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En África, América, Medio Oriente… tambalean los pilares de la hegemonía estadounidense

Fuentes: Rebelión

El colapso del bloque socialista derivado de la caída del muro de Berlín en 1989 y de la fragmentación de la URSS en 1991, fue una catástrofe para la humanidad, para la lucha por los derechos de los pueblos, para las conquistas de los trabajadores aun en los países externos al bloque, y generó por otra parte un mundo de ensueño para los oligarcas estadounidenses que se extendieron por todo el mundo usando recursos y poblaciones prácticamente a su antojo. Quien no se doblegaba por las buenas, lo hacía por las malas (invasiones, guerras y OTAN de por medio).

Pero ¿cuáles eran los ingredientes de ese mundo de hegemonía norteamericana en que hemos vivido?

  • La URSS cayó y Rusia quedó debilitada. El Estado del país euroasiático emprendió una rápida carrera hacia la privatización de los recursos públicos.
  • Fukuyama decretó el “fin de la historia”, que en realidad era el anhelo de los grandes capitales ganadores. En este mundo ya no había alternativas pues habíamos llegado, según este autor, al mejor de los mundos posibles, “democrático y libre”, con Estados Unidos a la cabeza.
  • La ONU se consolidó como intermediador y garante de la paz; pero no una paz cualquiera, sino una con mando y garrote gringo, con un sistema internacional claramente alineado con los valores de Occidente.
  • El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, supuestamente creados para velar por la prosperidad económica y financiera global, realmente sirvieron como ariete para endeudar y someter financieramente a los países subdesarrollados del planeta.
  • La Organización de Estados Americanos (OEA), que agrupaba a todos los países del continente (con la digna excepción de Cuba), servía de gendarme en América para criticar, castigar, o de plano aniquilar con Golpes de Estado a todo aquel gobierno de la región que no se alineara con los intereses del gran capital.
  • Japón, antes de la segunda guerra mundial, mantenía ataques imperiales contra China. Una vez derrotado y dominado militarmente por la superpotencia norteamericana (bombas nucleares de por medio, aunque la victoria ya había sido preparada por la tenacidad del pueblo chino y por la derrota del fascismo alemán por parte de los soviéticos), mantuvo su empresa antichina pero ahora dirigido por el fortalecido imperialismo de Estados Unidos.
  • En Medio Oriente, el acuerdo del gobierno estadounidense con Arabia Saudita funcionó (además de estabilizador del dólar como moneda de cambio global al ser la única divisa aceptada para el comercio de petróleo) como medio para asegurar el control regional por medio de un plan de desestabilización y guerras en toda la zona, con los sauditas apoyando a Israel y generando conflictos con Irán, Yemen, Qatar, Siria, etc.
  • África con décadas de saqueo y explotación de los capitales europeos, tras la segunda guerra y gracias al empuje del bloque socialista, tuvo grandes movimientos anticoloniales, pero con el fortalecimiento de Occidente ante la implosión de la URSS y la hegemonía gringa creciendo como la espuma, estuvo a merced de procesos de división y golpeteo contra sus pueblos, muchos de los cuales quedaron saqueados, arruinados y en el abandono. Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, se sirvieron con la cuchara grande, reprimiendo la menor manifestación de disidencia.
  • China rodeada de bases militares estadounidenses, con poca capacidad de respuesta, enfrentando sus propios problemas, con la gran mayoría de su población en la pobreza y con poco desarrollo de las fuerzas productivas (relativamente, con respecto a lo que había en Japón, en Alemania o en Estados Unidos, todavía hace 20 años)

Habría más ingredientes que anotar, pero sirvan los anteriores para mostrar que, ese mundo de hegemonía norteamericana, ese mundo de pensamiento único, de control económico y supremacía militar de Estados Unidos, está teniendo fisuras, no ha caído pero está tambaleando.

¿Qué síntomas podemos destacar, para demostrar lo anterior?

