Los colorados no terminan de cerrar las heridas de sus internas y el tiempo apremia. El gran patrón fue derrotado, y quiere seguir dando órdenes, pero los ganadores yo no lo aceptan. Él tiene la esperanza de que la proverbial flexibilidad de los colorados frente a una billetera abultada le puede ayudar a forzar un […]
Los colorados no terminan de cerrar las heridas de sus internas y el tiempo apremia. El gran patrón fue derrotado, y quiere seguir dando órdenes, pero los ganadores yo no lo aceptan. Él tiene la esperanza de que la proverbial flexibilidad de los colorados frente a una billetera abultada le puede ayudar a forzar un acuerdo, además, todavía le sobra una última carta; manejará los bienes estatales hasta las elecciones, lo que le da ventaja a la hora de comprar conciencias y votos. En este intrincado escenario, cartitas y stronistas articulan una unidad de utilería para las elecciones de abril próximo.
En su interna los colorados llegaron a un poco más de un millón de votos y necesitan sumar por lo menos un millón 300.000 para ganar las elecciones. Los cálculos no cierran y tienen que rebuscar votos no colorados para completar la canasta. La tarea no es fácil teniendo en cuenta que sus dos referentes no son los más indicados para atraer el voto independiente, por una parte Mario Abdo Benítez, que sigue reivindicando a un genocida como Stroessner, y por la otra Horacio Cartes que deja un país empobrecido y acogotado por deudas. Las cartas credenciales de los dos no son muy seductoras para un electorado cada vez más crítico.
Mientras, en la otra carpa, los opositores, olvidando los fantasmas del pasado, arman una amplia alianza de cara a las elecciones. Los astros de nuevo están alineados como en el 2008, con el agravante para los oficialistas que el voto del funcionariado público ya no sería suficiente.
Estadísticamente los colorados nunca pierden si se unen, aunque los opositores hagan lo mismo (Laíno – Filizzola) como en el 1998, año que Argaña aceptó una alianza con Lino Oviedo. Pero veinte años después las cosas están cambiando, el electorado ha crecido y en ese mundo no todo es de tonalidad colorada.
En Paraguay se está generando un escenario inédito. Por primera vez los cautivos votos del funcionariado público no alcanzarían, y el voto independiente puede llevar a la llanura una vez más al partido colorado que hasta hoy gobernaba sin muchos sobresaltos.
La tarea de la oposición es motivar la participación de la población joven, y si en abril hay una alta participación de este sector, probablemente la suerte del partido colorado esté sellada. Algo llamativo en este inédito escenario: si la oposición gana no va a ser por el peso de sus candidatos exclusivamente, sino más bien por un factor hasta inaudito; el crecimiento vegetativo de la población nacional.
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