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Elecciones presidenciales en Panamá 2024, un análisis desde una perspectiva histórica

Fuentes: Rebelión

Los comicios presidenciales del próximo 2 de mayo se pueden considerar como los de mayor complejidad e incertidumbre en la historia moderna de Panamá. No solo son las elecciones con mayor número de candidatos, también según distintas encuestas, la intención de voto se encuentra distribuida de manera que ningún candidato parece aglomerar más del veinte por ciento.

La suma de estas características deja entrever la paulatina transformación del sistema político panameño y la necesidad de una reforma transversal por su obsolescencia, al ser la primera en que 3 candidatos corren por la libre postulación, es decir, sin la representación de un partido político. Lo que se debe entre otras razones a la pérdida de credibilidad por los partidos políticos tradicionales, a la disputa interna dentro de las cúpulas partidistas y a la última reforma electoral.

Esta transición es visible desde una lectura histórica, a principios del siglo pasado el partido liberal o conservador podían llegar al poder por cuenta propia, décadas después fue necesaria la coalición ante el aumento de las alternativas políticas, el desencanto de los partidos tradicionales y la persistencia de los problemas estructurales del país, y en pleno siglo XXI, ante el auge de la pérdida de credibilidad, se multiplican las candidaturas independientes mientras las coaliciones, ya indispensables (incluso entre partidos políticos de ideologías contrarias) al no cumplir con mayorías necesarias para gobernar tendrán que realizar negociaciones con varios partidos para aplicar su plan de gobierno. Otro hecho que es señal del cambio, a pesar de no impactar de manera directa en la contienda, es la creación de coaliciones conformadas por independientes, como el caso de “Vamos” que se agrupa sin formar un partido político.

Ante esto, nos deberíamos preguntar ¿el próximo gobierno tendrá la posibilidad de enderezar o al menos dar un viraje al rumbo actual del país? ¿qué va pasar si no hay manera de encontrar consenso?, se deberían contemplar figuras como la revocación de mandato, o en elecciones intermedias de la Asamblea Nacional, de una manera u otra hay modificaciones que deben atravesar y ser transversales a la constitución, instituciones y al sistema político.

La primera precisión que es necesaria sobre lo anterior es el falso supuesto que gira en torno a los candidatos independientes, como aquellos individuos desvinculados del gremio político, de grupos de interés o poderes fácticos al estilo de Robinson Crusoe. Ismael Carvallo argumenta que, así como en geometría, en la política el individuo mantiene la misma relación con el grupo que el punto con una recta, en términos de que un punto representa una intersección de rectas y la recta una sucesión de los mismos. En resumen, es una falacia que los independientes sólo se representen a sí mismos a sus ideales y solo busquen lo mejor para el país. Lo que es cierto, es que el auge de estas candidaturas es signo de la crisis de legitimidad del sistema tradicional de partidos, tendencia que se replica alrededor del mundo.

No puede entenderse el carácter de estas elecciones si su lectura no se hace a la par del contexto socioeconómico del último año en Panamá, que se puede sintetizar en cuatro puntos: encarecimiento de la vida (aumento de la canasta básica y servicios), desempleo, ausencia de lluvias —por el fenómeno del niño y el cambio climático— que limitó la capacidad productiva del canal y el conflicto causado por el nuevo contrato a Minera Panamá. Este último explotó la inconformidad del pueblo panameño, como argumenté en otro texto, que se arrojó a las calles en persistentes protestas durante 42 días ante las injusticias acumuladas en las últimas décadas. La movilización de la sociedad civil que desencadenó es aún palpable, misma que impulsó la organización de jóvenes en distintas ciudades —con mayor intensidad en la capital— para mostrar su descontento. Vale la pena tomar en cuenta la influenza que va tener la juventud en el ejercicio electoral, de acuerdo con datos del diario Voz de América de las 3,004,083 personas habilitadas en el padrón, 29 por ciento se encuentra entre 18 a 30 años, a lo que debe sumarse un 19 por ciento conformado por ciudadanos de 31 a 40 años, lo que significa casi la mitad del total. Es indudable que las nuevas generaciones van a influir de manera decisiva en estas elecciones.

Ante este escenario, es necesario indagar la manera en que este sector de la sociedad se informa y es influido para otorgar su voto. Si bien los medios de comunicación tradicionales, sobre todo los de televisión abierta (Telemetro, TVN noticias, etc.) ofrecen contenido para que el ciudadano de a pie tenga un visión general, no obstante, salvo honrosas excepciones predominan los análisis carentes de profundidad que se limitan a características superficiales, ejemplo de ello son las entrevistas de TVN a los candidatos en el segmento “Asi es” realizados por Eduardo Lim, quien más que fungir como periodista que promueve una postura crítica, se aleja de los cuestionamientos incómodos para preguntarle a los contendientes sobre la toxicidad de sus cónyuges, como si se tratara de la farándula, algo lamentable.