Con la llegada de Putin al poder, Rusia detuvo poco a poco, y no de forma definitiva, su carrera privatizadora, reduciendo el flujo depredador que Estados Unidos y Occidente colectivo impulsaron para deshacerse de la “amenaza rusa”. Haciendo un breve recorrido de su primer mandato, podríamos decir que el Vladimir Putin intentó ser aceptado por las potencias occidentales, ser del “club de los ricos”, ingresar al G8 como lo hizo, pactar con Europa garantías de paz conjuntas, y llevar la fiesta en paz con las potencias imperialistas, garantizando recursos, energía y mercado para los grandes capitales. Pero el plan no resultó, la obsesión occidental y particularmente estadounidense de aniquilar a Rusia y penetrar con fuerza apoderándose de todos sus recursos, hizo que las cosas se fueran construyendo en otra dirección (en la dirección Oriental como podemos ver hoy). Todavía en 2014 Putin trataba de llegar a acuerdos con Francia, Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos, cuando la OTAN ya accionaba en Ucrania asesorando hordas fascistas y al propio ejército ucraniano para perpetrar un verdadero genocidio contra la población rusófona en el Donbass. Occidente empujó a Rusia, con sus constantes agresiones y amenazas, a los brazos de China.

Es claro que Rusia con Putin sigue siendo capitalista, pero también es importante reconocer que no es un país sometido a la dinámica impuesta por el imperialismo norteamericano. Dice Ángeles Maestro que: “La llegada de Putin al poder el 31 de diciembre de 1999, que no supone la modificación del carácter capitalista del Estado ruso, sí supone una disminución progresiva del poder económico y de la influencia política de los oligarcas más estrechamente ligados a occidente. Son los que obtuvieron sus propiedades del robo masivo de empresas públicas y de recursos naturales de la URSS y fungían como cabezas de puente de la penetración del imperialismo norteamericano y de las alianzas políticas correspondientes”i. Llegando Vladimir Putin al poder, se procedió al encarcelamiento y expropiación de Gussinsky y Khodorovsky, oligarcas que desde el amparo del poder de Yeltsin y su ola privatizadora, hicieron grandes fortunas. Khodorovsky, por ejemplo, viceministro de Combustible y Energía de Rusia con Yeltsin, compró la empresa de petróleo estatal Yukos, con el nuevo régimen fue acusado de fraude, lavado de dinero, malversación de fondos y arrestado. Amnistía internacional lo declaró “preso de conciencia” y hoy vive en Londres. No es el único caso de personajes corruptos que en la perestroika acuñaron fortunas, y que hoy están protegidos por potencias extranjeras: Gussinsky, por ejemplo, empresario que se hizo de un emporio de medios de comunicación, acusado de fraude y de lavado de dinero, fue nacionalizado y apoyado por Israel. En Rusia no hubo una derrota militar aplastante y devastadora, la guerra fría se detuvo sin la bota militar gringa pisando la plaza roja moscovita, eso marcó hacia adelante la historia en la geopolítica mundial: la URSS se desintegró y los grandes capitales se aprovecharon del nuevo escenario, pero ni Estados Unidos, ni la Gran Bretaña, ni Alemania, pudieron invadir y desmoronar al Estado ruso como querían (y quieren), lo que hace que algunos intelectuales de derecha y pro occidentales afirmen que en realidad lo que tuvimos fue una “salida en falso de la guerra fría”. Por ello, aun hoy en Rusia muchas experiencias soviéticas siguen teniendo significado y sentido para un buen porcentaje de la población, como por ejemplo los honores a los muertos de la gran guerra patria, la convicción popular de la importancia de la lucha contra el fascismo y la necesidad de continuarla, el coraje contra los invasores europeos y contra los intervencionistas gringos, un sistema educativo que reivindica los “beneficios de la educación socialista”, entre muchos otros elementos. Además, Rusia difícilmente puede ser catalogada como “imperialista” o “neoliberal”, es más bien un país odiado por Estados Unidos y que no le rinde pleitesía; un país al que quieren de rodillas para repartirse sus vastos recursos y mercado; un país con una economía en buena medida planificada por el Estado y exportadora de materias primas, hoy bloqueada y con sanciones al por mayor para doblegarla.

La mancuerna Rusia/China es, sin duda, el fenómeno más importante de este nuevo mundo multipolar en emergencia. Rusia como ariete diplomático, político y militar, y China como la parte de la pinza con un desarrollo económico, financiero y tecnológico sin precedentes. Es importante tomar en cuenta que los dos fenómenos, la resistencia rusa frente a occidente y el crecimiento económico chino a costa de la debilidad imperial estadounidense, están íntimamente ligados y son codependientes.

