La ofensiva del neoliberal que se inició con el golpe del 2012 que desalojó a Lugo del poder, está a punto de entrar en su fase final: derrotar al viejo partido Colorado, el mismo que lo colocó en el poder hace menos de dos años. La liberación de la economía, objetivo central del «nuevo rumbo» […]
La ofensiva del neoliberal que se inició con el golpe del 2012 que desalojó a Lugo del poder, está a punto de entrar en su fase final: derrotar al viejo partido Colorado, el mismo que lo colocó en el poder hace menos de dos años. La liberación de la economía, objetivo central del «nuevo rumbo» del presidente Cartes no es posible con un arcaico partido que se resiste a las reglas mercantiles del consenso de Washington. No hay medias tintas, para profundizar los cambios neoliberales es necesario sepultar a la paquidérmica organización cuya única vocación es alimentar la gigantesca legión de políticos prebendarios. La lucha se libra entre una burguesía ascendente liderada por Cartes, que busca conducir al país hacía un capitalismo más liberal, y una trasnochada oligarquía caudillista que aún no despertó de su letargo autoritario.
El neoliberalismo cartista es cada vez más hegemónico, maneja el aparato estatal, tiene el apoyo de casi todos los intendentes y gobernadores colorados, así como la masa del funcionariado público, representante de alrededor de un millón de votos cautivos. Es ahí donde radica la fuerza cartista, en el control de los votos de la burocracia estatal, dócil siempre a la hora de trocar votos por mejores salarios.
El coloradismo de rancia estirpe se atrinchera en la vieja dirigencia de base, los excluidos del banquete neoliberal, que pusieron los votos para la victoria de Cartes con la esperanza de conseguir algún puesto en la función pública. Sus votos fueron para el triunfo pero la repartija estatal fue para otros. El sector que postula a Mario Abdo Benítez para la presidencia del oficialista partido Colorado expresa los sentimientos de los colorados resabiados, que hoy observan cómo sus antiguos enemigos se reparten las mieles del poder.
¿Quién gana las internas coloradas?
El partido Colorado sigue siendo un partido hegemónico y hoy es hegemónicamente neoliberal bajo los postulados del «nuevo rumbo». El poder se concentra en manos del presidente, quien está logrando reclutar a la mayoría de la dirigencia, y todo indica que la dirección partidaria caerá bajo el poder del neoliberalismo cartista.
El reagrupamiento
Las divisiones en el partido Colorado siempre condujeron a rompimientos; el enfrentamiento entre tradicionalistas y militantes derivó en el golpe que derrocó a Stroessner, y el cisma entre oviedistas y argañistas terminó con la renuncia del presidente Cubas en 1999.
La vieja oligarquía colorada está probablemente a las puertas de una derrota catastrófica, pero la victoria del cartismo será pírrica. A los viejos zorros de la política criolla como Galaverna, Velázquez y los otros, no se les derrota fácilmente, éstos tienen el apoyo de15 senadores en el Congreso, cantidad suficiente para construir una alianza con la oposición para boicotear los planes del gobierno. A este grupo le sobrarán municiones de grueso calibre si pierden las internas.
El triunfo neoliberal puede derivar nuevamente en una división con efectos desbastadores para el partido Colorado. ¿Qué pasaría si la derrotada dirigencia se alía a la oposición?, lo más probable es que se construya una nueva mayoría en el Congreso, una oposición tan frontal que puede conducir a un estrepitoso fracaso de los planes económicos cartistas. Un peor escenario para Cartes podría ser incluso un juicio político. Razones para el juicio sobran, pero todavía faltan los votos, votos que se pueden completar con los 15 senadores colorados una vez que concluyan las internas y éstos sean radiados del poder partidario.
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