Presidente, la conclusión a la que parecen conducir los datos anteriores es que Estados Unidos continúa dominado por una corriente conservadora a prueba de catalismos. La esperanza Obama puede terminar resultando un espejismo y una dura decepción. No por el personaje mismo, sin duda, sino por la naturaleza de sus circunstancias.