China pasó en un sólo siglo de estar dominada por un sistema dinástico de corte precapitalista, como la última dinastía Qing todavía en el poder en 1912, a tener una república de reivindicación socialista con un enorme desarrollo tecnológico e industrial en este nuevo milenio. El salto gigantesco, sin duda, se debe a la tenacidad de su pueblo, a la consciencia que se forjó con cientos de años de dominación extranjera, y por supuesto, gracias a la revolución de 1949 donde el país comenzó su camino de control y desarrollo de los medios de producción, pasando por la última etapa de acelerada modernización, desde 1978 hasta la fecha. Hay quien dice que ha sido gracias a Deng Xiaoping que China logró ingresar al mundo globalizado y que, por ello y gracias al capitalismo, el gigante asiático logró desarrollarse. A esta afirmación, le hacen falta matices, por decir lo menos, y es que lo que ha logrado desarrollar a la sociedad china no ha sido por el capitalismo, sino por el control de la producción por parte del Estado. En otras palabras, sin la “parte socialista” de su sistema, como la planificación económica, el control de la producción y la intervención de millones de cuadros del Partido Comunista que participan en todas las esferas de la vida económica del país, la historia sería diferente. Basta decir que México y Brasil, en 1980, tenían una economía más grande que la de China, y los tres países “decidieron” abrirse al mercado mundial prácticamente al mismo tiempo, y hoy la economía china es por lo menos 10 veces mayor a la mexicana. ¿Cuál fue la diferencia? Que México hizo su apertura dominada por el mercado (o mejor dicho, bajo control y para el beneficio del gran capital estadounidense), mientras que la apertura de China se hizo dominada, controlada y planificada por el Estado. Entonces, no fue sólo el mercado, sino también y fundamentalmente (como un fenómeno dialéctico) la planificación del Estado, lo que generó el “milagro chino”. Hoy el gigante asiático tiene una economía más grande que la de EU (medida en PIB a paridad en poder de compra), e interviene económica y diplomáticamente en muchas partes del mundo. La Organización de Cooperación de Shangai, los BRICS, la iniciativa de la Franja y la Ruta, son hoy ejemplos de un liderazgo mundial firme, sin precedentes y en crecimiento.

La fortaleza económica, financiera y diplomática china, ha logrado que la vieja fuerza omnipotente de los organismos financieros internacionales de occidente, como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE o el Banco Central Europeo hoy no tengan la fuerza de imponer su voluntad como hace unos años. Para muchos gobiernos de países subdesarrollados y débiles frente al poder del gran capital, era muy difícil plantar cara ante los mandatos de estos organismos. Cualquier país que se rebelara, aunque sea tímidamente, era bloqueado, intervenido e incluso objeto de golpes de Estado (duros o blandos). América Latina, por ejemplo ha sido objeto, todavía en este nuevo siglo, de golpes de Estado orquestados por EU. Sólo por mencionar los más recientes, en Brasil, Paraguay, Honduras, Bolivia y Perú, aunque cada vez con menos fuerza, porque los países de nuestra región, como los asiáticos y los africanos, cuentan con un elemento que no existía hace un par de décadas, una balsa de soporte: China y Rusia. Es la realidad. Sin resistencia de los pueblos, no serían posibles las alternativas progresistas en el poder, pero en la geopolítica mundial, también cuenta el crecimiento del bloque chino y ruso. Venezuela, por ejemplo, que representa una alternativa de oposición firme al régimen imperialista norteamericano, muy difícilmente se sostendría sin el respaldo financiero, económico, tecnológico, militar y hasta sanitario de este nuevo bloque, donde también participan países como Irán, que tienen sus propias razones para oponerse a la hegemonía norteamericana. Y no es que el aguante del pueblo no sirva, al contrario, sin él no tendríamos nada, pero hay que reconocer que ese aguante hoy tiene una posibilidad, un respaldo, que antes no tenía.

El que Dilma Rouseff haya sido nombrada nueva directora del Banco de los BRICS, refuerza esta tendencia de reprogramación institucional, acorde al mundo multipolar que está naciendo frente a nuestros ojos.

