Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
San Agustín se divirtió mucho cuando joven. En un momento durante sus mariposeos, según sus Confesiones, el futuro Padre de la Iglesia expresó sus líneas inmortales: «Dadme castidad. Pero todavía no.»
El presidente Obama ha emprendido un enfoque muy agustino hacia las armas nucleares. Identificó un objetivo deseado. Pero al mismo tiempo, es renuente a renunciar a sus viejas costumbres. «Dadme abolición nuclear,» proclama Obama en público. Pero con sus políticas de todos los días, el presidente envía un mensaje algo diferente: «Pero todavía no.»
Comencemos por la declaración de fe. Uno de los grandes momentos de los primeros 100 días del gobierno de Obama fue el discurso del presidente en Praga sobre política nuclear:» Hoy declaro claramente y con convicción el compromiso de EE.UU. de buscar la paz y la seguridad de un mundo sin armas nucleares.» En la reciente charla en Nueva York para preparar para la revista del próximo año del Tratado de No Proliferación Nuclear, la Secretaria Adjunta de Estado, Rose Gottemoeller, reiteró el apoyo del gobierno a la ratificación por el Senado del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y a un nuevo Tratado de Reducción de Materiales de Fisión, pasos en el camino hacia la abolición.
Obama no es un activista por la paz. Como Henry Kissinger y George P. Shultz en su tan citado ensayo en el
Wall Street Journal, Obama llega a la agenda de la abolición nuclear a través de cálculos de realpolitik. Correspondientemente, la gran amenaza nuclear actual no son los arsenales que controlan Moscú o Beijing. El mayor riesgo es la proliferación nuclear: los talibanes con misiles balísticos intercontinentales, al-Qaeda con una bomba en una maleta. Mientras más bombas nucleares haya en el mundo, más probable es que caigan en las manos «equivocadas» (aunque francamente, el que la pelota nuclear haya estado en las manos «correctas» de jugadores como George W. Bush y Ronald Reagan me hacen pensar que sólo tuvimos suerte de que nunca hayan decidido lanzar una bomba hacia el arco del equipo opuesto). El riesgo de proliferación ha convertido en abolicionistas a los más duros de los guerreros de la Guerra Fría.
No todos están en el carro banda de la abolición. Algunos siguen adheridos a la noción de que las armas nucleares han hecho menos probable la guerra y que drásticas reducciones en los arsenales ruso y estadounidense harán que cualquier arma nuclear dada sea mucho más poderosa y deseable. Por lo pronto,
Michael Krepon, en la última edición de Foreign Affairs, argumenta que la amenaza nuclear ha sido «enormemente exagerada» y que deberíamos continuar con las mismas políticas – «contención, diplomacia, disuasión, fuerza militar convencional, y acuerdos de control de armas» – que impidieron la guerra nuclear durante la Guerra Fría.
Después de las deserciones de Shultz y Kissinger, muchos intelectuales de la defensa que se ganaron la vida produciendo teorías en la Guerra Fría se están cerrando en banda. Rechazan la abolición como peligrosamente desestabilizadora y prefieren el ritmo más reconfortante de los tratados de control de armas que limiten pero no eliminen las armas nucleares. Y, para sentirse más seguros, prefieren que EE.UU. equilibre los riesgos de su apuesta nuclear siguiendo adelante con proyectos como la defensa de misiles y la modernización de su complejo nuclear.
La influencia de esos retrógrados de la Guerra Fría puede ser detectada en el último presupuesto del Departamento de Energía: colosales 6.400 millones de dólares para la Administración Nacional de Seguridad Nuclear. «Un presupuesto de más de 6.000 millones de dólares para seguir adelante en la investigación y desarrollo de armas nucleares mientras se negocia la no proliferación y se promete un mundo libre de armas nucleares envía señales mixtas a los aliados, provee una cobertura política a los adversarios, y dificulta la tarea de persuadir a Irán y a Corea del Norte para que den marcha atrás con sus programas nucleares,» escribe la columnista de Foreign Policy In Focus (FPIF), Frida Berrigan en The News on Nukes.
