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Líbano y la proyectada base aérea estadounidense en Kleiaat

El Sueño del Día de la Bastilla de Sharon se materializa

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

El 14 de julio (Día de la Bastilla) de 1982, el difunto Bashir Gemayel se sentó con Ariel Sharon, Raphael Eytan y Danny Yalon frente a la bandera francesa que ondeaba en el restaurante «Le Chef», en Ashifeyih, este de Beirut, en uno de sus almuerzos de trabajo.

Los israelíes, como tienen por costumbre hacer hasta este mismo momento, tenían cierta inclinación a ejercer presiones entonces como consecuencia de su recién ungida selección del siguiente presidente para el Líbano. Estaban allí para presentar una petición que favoreciera al guapo ‘chico de oro’ del movimiento de la Falange, mientras su ejército se dedicaba a apretar las tuercas por los alrededores del oeste de Beirut.

Había una oportunidad y ellos la iban a aprovechar. Después de todo, Bashir estaba contemporizando con los sionistas por sus muchas ‘consideraciones’, incluyendo la entrega de armas para distribución de droga, armamento extraído de las cantidades que, reflexivamente, EEUU enviaba a petición de Israel, compartiendo los servicios de inteligencia y los asesinatos de los palestinos que Bashir no soportaba. El trío que almorzaba con él ese día, bajo las festivas banderas francesas de ese barrio francófono, podía fácilmente destruir a Bashir Gemayel y el lo sabía.

No obstante, a pesar de la charla intimidatoria, la «crema de las Fuerzas Armadas» como se describían a sí mismos, hacía exhibición de lo que Bashir había explicado a menudo a su estúpido hermano menor Amin (quien, inesperadamente fue llamado a sucederlo como Presidente del Líbano) y a algunos de sus ayudantes como un caso de equivocada ‘arrogancia congénita’.

Subestimaron seriamente el odio palestino, el desprecio musulmán del Príncipe fenicio, Le sheikh Bashir. Al tener una idea equivocada del carismático maronita, el trío israelí no acertó a valorar que, en cualquier día de la semana, el libanés medio es algo más sofisticado, listo, sorprendente y patriótico de lo que muchos políticos israelíes o estadounidenses podrían pensar. Lo mismo sigue ocurriendo hoy.

Sharon sacó un trozo de papel del bolsillo de su camisa, como recuerda una persona del servicio de seguridad de la Falange que vigilaba la puerta del restaurante, y lo empujó hacia Bashir a través de la mesa. Lo que había escrito en él era ‘una última petición’ de Israel que contenía una palabra: Kleiaat.

Los israelíes estudiaron el rostro de Bashir tratando de averiguar sus reacciones tras coger el pequeño trozo de papel. Bashir, simulando que ahogaba un bostezo, había tenido que aguantar muchas veces esas presiones relativas a ‘una última petición’ y sentía un gran desprecio por lo que denominaba como «esos almuerzos de coacción». En efecto, aquel chico variable que era, el martirizado y todavía muy amado patriota libanés, apretó los labios y escuchó cortésmente, como es costumbre libanesa, cómo Sharon exponía los detalles.

Bashir, hirviendo por dentro y a punto de estallar en cólera, como había hecho en algunas ocasiones anteriores cuando se sentía demasiado exprimido por Sharon, en lugar de sonreír al ansioso trío, se inclinó hacia delante y susurró con un tono de voz que, como dicen aún en su barrio de Bakfyya, hacía que las mujeres se desvanecieran: ‘No se sentirán defraudados, mis queridos amigos’.

Sharon se puso como loco con la respuesta de Bashir, palmeándole en la espalda, un gesto amistoso que el anterior crucificado de la parroquia encontró profundamente ofensivo.

Al volver a sus cuarteles en Achharifeh y subir saltando los escalones hasta llegar a su despacho y encontrarse con sus ayudantes, donde menos de dos meses después moriría a causa de una bomba asesina que derrumbaría el edificio y mataría y heriría a más de 200 personas, Bashir rugió al entrar en su oficina, «¿Una base aérea israelí en el Líbano? Esos chalados hijos de puta no van a conseguir ni un grano de arena de Kleiaat».

Como residentes de Bibnin Akkar, a menos de dos millas del lugar de la propuesta base estadounidense, donde el periódico diario libanés Aldiyar está especulando que quizá a últimos de año se empiece a construir una base aérea estadounidense en los terrenos de una base abandonada, en Kleiaat, al norte del Líbano. A fin de hacer más viable el proyecto, se está promocionando como una base de ‘EEUU/OTAN’ que se utilizaría como cuartel de una fuerza de despliegue rápido de la OTAN, de escuadrones de helicópteros y de unidades de las Fuerzas Especiales.