Hablando de América Latina, habría que agregar que hoy experimenta una nueva oleada de gobiernos progresistas, de mayor o menor tendencia popular, pero en general opuesta al marco económico gestado después de la caída del bloque socialista. Se trata de un cúmulo de gobiernos no neoliberales o menos neoliberales (según sea el caso), más alejados del sometimiento ciego al imperialismo y más cercanos a las exigencias de la gente. Según Álvaro García Linera, antes, con Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, bajo el faro luminoso de Fidel Castro, se vivió una “ola roja” en América Latina, y lo que hoy tenemos es una “ola rosa”, más moderada, menos rupturista con Estados Unidos, pero en suma también muestra de la debilidad del neoliberalismo, y del hasta hace muy poco tiempo, imperio intocable que padecimos los latinoamericanos y los pueblos del mundo entero. Con la llegada de Lula a Brasil, se refrendan los lazos antiimperialistas de la región. En Ecuador, por ejemplo, la debacle del banquero Guillermo Lasso, su salida por “muerte cruzada” y el adelanto de las elecciones, pone a la correísta Luisa González a la cabeza en las encuestas, frente a un bloque de la derecha neoliberal, dando palos de ciego.

África y Medio Oriente, son símbolos de la debilidad de Occidente y del surgimiento de este mundo multipolar. En África todos los mandatarios europeos salen raspados; no hay presidente occidental o funcionario de alto nivel que, ante alguna visita de Estado, salga bien librado. «No estamos aquí para servirle la sopa», le dijo el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, al presidente francés Macrón. “Mírenos de otra manera, respetándonos, considerándonos como verdaderos socios y no siempre con una mirada paternalista, con la idea de saber siempre lo que nos hace falta”ii; el líder de la oposición de Zambia, Fred M’membe, frente a la visita de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, al país africano, aseveró que: “Un país que ha derrocado a tantos gobiernos en África, que ha provocado tantos trastornos en África y en otras partes del mundo. El país que ha asesinado a tantos de nuestros líderes en África y otras partes del mundo. Los asesinos de Patrice Lumumba, los asesinos de Kwame Nkrumah, los asesinos de Nasser, los asesinos de Muammar Gaddafi, vendrán hoy a enseñarnos sobre democracia… Un país que se construyó sobre la fuerza bruta, sobre la esclavitud de otros seres humanos, sobre la humillación de los africanos, sobre la explotación de los africanos, vendrá hoy a enseñarnos democracia… Si no tienes respeto por la dignidad de los demás, si no respetas la soberanía de otros países, no puedes pretender ser el ‘campeón de la democracia”iii.

Frente a la visita programada para agosto del presidente ruso, Vladimir Putin, a Sudáfrica, la BBC insistió en que se le debería “detener”. En entrevista con Fikile Mbalula, Secretario General del Congreso Nacional Africano (partido en el poder), el periodista del medio inglés hizo preguntas como: “¿su gobierno lo detendrá?”, “¿dan la bienvenida a Putin?, “un hombre investigado por crímenes de guerra…”, a lo que Mbalula respondió: “le damos la bienvenida como parte imprescindible del BRICS… Putin es el jefe de un Estado. ¿Crees que se puede detener a un Presidente en cualquier lugar? ¿Cuántos crímenes ha cometido tu país (Inglaterra) en Irak? ¿Cuántos crímenes cometieron los aliados en Irak y Afganistán? ¿Acaso los han detenido?”. El periodista respondió: “¿eres consciente del impacto de tu posicionamiento?”, a lo que Mbalula remató: “Han hecho mucho ruido sobre Putin y su trabajo por la paz entre Rusia y Ucrania, mientras, ha fracasado en impedir la guerra. ¿Dónde están las armas de destrucción masiva? [con las que justificaron la invasión a Irak]. Tony Blair fue a Irak afirmando que tenían armas de destrucción masiva. ¿Viste que alguien se haya opuesto a eso en el Reino Unido…? Murieron millones de personas en Irak y Afganistán y no había ni rastro de armas de destrucción masiva. Sabemos de qué va la guerra entre Rusia y Ucrania, y deseamos la paz, eso es lo importante para acabar esta guerra y, las organizaciones mundiales que predican la paz, no deberían quedarse en silencio ante esto”iv. Papelazo que está haciendo Occidente, de punta a punta.

Pero tal vez lo más espectacular de las recientes transformaciones geopolíticas son las que están ocurriendo frente a nuestros ojos en Medio Oriente. Arabia Saudita, siempre fiel a los intereses de Estados Unidos, promotora de la guerra contra el terrorismo (desde George W. Bush hasta hace muy poco tiempo), garante como hemos dicho, de la estabilidad del dólar al imponer el billete verde norteamericano como única divisa válida para el comercio de petróleo, aliado de Israel y opositor acérrimo de Irán, generador de caos y de guerras en toda la zona en lo que algunos expertos han llamado guerra no convencional de desestabilización en Irán, Siria, Irak, Yemen y Líbano, para garantizar el control del territorio, entre otros aspectos, han permitido a Estados Unidos una hegemonía regional muy fuerte con su firme aliado saudita; una alianza histórica construida después de la segunda guerra mundial, que hoy tambalea.

