El Gobierno de Tailandia ha dado marcha atrás a su plan de declarar ayer el toque de queda en la zona central de Bangkok, después de la violencia desatada por los enfrentamientos librados por manifestantes y los soldados, que han causado al menos 25 muertos y unos 200 heridos. El anuncio lo ha hecho el […]
El Gobierno de Tailandia ha dado marcha atrás a su plan de declarar ayer el toque de queda en la zona central de Bangkok, después de la violencia desatada por los enfrentamientos librados por manifestantes y los soldados, que han causado al menos 25 muertos y unos 200 heridos.
El anuncio lo ha hecho el segundo al mando del Estado Mayor del Ejército, general Aksara Kerdhpol, al final de la reunión que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, ha mantenido con los jefes militares y policiales.
«No es necesario por ahora emplear esta medida, porque tememos que puede tener un impacto adverso», ha dicho el general en conferencia de prensa.
El Gobierno y el Ejército indicaron horas atrás que a lo largo del día anunciarían la imposición del toque de queda en respuesta a la violencia que se ha apoderado de las inmediaciones de la zona ocupada por los llamados camisas rojas.
No está claro todavía si el Gobierno mantendrá en vigor el plazo dado a los camisas rojas, hasta las 15:00 hora local (08:00 GMT) del lunes, para abandonar voluntariamente la zona.
Por su parte, los cabecillas del frente rojo, que el sábado pidieron un alto el fuego, reafirmaron que están abiertos a retomar las negociaciones con el Gobierno con la condición de que retire a las tropas que cercan el campamento.
«No ponemos ninguna otra condición. No más perdidas de vidas» anunció Natthawut Sakua, destacado líder de los camisas rojas, a los manifestantes desde el escenario que tienen montado en el interior de la base.
También Sakua sugirió que en el caso de que el Gobierno acceda a retomar el diálogo, en éste deberá participar Naciones Unidas en calidad de mediador.
Antes, el dirigente del frente antigubernamental comunicó a los manifestantes que tenían libertad para abandonar o continuar en el campamento, de unos tres kilómetros cuadrados y en el que las provisiones escasean.
Saikua precisó que el frente ha dado ordenes a los servicios de seguridad de la base roja de permitir la salida por cualquiera de los accesos, y recomendó a las familias con hijos que se cobijasen en los monasterios y templos budistas de los alrededores.
Los disturbios han causado también unos 200 heridos desde que el Ejército emprendió el pasado jueves una amplia operación para cercar a los miles de camisas rojas que se atrincheran desde hace cinco semanas.
Según el Gobierno, tras las barricadas y empalizadas levantadas por los manifestantes para protegerse de una eventual carga de las fuerzas de seguridad hay unas 6.000 personas, una cifra que los cabecillas del frente elevan por encima de 10.000.