La realidad es que tanto los canales televisivos tradicionales como los de radio han perdido su posición como medios principales para influir en la intención de voto, si se toma en cuenta las anteriores estadísticas sobre el peso de la población joven en el país. La principal fuente de información para los jóvenes son las redes sociales, lo que nos lleva a rescatar la importancia de este sector, el cual ya ha sido tema de debate con el “Pacto ético electoral”. También las redes sociales han actuado al respecto, aunque por la presión que han tenido en Europa, al reducir el contenido político que se considera fake news o “inadecuado”, el problema es que esto se concentra a la supuesta propaganda promovida por Hamas ante el genocidio cometido por Israel y no a los temas electorales nacionales.

A pesar de la cantidad de opciones que permite la web, los líderes de opinión tanto en TikTok como en las distintas plataformas de Meta, son personajes de dudosa formación profesional con análisis poco confiables que no superan el eclecticismo, las posturas “criticas” disfrazadas basadas en intereses personales o fruto de sentimentalismos que nublan el razonamiento. En WhatsApp son pocas las fuentes confiables y abunda la propaganda que idolatra a los candidatos; es Youtube la plataforma que permite una difusión de contenido más crítico y profesional debido a la diversidad que ofrece, entre los que destacan los programas “Panamá en directo” o “Hablemos claro”, no obstante, aún hay una necesidad apremiante de periodismo independiente y de izquierda por internet que cubra estas ausencias en el resto de los medios.

Otro punto que considero relevante abordar son los mitos que se forman a partir de hechos descontextualizados, transformados en verdades a base de repetición, los cuales representan un peligro por su facilidad de viralizarse y de incidir en la elección del próximo gobierno, al respecto hay dos ejemplos arquetípicos que acechan en esta coyuntura:

El primero, la idea de que cuando gobernó Martinelli “había plata”, justificación de 8 de 10 personas que apoyan al ex mandatario. El problema es que el panameño poco informado se queda con vagas impresiones, compra la narrativa construida de manera inteligente por el propio Martinelli, en la que como buen populista funge como víctima y héroe, debido a que la clase política tradicional hará todo para que no llegue al poder por temor, pues, “es la mejor opción para el país” y no para el gremio político. Esta perspectiva evade dos cosas: la primera, contemplar cómo piensa aplicar aquel remedio para todos los problemas nacionales, porque el legado de su mandato sólo es visible en escándalos de corrupción y en el incremento de la deuda exterior; segunda, el hecho que se ha comprobado que el ex mandatario permitió un caudal de casos de corrupción —no sólo es el reciente caso New Bussiness— en el que están implicados servidores públicos de su círculo cercano y que, por lo tanto, es un prófugo de la justicia condenado por malversación de capitales.

Si en su gestión había plata y trabajo fue por el contexto histórico mundial del cual panamá sacó provecho, por la ampliación del canal y la expansión portuaria  logros heredados del gobierno de Torrijos y por la construcción del metro, de lo poco rescatable de su administración que, sin embargo, no escapó a los sobrecostos, ya que su costo final fue 2,139 millones de dólares, un incremento de 47 por ciento, que significaron 693 millones más de lo previsto, según cifras de la Estrella de Panamá.  ¿esa plata también fue a parar a las cuentas de sus allegados o debemos creer que se debió a errores de cálculo y ejecución?

El segundo ejemplo es el que se refiere al presidente del salvador Nayib Bukele, y es que ya es una constante que tanto candidatos como ciudadanos enarbolen su gestión, lo peor es que se extrapola su modelo como un ideal que debería seguirse en Panamá sin un conocimiento claro de lo que significa su política de seguridad y de sus consecuencias sociales. De acuerdo con el secretario general del Movimiento de Trabajadores de la Policía Nacional Civil (PNC) de El Salvador, Marvin Reyes, más del 10 por ciento de los detenidos son inocentes, mientras organizaciones no gubernamentales estiman que esta cifra llegar a 25 por ciento. Se disocian los resultados en forma de cifras sin tomar en cuenta el proceso por el que se logran, como el pacto secreto de Bukele con los grupos delincuenciales, porque si no es así ¿como se explica la ausencia de sus líderes en las prisiones?

Aunque el número de homicidios ha bajado drásticamente y ahora Salvador es el país con la tasa más baja en la región, esto se ha logrado a partir de tortura e indiscriminado encarcelamiento de personas, lo que lo convierte en el país con mayor tasa de población encarcelada en el mundo como lo confirma el diario alemán Deutsch Welle. ¿Acaso es válido equipar lo que ocurría en El Salvador con el caso panameño? ¿no hay otras soluciones o sólo es elegir el camino fácil por pereza mental? Es alarmante que este tipo de medidas tomen lugar en el imaginario social como posibilidades ante la inseguridad. La crisis sistémica y civilizatoria a nivel mundial conduce a la aplicación de medidas retrógradas por medio de regímenes autoritarios debido a que las condiciones de gobernanza son cada vez más caóticas, sobre todo en los países periféricos, donde la violencia es indiscriminada y la precarización de la vida es la regla.