Arabia Saudita no ha apoyado a Estados Unidos en su posición con respecto a Rusia, no ha respaldado las sanciones económicas contra este país ni contra China. Frente a la exigencia occidental de adoptar una política de ruptura con este nuevo bloque, los saudíes prefirieron irse apartando… ¡pero de Estados Unidos! Comenzaron con permitir el pago de sus exportaciones de petróleo con el yuanes y otras monedas regionales, eso no cayó nada bien en la Casa Blanca, pero sin duda cayó peor la hazaña diplomática china de reunir y pactar la reanudación de relaciones entre este país, Arabia Saudita, e Irán. Pacto histórico que tendrá repercusiones regionales y mundiales de gran envergadura. De hecho, ya las estamos viendo: “acuerdo irano-saudí (intercambio de embajadores y cónsules), acuerdo iraquí-iraní (para impedir que los kurdos iraquíes se conviertan en un elemento de desestabilización en la zona), intercambio de embajadores entre Siria y Arabia Saudita, visita del presidente sirio a Emiratos y restablecimiento de nuevos y más fuertes lazos comerciales, reintegración de Siria en la Liga Árabe con apoyo saudí (su reincorporación se propondrá en el mes de mayo), nuevos acuerdos comerciales ampliados entre El Cairo y Damasco, intercambio de embajadores entre Túnez y Siria, nuevos acuerdos entre Catar y Bahréin (desde el 2017 habían roto relaciones diplomáticas y el 12 de abril acordaron restablecerlas)… también se abre paso a una futura estabilización en Líbano. Por último, las negociaciones entre Irán, Siria, Turquía con la mediación de Moscú están muy cerca de culminar en un acuerdo entre Ankara y Damasco”v. Hoy, Arabia Saudita está pidiendo el ingreso a la Organización de Cooperación de Shangai y al BRICS+.

Fukuyama mismo se retractó de su tesis del “fin de la historia”, diciendo que el ascenso de China imprimía nuevos retos al “liberalismo democrático”. Ante los recientes acontecimientos, esta formulación se ha quedado corta. La amalgama económica y política Sino-Rusa; el ascenso económico, político y diplomático de China; la imposibilidad de Ucrania (con todos los recursos de la OTAN), de derrotar a Rusia en el frente de batalla; los reajustes históricos de Arabia Saudita; el afianzamiento meteórico de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shangai; la nueva ola de gobiernos progresistas, con todas sus tibiezas y dificultades, en América Latina, así como el creciente repudio africano ante los abusos europeos… son apenas algunos trazos de una pintura general, que dibuja un nuevo mundo multipolar, con posibilidades y esperanzas de transformación para los pueblos oprimidos del orbe.

Referencias:

i Ángeles Maestro (10 abril 2023). Cambios en la situación internacional y la crítica de la caracterización de Rusia como imperialista. La Haine. https://www.lahaine.org/mundo.php/cambios-en-la-situacion-internacional

ii Samy Ntumba Shambuyi (6 de marzo de 2023). Congo pide a Macron que lo trate con respeto; “no estamos aquí para servirle la sopa”. Diario 12 horas de Veracruz. https://12horasdeveracruz.com/congo-pide-a-macron-que-lo-trate-con-respeto-no-estamos-aqui-para-servirle-la-sopa/

iii Cubadebate (3 de abril de 2023). Líder africano a Kamala Harris: Si no respetas la soberanía de otros países, no puedes pretender ser el ‘campeón de la democracia’. http://www.cubadebate.cu/noticias/2023/04/03/lider-africano-a-kamala-harris-si-no-respetas-la-soberania-de-otros-paises-no-puedes-pretender-ser-el-campeon-de-la-democracia/

iv Fikile Mbalula, acerca de si el gobierno de Sudáfrica arrestará a Vladimir Putin. Video en: https://youtu.be/Niz2VDVpxT4

v Eduardo Luque (27 abril de 2023). Oriente Medio se reconfigura. El viejo topo. https://www.elviejotopo.com/topoexpress/oriente-medio-se-reconfigura/

Gilberto Enrique Ramírez Toledano, profesor de Historia Económica y de Investigación y Análisis Económico, en la Facultad de Economía de la UNAM.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.