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El piñón botija decepcionó a indonesios

Fuentes: IPS

Los sueños de enviar a sus tres hijos a buenas escuelas se desvanecieron para el agricultor indonesio Muslikin, de 40 años, quien todavía lidia con el pago de un préstamo bancario que sacó en 2006 para financiar su plantación de piñón botija (Jatropha curcas). Muslikin vive en la aldea de Gundi, en Java Central. En […]

Los sueños de enviar a sus tres hijos a buenas escuelas se desvanecieron para el agricultor indonesio Muslikin, de 40 años, quien todavía lidia con el pago de un préstamo bancario que sacó en 2006 para financiar su plantación de piñón botija (Jatropha curcas).

Muslikin vive en la aldea de Gundi, en Java Central.

En 2006, cuando la agroindustria promovía el piñón botija (también llamado jatrofa) como una de las mejores opciones para la futura producción de biodiésel, Muslikin cambió su arrozal de dos hectáreas por ese cultivo.

A tales efectos, solicitó un préstamo bancario de unos 3.000 dólares para comprar pequeños árboles y fertilizantes. Menos de dos años después, los taló todos, pese a no haber terminado de pagar su deuda, y volvió a convertir su predio en un arrozal.

«Se decía que el piñón botija era una nueva vía hacia la prosperidad económica, pero resultó ser una treta», dijo Muslikin, agregando que las empresas prometieron comprar los frutos de la jatrofa a entre 67 y 78 centavos de dólar por kilogramo, así como emplear a agricultores con dos o más hectáreas de ese producto.

«Ninguna de estas promesas se cumplió. Los inversores ofrecieron pagar apenas entre 11 y 17 centavos por kilo», explicó el agricultor.

Dependiendo del tipo de semillero y de suelo, una hectárea de piñón botija puede producir hasta 3.000 kilogramos anuales de frutos. Por lo tanto, a un precio de 67 centavos por kilo, Muslikin habría ganado 4.000 dólares anuales, en comparación con los 2.778 que gana en el mismo lapso por cultivar arroz.

Para pagar su préstamo de 1.889 dólares, Muslikin vende el arroz que cultiva, lo que deriva en problemas económicos para su familia. «Antes les compraba ropas y zapatos nuevos a mis hijos dos veces al año, y comíamos carne casi todos los días. Ahora les compro ropas y zapatos nuevos una vez al año, y comemos carne solo los sábados y los domingos», dijo.

Plan nacional fallido

Muslikin fue uno de decenas de miles, o tal vez cientos de miles, de agricultores que siguieron la recomendación del gobierno de plantar Jatropha curcas, dado que Indonesia -un país que antes producía petróleo y ahora lo tiene que importar- buscaba reducir su dependencia de los combustibles fósiles, cuyo precio fue en aumento desde 2005.

En 2006, el presidente Susilo Bambang Yudhoyono fijó un ambicioso objetivo de aumentar el uso de energías renovables para cubrir17 por ciento del consumo nacional total, y se propuso reducir el uso de combustibles fósiles de 55 a 20 por ciento para 2025.

El jerarca creó el Equipo Nacional para el Desarrollo de Biocombustibles, encargado de formular un proyecto en este sentido y de elaborar programas de producción de biocarburantes a implementar por parte de instituciones gubernamentales.

Yudhoyono también creó en 2007 el programa Aldea Energéticamente Autosustentable, una campaña nacional que buscó aprovechar los recursos energéticos locales, tanto ecológicos como tradicionales -geotérmicos, microhidroeléctricos, solares, eólicos, carbón licuado- para satisfacer las necesidades de los hogares y de las pequeñas empresas.

Estos programas hicieron que los agricultores del archipiélago se apresuraran a plantar piñón botija, un árbol resistente a las sequías y a las pestes cuyas semillas contienen un promedio de 34,4 por ciento de aceite, una de las proporciones más altas entre los cultivos usados para biocombustibles.

«Es difícil decir cuántos agricultores plantan Jatropha curcas, pero estimamos que entre 2005 y 2008 se plantaron unos 400 millones de arbustos y semilleros en todo el país», dijo Abbas Hadisunyoto, presidente de la Asociación de Cultivadores Indonesios de Jatropha Curcas.

Sembrando las semillas de la crisis

La compañía holandesa de inversiones Waterland International creó el consorcio PT Waterland International Asia, que produce biocombustible a base de jatrofa en varias partes de Indonesia, como Java Central y Sumatra.

Sin embargo, las operaciones de Waterland son criticadas por Amigos de la Tierra Holanda, que sostiene que las plantaciones de la firma en Java explotan a agricultores pobres y sin educación, comprometiendo su seguridad alimentaria.

Así lo planteó la organización en el informe «Biokerosene: Take-off in the wrong direction» (Bioqueroseno: Despegue en la dirección incorrecta), divulgado en febrero.

Arief Zayin, coautor del informe, dijo que la campaña relativa a los biocombustibles podría desatar una crisis en torno a la tierra y los alimentos, dado que muchos productores convirtieron sus predios en plantaciones de piñón botija.

Waterland dijo que el informe era engañoso y sostuvo que fue escrito para justificar la lucha de Amigos de la Tierra contra los biocombustibles.

«Lo que Amigos de la Tierra no menciona es que no estamos operando en tierras agrícolas sino en bosques estatales designados como áreas de reforestación, donde la agricultura está limitada o estrictamente sujeta a normas», dijo a IPS una fuente de la compañía.

También señaló que sus plantaciones estaban ubicadas sobre colinas y que, por lo tanto, los árboles de jatrofa impedían la «erosión del suelo», reduciendo «los riesgos de deslizamientos de tierras».

La empresa dijo pagar 14 centavos por kilo de fruto de piñón botija, incluyendo las semillas, las cáscaras y la fibra. «Usamos esos derivados para producir biofertilizante», explicó la firma.

Los agricultores pierden

La fiebre de la Jatropha curcas duró poco. Para fines de 2008, la campaña por los biocombustibles había perdido vigor y los cultivadores habían talado sus árboles debido a los bajos precios de sus frutos.

«Entre 80 y 85 por ciento de los 400 millones de arbustos y semilleros plantados entre 2005 y 2008 fueron quitados de raíz, no solo talados», dijo Hadisunyoto.

Según Al Hilal Hamdi, expresidente del Equipo Nacional para el Desarrollo de Biocombustible, el programa de jatrofa para biocombustible prácticamente es inexistente.

Hamdi dijo que, dado el tamaño de las tierras que pueden convertirse en plantaciones de piñón botija, este producto tiene un enorme potencial.

«Sin embargo, el gobierno tiene que ayudar a los agricultores con semilleros de buena calidad, incentivos de precios y facilidades de producción», sostuvo, agregando que también debería contratar a personas que enseñen a cultivar la planta de modo adecuado.

Hadisunyoto dijo que volvió el interés por el piñón botija de Indonesia, y que algunas empresas de Alemania, Singapur, Malasia, Japón y Corea del Sur estaban haciendo averiguaciones ante su organización.

Pero Muslikin jura que no le dará una segunda oportunidad a la jatrofa.

«No soy tan tonto como para volver a caer en la misma trampa», dijo.

Fuente original: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100579