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Puerto Rico

El gran atraco

Fuentes: El Nuevo Día

No se trata de recurrir al consabido y molestoso estribillo de ‘se los dije’, pero no es posible pasar por alto la trágica realidad de que la mal llamada reforma contributiva, aprobada por el PNP y el PPD en la Legislatura y por el gobernador Acevedo Vilá, ha resultado ser precisamente el atraco al bolsillo […]

No se trata de recurrir al consabido y molestoso estribillo de ‘se los dije’, pero no es posible pasar por alto la trágica realidad de que la mal llamada reforma contributiva, aprobada por el PNP y el PPD en la Legislatura y por el gobernador Acevedo Vilá, ha resultado ser precisamente el atraco al bolsillo de los pobres y los asalariados que el Partido Independentista había advertido.

Desde la campaña electoral en el año 2004, el PIP y sus candidatos denunciaron que no era sólo el PNP quien estaba comprometido -públicamente- con la imposición de un regresivo impuesto sobre el consumo sino que el Partido Popular, aunque cínicamente lo negaba, también tenía decidido imponerlo. Advertimos sobre el engaño de la posición del ahora gobernador y de las nefastas consecuencias que tendría dicho impuesto.

Acevedo Vilá le tomó el pelo al País.

Cuando comenzó el debate sobre la reforma contributiva en la Legislatura los portavoces del PIP en Cámara y Senado, Víctor García San Inocencio y María de Lourdes Santiago Negrón y, en repetidas conferencias de prensa, el doctor Edwin Irizarry Mora, explicaron hasta la saciedad cómo el impuesto al consumo habría de constituir un atraco y un azote para la clase media y trabajadora y particularmente para los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad.

El PIP no se limitó a criticar el impuesto sobre el consumo sino que, reconociendo la necesidad de generar nuevos recaudos para ampliar y mejorar los servicios públicos del País, propuso un plan para que las grandes corporaciones que repatrian más de treinta mil millones de dólares en ganancias anuales y que hoy tributan a una tasa efectiva menor del cinco por ciento, tuvieran que pagar al menos el diez por ciento de su verdadero ingreso neto en contribuciones. En ningún país del mundo habría objeciones a una propuesta como ésta, pero aquí, los empresarios pusieron el grito en el cielo en defensa de sus injustificables privilegios fiscales.

El rechazo a la propuesta del PIP por parte el PNP y el PPD también desenmascaró hasta qué punto ambos partidos del ‘gobierno compartido’ están comprometidos antes y primero que nada con los grandes intereses económicos que le financian sus campañas políticas y, con la misma desacreditada visión sobre el desarrollo económico que ha condenado al País -bajo los gobiernos tanto azules como rojos- a la profunda crisis económica y social en que se encuentra.

El debate entre la Legislatura del PNP y Acevedo Vilá sobre el tema del impuesto al consumo fue siempre un debate entre ‘primos hermanos’ ideológicos: después de todo se reducía a la diferencia entre el cinco y medio, y el siete por ciento.

Ambos coinciden en que sea el ya agobiado sector trabajador y de clase media al que se le aumente aún más la carga contributiva y ambos favorecen el que el gran sector bancario y corporativo permanezca virtualmente libre de obligaciones contributivas.

No conforme con el atraco del impuesto sobre el consumo -y tal como también había advertido el PIP- los llamados alivios que se anunciaban para amortiguar el impacto devastador de ese impuesto sobre los más necesitados se hicieron sal y agua.

El País va poco a poco despertando y dándose cuenta del golpe del que ha sido objeto. Se dice que ‘en guerra avisada, no muere gente’, pero desgraciadamente aquí no fue así y, a pesar de que el PIP dio la alerta con tiempo y con claridad, hay muertos por todas partes.

El proceso de deterioro de la calidad de vida de los puertorriqueños pobres -la mayoría del País -va en picada. Nuestro viejos, particularmente los muchos que sólo tienen como ingreso el seguro social por el cual pagaron durante su vida productiva, serán impactados de forma especialmente adversa por el impuesto sobre el consumo que les llegará -como cuando llueve sobre mojado- encima de los abusivos aumentos en los servicios públicos, particularmente el agua.

Ni hablar de aquellos que no tienen pensión de clase alguna.

El colapso del modelo colonial de desarrollo basado en la sumisión a los grandes intereses extranjeros y del patio está ya trágicamente a la vista de todos. Los padrinos y cómplices de ese modelo tienen nombre y apellido: son los líderes del PNP y del PPD. Urge alterar el rumbo que nos tiene ya al borde mismo del precipicio.