Obama no es el único dirigente que se extasía al estilo agustino en su compromiso con la abstinencia nuclear. Kim Jong Il ha dedicado enormes recursos a un programa nuclear que ha funcionado como disuasivo y como carta de cambio. Recientemente, después que EE.UU. logró imponer una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU condenando el lanzamiento en abril de un cohete por Corea del Norte, Pyongyang expulsó a los inspectores nucleares internacionales, anunció que las Conversaciones a Seis Bandas habían sido una pérdida de tiempo, y avisó que un segundo ensayo nuclear podría tener lugar en el futuro inmediato.
De vuelta de un viaje a Pyongyang, el colaborador de FPIF Gyorgy Toloraya explica que las acciones de Corea del Norte no son sólo truculencia. La dirigencia conserva sus armas nucleares porque se siente mal tratada en las recientes negociaciones. «No llegaron mucho más cerca a la obtención de sustanciales garantías de seguridad, e incluso la remoción sobre todo simbólica de Corea del Norte de la lista de los Estados terroristas causó mucha controversia en EE.UU. y otros sitios, y condujo a exigencias de nuevas concesiones a cambio,» escribe en «The New Korean Cold War.» «Los norcoreanos lo vieron como un abuso de confianza. Ciertamente se prometió una modesta ayuda económica cuando se selló el acuerdo, pero sólo Rusia cumplió sus obligaciones (200.000 toneladas de petróleo pesado), mientras otros países se abstuvieron por completo (Japón) o dieron largas al asunto. Corea del Norte sintió que sus concesiones no fueron plenamente reconocidas y valorizadas.»
El compromiso del gobierno de Obama con la abolición nuclear es laudable y también lo son los pasos concretos que ha prometido hacia ese objetivo. Pero el nuevo presidente tiene que romper de modo más claro con el pasado. EE.UU. debe emprender negociaciones sustanciales con Corea del Norte – e Irán – y suministrar un verdadero acuerdo que pueda sustituir el rechazo de la incorporación al club nuclear. Y el gobierno de Obama no debería seguir prodigando dinero a la investigación y construcción de las mismas armas cuya eliminación está negociando en conversaciones con los rusos.
Tampoco debiera EE.UU. sustituir cualesquiera reducciones de armas nucleares por un aumento en otras capacidades ofensivas. «La superioridad militar sería un obstáculo insuperable para librar al mundo de armas nucleares,» argumentó recientemente Mikhail Gorbachov. «A menos que discutamos la desmilitarización de la política internacional, la reducción de los presupuestos militares, que se impida la militarización del espacio exterior, sería sólo retórico hablar de una mundo libre de armas nucleares.»
Es un gran alivio que, después de ocho años de políticas nucleares irresponsables en Washington, el control de armas vuelva a estar en el orden del día. Aún más reconfortante es que el gobierno de Obama haya expresado una palabra que antes era tabú: abolición. Tenemos que mantener la presión sobre el presidente para que resista las evasivas agustinas. Cuando se trata de armas nucleares, es hora de simplemente decir no.
Peligros de la ocupación
Podría parecer una paradoja. El presidente Obama ha anunciado una línea de tiempo para retirar las tropas de EE.UU. de Iraq para fines de 2011. Pero la cantidad de atentados suicidas en el país ha aumentado vertiginosamente: 25 en los dos últimos meses, en comparación con sólo seis de diciembre a marzo.
No se trata en nada de una paradoja, explica el colaborador de FPIF Steve Niva. Los atentados son una reacción ante las brechas en el plan de Obama: la redefinición de tropas de combate, la falta de claridad sobre contratistas y mercenarios de EE.UU., y la gestión desconocida de las bases estadounidenses. «Los atentados suicidas no pueden ganar guerras, pero tampoco pueden los atacantes expulsar a las fuerzas de EE.UU. de Iraq,» escribe Niva en Martyrdom’s Strategy. «Pero lo que pueden lograr es un sentimiento dominante de pánico, inseguridad, y miedo en la población de tal importancia que la batalla de las autoridades estatales de Iraq y de las fuerzas occidentales por atraerla será eternamente fútil. Los atentados suicidas crean anarquía política, y esa clase de guerra puede durar mientras a los insurgentes no se les acaben los atacantes suicidas, lo que no aparece en ningún sitio en el horizonte.