La base proporcionará entrenamiento para el ejército libanés y las fuerzas de seguridad que combaten a los salafistas, fundamentalistas islámicos, y para otras necesidades.

El Pentágono y los cuarteles de la OTAN en Bélgica han dado al proyecto, que se extenderá a lo largo de la frontera sirio-libanesa y utilizará esa inmensa zona «como base para tropas de intervención rápida», un nombre: Centro de Entrenamiento del Ejército y la Seguridad Libaneses.

Kleiaat, un pequeño aeropuerto actualmente casi abandonado, fue utilizado durante un tiempo por las Líneas Aéreas de Oriente Medio para los vuelos diarios entre Beirut y Trípoli. Los residentes de la zona informan que durante la Guerra Civil (1975-1990), estuvo también operativo un servicio diario de helicóptero debido a los cierres de carreteras.

La base propuesta fue medida por este observador y tiene aproximadamente dos millas y media a lo largo de la playa que se extiende desde el campo palestino de Nahr al-Bared. Ambos comparten una prístina primera línea de playa en el Mediterráneo. Kleiaat es una extensión de suaves y ondulantes dunas arenosas cubiertas con extensas praderas de hierba y maleza.

A pesar de la oposición del anémico movimiento ecologista libanés, que defiende que la prístina área debería respetarse para las muchas variedades de aves y vida salvaje que acoge, la comunidad local sigue el proyecto muy de cerca.

El 29 de mayo pasado no se veía mucha actividad. Unas 20 barracas Quonset, algunos postes colocados recientemente, ninguna evidencia de equipo pesado ni material de construcción. Los tres militares del puesto fronterizo parecían aburridos y ni siquiera me pidieron el documento de identidad cuando me di una vuelta por toda la zona sobre una estupenda motocicleta nueva, BMW 2200cc, que me dejó una de los francotiradores de la milicia local que hasta hace dos días estaba disparando contra Nahr al-Bared hasta que el ejército libanés le detuvo tras las protestas del liderazgo de la OLP:

Los empresarios libaneses de Bibnin Akkar, una comunidad sunní leal a los Hariri, que serán quienes sobre todo saldrán ganando financieramente por el proyecto, ven grandes oportunidades en los miles de estructuras a construir y en los puestos de trabajo que se pueden crear en relación con todo ello. Un amable compañero que la pasada noche me conectó a un intermitente Internet a través del dial en uno de los dos ordenadores de su tienda, está proyectando un nuevo cibercafé con al menos 50 ordenadores inalámbricos. Hoteles, restaurantes y negocios de todo tipo proyectan ampliaciones para satisfacer la demanda de la esperada fuerza de trabajo.

Quién no se beneficiará del boom de todas esas construcciones serán los 40.000 palestinos de Nahr al-Bared, que están literalmente puerta con puerta con el anticipado proyecto. Esos refugiados, que fueron conducidos desde sus hogares en Palestina en 1948 y 1967, desde Telezatter por las Falanges en 1975, y otros que llegaron como consecuencia de los ataques israelíes contra el Líbano en 1978, 1982, 1993, 1996 y 2006, no conseguirán trabajo alguno en Kleiaat. Porque la ley libanesa niega el acceso de los palestinos a las 70 profesiones y actividades comerciales de grado superior en ese país.

Incluso si se permitiera regresar a los 20.000 palestinos desplazados por el actual conflicto con Fatah al-Islam, como confío que sea el caso, y si los temores palestinos de que los campos sean demolidos no se vieran confirmados, como también creo, ellos seguirán siendo unos indigentes, según la UNRWA, que considera que 10.000 de ellos son «casos en situación de privación grave».

Como se informó el 28 de mayo en los cuarteles de la OTAN en Bruselas, así como por los vecinos de Bibnin Akkar, una delegación militar turco-alemana-estadounidense hizo una gira e inspeccionó la región de Akkar. Los integrantes de la Embajada de EEUU han visitado, supuestamente, con anterioridad el aeropuerto de Kleiaat para examinar el lugar. David Welch también echó un vistazo al sitio durante su reciente visita.