Sea cual sea tu posición social es indispensable no dejar de lado la historia política y privada de cada uno de los candidatos, si bien es importante la inclinación ideológica o el contenido y la viabilidad de sus propuestas, lo es aún más la integridad y fiabilidad que cada uno haya demostrado a lo largo de su carrera. Este punto es el que se deberían promulgar los medios informativos como un mantra, desde su importancia en la coyuntura actual por la falta de credibilidad hacia la política. En el escenario político, sobre todo en estas instancias, las buenas propuestas e intenciones no sirven si no tienen como fin su materialización, y sí, Colón sirve de ejemplo, ¿de qué sirve el “nuevo estadio” Roberto Mariano Bula y el resto de obras en la provincia sin terminar?

Es preferible apostar a la experiencia, pero no de cualquier tipo, Gaby Carrizo, por ejemplo, ha demostrado su incapacidad de lidiar con la complejidad que enfrenta el país, ya que en la práctica ha sido quien maneja el actual gobierno. Otro mandato de derecha o centro derecha como los que proponen Roux o Lombana que sólo se ocupe de la capital, de un par de provincias y beneficie algunos estratos de la sociedad no es lo que necesita la mayoría de los panameños. Darle el voto a Mulino es olvidar el desfalco y la malversación de Martinelli, este precedente dejaría el mensaje que cualquier presidente puede pasar por encima de la ley y salir impune. El mismo Martinelli ha hecho públicas sus intenciones de tomar el poder de ganar Mulino, no hay duda de que este personaje es quien representa el mayor peligro para el país.

Considero que la mejor opción es Martin Torrijos, alguien no sólo con experiencia, la integridad lo ha caracterizado durante su carrera y, aunque también tuvo fallas en su administración en temas de salud y educación, ahora con una visión más amplia, mayor conocimiento sobre las necesidades del país y con el aprendizaje de su experiencia puede dar mejores resultados. No se debe olvidar que tras su gobierno se pasó de un déficit fiscal del 5.4 por ciento a un superávit de 2 por ciento lo que en conjunto con el crecimiento del PIB en 11.2 por ciento y el fortalecimiento del centro bancario, contrarrestó el impacto de la crisis financiera de 2008, que en otras economías de la región tuvo efectos catastróficos.

Resolver problemas fundamentales como el del agua, desempleo y salud mientras se mantiene una austeridad financiera no es algo que pueda lograr cualquier candidato sin experiencia. Durante su mandato logró reducir el desempleo a la mitad, de 12.4 por ciento a 6.7 por ciento. Su visión es la más factible si tenemos en cuenta el endeudamiento actual, y no es solo un compromiso de campaña, lo ha demostrado. Su propuesta de apuntalar el canal como un hub logístico multimodal se amolda al contexto actual sin tantos riesgos ni posible endeudamiento, —incluso ya se ha reunido con los directivos de la Autoridad del Canal—, su visión sobre el papel de la tecnología en la educación y la idea de proveer internet gratuito en las comunidades muestran el conocimiento y la preparación de su equipo de trabajo.

En suma, la transición hacia un mejor Panamá en el que no tenga lugar la corrupción, y en cambio se imponga un sistema democrático, transparente y más equitativo, tiene que ser el resultado de un proceso dialéctico entre, por una parte, una sociedad civil más politizada cuyo compromiso no se acote a los pocos meses electorales y, por otra parte, de una institucionalidad que permita hacer frente a la complejidad contemporánea y cuyo objetivo sea el bienestar de las mayorías en lugar del privilegio de las élites.

Para que esto se logre es necesario un cambio en ambas instancias, la transformación de las instituciones es insuficiente si no se acompaña de un cambio en la población y, viceversa, el progreso en la población es estéril sino se traduce en la institucionalidad; ambos son interdependientes y se refuerzan. Para lo primero es esencial que el panameño quiera salir de la zona de confort, convierta la rabia causada por las injusticias en motivación para informarse y exigir a sus gobernantes en lugar de reproducir actos de corrupción (en el siglo XXI el internet abre la puerta para ello, incluso por medios audiovisuales); en cuanto a las instituciones, además de una renovación en sus estructuras y funcionamiento que brinden transparencia y rendición de cuentas, es necesario que la transformación llegue hasta la clase política porque son quienes permiten el funcionamiento de las instituciones. Acabar con décadas de vicios impregnados en los partidos políticos y en la cultura política no es una tarea fácil, pero es posible mediante un esfuerzo constante que llevará varios años e incluso décadas. Los jóvenes panameños podemos aprovechar la coyuntura del cambio generacional y comenzar con el cambio, porque al final como dice el viejo adagio, el pueblo tiene al gobierno que se merece.

Carlos Jenkins López. Internacionalista por la Universidad Nacional Autónoma de México analista en temas de Disputa Tecnológica y Geopolítica.

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