En los Territorios Ocupados, mientras tanto, los palestinos se reúnen en la ciudad Bi’lin cada viernes para protestar contra la ocupación israelí. La colaboradora de FPIF nos envía una tarjeta postal desde… Bi’lin: «Las marchas de protesta de los viernes son no violentas, pero siempre terminan de la misma manera: las fuerzas de seguridad israelíes utilizan granadas de gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a los manifestantes. Muchas de las mujeres y niños se repliegan y terminan por retirarse para no ser alcanzados, y los inquietos jóvenes palestinos responden lanzando piedras a los soldados. Hay frecuentes bajas, y del lado palestino, las protestas no violentas a veces terminan en heridos graves o muertos.»
En el Pacífico, EE.UU., está solidificando de modo muy sutil su ocupación de islas cruciales. El gobierno de Bush determinó que tres grandes sectores del Pacífico son «áreas de protección marina.» Es pura casualidad que esas áreas incluyan instalaciones militares clave de EE.UU. en la Isla Wake, Guam y Saipán.
«Muchos en Guam se oponen a la expansión de la presencia de los militares, preocupados por el aumento del crimen, accidentes, violencia contra mujeres, daño sanitario y ecológico, y otras formas de trastornos sociales y culturales,» escribe el colaborador de FPIF David Vine y la editora de Paz y Seguridad de FPIF,
Miriam Pemberton en «Marine Protection as Empire Expansion.» «Y hay que recordar también que las islas involucradas son efectivamente colonias de EE.UU. sin plenos derechos de voto y de representación en el Congreso y que siguen en la lista de la ONU de territorios programados para descolonización. Si no logra otra cosa, la designación como monumento marino agregará un sesgo ecológico positivo a la permanente pretensión de EE.UU. de utilizar esos territorios como puestos militares avanzados.»
Finalmente, un último despacho del frente de la gripe porcina. El colaborador de FPIF argumenta que el reciente estallido muestra que ahora se necesita más que nunca cooperación internacional. «También tenemos que considerar con más amplitud las debilidades en el sistema sanitario público internacional y cómo solucionarlas, ya que más epidemias son inevitables,» escribe en «The Case for an International Food Safety Agency.» Aunque los productores de cerdos estadounidenses se apresuran a difundir la noticia: ¡la gripe porcina no es transmitida por el consumo de cerdo! – la alimentación también es cada vez más globalizada. Y las instituciones internacionales de seguridad alimentaria no están actualmente a la altura de la tarea de asegurar la seguridad del suministro de alimentos.»
Enlaces (en inglés):
«Obama Prague Speech on Nuclear Weapons,» The Huffington Post, April 5, 2009; http://www.huffingtonpost.com/
Rose Gottemoeller, «Opening Statement at the Third Session of the Preparatory Committee for the 2010 Nuclear Non-Proliferation Treaty Review Conference,» U.S. Department of State, May 5, 2009; http://www.state.gov/t/vci/
George P. Shultz, William J. Perry, Henry A. Kissinger and Sam Nunn, «A World Free of Nuclear Weapons,» The Wall Street Journal, January 4, 2007; http://www.fcnl.org/issues/
Philip Taubman, «The Trouble with Zero,» The New York Times, May 10, 2009; http://www.nytimes.com/2009/
Michael Krepon, «The Mushroom Cloud That Wasn’t,» Foreign Affairs, May/June 2009; http://www.cfr.org/
Frida Berrigan, «The News on Nukes,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
Gyorgy Toloraya, «The New Korean Cold War,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
Charles Hanley, «Gorbachev: U.S. Military Power Blocks ‘No Nukes,'» Associated Press, April 16, 2009; http://www.wtop.com/?nid=383&
Steve Niva, «Martyrdom’s Strategy,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
Vanessa Ortiz, «Postcard from…Bi’lin,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
David Vine and Miriam Pemberton, «Marine Protection as Empire Expansion,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
Gerald Moy, «The Case for an International Food Safety Agency,» Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/fpiftxt/
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Published by Foreign Policy In Focus (FPIF), proyecto del Institute for Policy Studies (IPS)
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