Un periodista libanés opuesto a la base comentó el 28 de mayo: «La administración Bush ha estado advirtiendo al Líbano sobre la presencia de grupos de Al Qaida en el norte del Líbano. Y la base es necesaria enfrentar esa amenaza. Pero hete aquí que un nuevo «grupo terrorista» llamado Fatah al-Islam aparece cerca del campo de Kleiaat al-Bared.

El Pentágono defiende que la base militar contribuirá al desarrollo y a la recuperación económica de la región, aconsejando al gobierno libanés que centre su enfoque en los aspectos financieros y en las consecuencias positivas para la población (95% sunní) de la región.

Contendientes por el proyecto de mil millones de dólares, según la oficina de licitaciones del Pentágono, podrían ser Bechtel y Halliburton y otros contratistas que tienen en la actualidad proyectos en Iraq.

El Primer Ministro martirizado Rafiq Hariri veía también mucho potencial en el aeropuerto de Kleiaat. Pero se oponía a una base estadounidense. En su lugar, Hariri, de quien el frutero que vende frutas y vegetales al ejercito libanés que patrulla las cuatro carreteras de la frontera Trípoli-Siria en frente de Nahr al-Bared, me comentó: «Rafiq Hariri, que descanse en paz, amaba el Líbano. Pero ¡nunca veía bienes inmuebles sin que se le ocurriera hacer algo con ellos!» Hariri imaginó una Zona de Libre Comercio y un puerto por mil millones de dólares, a pesar de que había una seria oposición al proyecto, y tenía ya inversores preparados antes de ser asesinado. Damasco se oponía al sueño de Hariri porque el nuevo puerto y la Zona Libre desecarían los ingresos del cercano puerto sirio de Latakia.

Según los observadores en Washington que vigilan los desarrollos que se producen, la base ha sido impulsada por elementos de la oficina del Secretario de Defensa y la Junta de Jefes de Estado estadounidense a instancias del operario israelí Elliot Abrams. Puede preverse que el AIPAC, como de costumbre, haga el trabajo necesario en el Congreso y en la Comisión de Asuntos Exteriores. Puede esperarse también que se vayan añadiendo apropiaciones, inteligencia y comités de servicios armados, herméticamente sellados por los incondicionales del lobby israelí, como condición de la presentación de la factura ante la Cámara.

«Necesitamos conseguir que esa base se construya tan rápidamente como sea posible como un punto de avanzada contra Al Qaida y otros (léase Hizbollah) terroristas», según la miembro del AIPAC Rachael Cohen. Al ser preguntada si Israel ofrecerá formación y consejeros al ejército libanés, Miss Cohen contestó: «Se verá lo que se verá, no se trata del Líbano, se trata de parar a los terroristas, estúpido

«La cuestión para el Líbano es si el pueblo libanés permitirá que se construya la base. Pocos en el norte del Líbano dudan de que Israel no tenga acceso a la base», según manifiesta Oazman Bader, un líder comunitario que vive en Bahr al-Bared pero que ha huido a Badawi.

Fatah al-Islam y sus aliados han prometido operaciones de martirologio para detener el proyecto, según Fatah Intifada, el grupo que expulsó a Fatah al Islam de su campo el 27 de noviembre de 2006.

Según un columnista del periódico de Beirut Al-Akbar, «un proyecto estadounidense como ese desgarraría al Líbano. Líbano no pude permitírselo. Probablemente, todos los grupos en el Líbano se opondrán a él, desde los salafistas, los fundamentalistas islámicos, a los moderados sunníes y a Hizbollah. ¿Pueden imaginar la reacción siria?»

Al comentar este proyecto, un árabe-estadounidense de Boston, que está haciendo trabajo de voluntariado en el hospital del Creciente Rojo Palestino, apuntó:

«Por suerte, las organizaciones estadounidenses que trabajan por la paz en Oriente Medio, a favor de Palestina y del Líbano, cuentan con mejores conexiones telefónicas y de Internet que las que hay a nivel local, lo que permitirá que en el Líbano se pueda unir a quienes se oponen a esta base y combatir el proyecto en el Congreso. Welch y la Embajada estadounidense en Beirut deberían ser interpeladas por ello.»

Franklin Lamb acaba de publicar un libro: «The Price We Pay: A Quarter Century of Israel’s Use of American Weapons in Lebanon», que se puede conseguir en Amazon.com.uk. Su libro: «Hezbollah: a Brief guide for Beginners» saldrá a principios del presente verano. Puede contactarse con el Sr. Lamb en: [email protected]

Fuente:

http://www.counterpunch.org/lamb05302007.html