El próximo domingo 24 de septiembre la ciudadanía suiza irá a las urnas para votar dos de las leyes que más debate político ha creado en los últimos tiempos, en este apacible y por momentos inerte país europeo. El 16 de diciembre del 2005, el parlamento había adoptado la nueva ley de extranjeros (LEtr) y […]
El próximo domingo 24 de septiembre la ciudadanía suiza irá a las urnas para votar dos de las leyes que más debate político ha creado en los últimos tiempos, en este apacible y por momentos inerte país europeo.
El 16 de diciembre del 2005, el parlamento había adoptado la nueva ley de extranjeros (LEtr) y la 6ta. Revisión de la Ley sobre el Asilo (LAsi). Gracias a un Referéndum popular -precioso mecanismo ciudadano de la democracia directa helvética- el pueblo suizo podrá pronunciarse este fin de semana sobre ambas leyes.
Contra lo inhumano
En caso que las mismas entren en vigor, la Confederación Helvética recorrerá un paso más en un proceso de sistemático endurecimiento de su política migratoria en general que ya se viene aplicando desde años. Como sucede, por otra parte, en la mayor parte de los países del Viejo Mundo.
Por numerosas razones de tipo político, ético y de valores esenciales, los partidos Socialistas y Verde -ambos parlamentarios-, así como todas las fuerzas de izquierda, principales uniones sindicales, ONG de desarrollo y de intercambio de personas, de derechos humanos y ecológicas, las iglesias católicas y protestantes llaman a votar 2 veces NO a estas leyes. En la base consensual amplia, argumentan el rechazo a esta escalada xenofóbica en la coherencia con una visión de país y del mundo más justos, solidarios y humanos.
Las organizaciones de inmigrantes; de trabajadores sin estatus legal -sin papeles-: de solidaridad con Latinoamérica y con el Sur en general, así como el conjunto de los movimientos asociativos y ciudadanos, se han sumado intensamente a la campaña contra las nuevas disposiciones legales.
A pesar de esta enorme movilización ciudadana, las encuestas anticipan hasta el momento la victoria del sí.
La Ley de Extranjeros que se va a votar el 24 de septiembre, en lugar de garantizar la igualdad de derechos de todas aquéllas y aquellos que trabajan en Suiza, en caso de ser aprobada, va a profundizar la discriminación y las diferencias entre europeos y extra-europeos. Adicionalmente, suprimiría prácticamente cualquier esperanza de regularización de los miles de trabajadores sin status legal que viven en este país.
Eso significa que, especialmente, centenares y centenares de latinoamericanos, africanos y ciudadanos de algunos países de la Europa del Este – muchos de los cuales viven y trabajan desde años en Suiza- verán alejarse toda posibilidad de regularizar su situación migratoria.
La Ley sobre el Asilo, por su parte, impondría ciertas condiciones (como la posesión de un documento de identidad) que hace casi imposible la obtención del refugio. Y condena a la ilegalidad y precarización total (rayando con lo inhumano) a aquellos ciudadanos del planeta tierra que no sean aceptados como refugiados en el territorio helvético. Estas leyes, adicionalmente, violarían principios de la jurisprudencia internacional y derechos esenciales como los de la infancia, tal como han denunciado altas personalidades de organizaciones onusianas.
De la misma manera que son rechazadas diariamente decenas de embarcaciones que intentan llegar a Europa y que quedan flotando en «tierra de nadie» en pleno océano, actuarán también estas dos nuevas leyes helvéticas. Y de esta manera una hilera más de ladrillos será agregado al ya alto muro de segregación entre el Norte y el Sur, entre Europa y el resto del mundo, entre la Confederación Helvética y el Sur.
Entre los principales promotores de las nuevas leyes, la Unión Democrática de Centro (extrema derecha), el Partido Radical (derecha empresarial) y los democratacristianos (de centro- centro/derecha).
Anti extranjero=contra la cooperación
Constatación significativa, por otra parte, los que quieren reducir/segregar a los extranjeros que viven en Suiza o a los demandantes del asilo son los mismos que preconizan cortes sensibles al presupuesto para la cooperación con el Sur. Suiza que se había comprometido en 1992 en la Cumbre de Río con el 0.7 % del Producto Interno para la Cooperación internacional, llega hoy apenas al 0.4 %.
En el marco de este debate de sociedad y civilización que se da tanto en Suiza, como en otros países y regiones del mundo, muchos analistas insisten en recordar una premisa esencial: cuanta más cooperación y solidaridad sea destinada a las poblaciones empobrecidas y activas del Sur, más se avanzará hacia un planeta un poco menos injusto.
En otras palabras, insisten, si no se cambia la visión preponderante actual de financiar el confort del Norte sobre la base del esfuerzo creciente de los pueblos del Sur, seguirá aumentando la actual «presión» migratoria a la que se enfrenta el Norte.
Amplios sectores de la sociedad civil helvética insisten en decenas de tomas de posición publicadas los últimos días, que es esencial no sólo oponerse a las nuevas leyes represivas sino también estimular una cooperación solidaria activa, efectiva y movilizadora tanto de la sociedad civil del Sur como de la del Norte.
«Lapsus histórico»
Detrás de la actitud crecientemente represiva un terrible «lapsus» histórico. Los que hoy quieren mano dura contra los inmigrantes olvidan los repetidos momentos de la historia helvética en que la crisis empujó a miles y miles de sus ciudadanos a tomar la ruta de la emigración para sobrevivir, buscando tierras y trabajo.
Paradójicamente, algunos de los principales sancionados por las nuevas leyes en discusión, los latinoamericanos y africanos, provienen de continentes generosos en los cuales las migraciones han constituido incluso un pilar esencial de su propia fundación como naciones.
A nivel de ejemplo, la Carta de Principios de la organización de cooperación solidaria E-Changer (Intercambiar), retoma la convicción de todo ese amplio sector de la sociedad civil suiza que se moviliza contra las leyes.
Expresa que: » en un planeta donde todo se mundializa, creemos a la unidad profunda de la humanidad y a la solidaridad de destino que relaciona a los pueblos. Nuestros planeta nos pertenece a todos: cada ser humano es un ciudadano del mismo, cada pueblo está ligado a otros pueblos…»
Argumento esencial cuando las urnas hablen el próximo domingo.