Se han cumplido 39 años de la revolución sandinista y Gioconda Belli lo ha celebrado a su manera. La escritora nicaragüense (Managua, 1948) ha recordado en una columna del diario «El País» cómo lloraba de emoción cuando el 19 de julio de 1979 el movimiento contra la dictadura de Anastasio Somoza entró triunfante en las […]
Se han cumplido 39 años de la revolución sandinista y Gioconda Belli lo ha celebrado a su manera. La escritora nicaragüense (Managua, 1948) ha recordado en una columna del diario «El País» cómo lloraba de emoción cuando el 19 de julio de 1979 el movimiento contra la dictadura de Anastasio Somoza entró triunfante en las calles de la capital. Ella pertenecía entonces al Frente Sandinista de Liberación Nacional y le conmovía pensar en que muchos de sus seres queridos no verían aquella victoria popular por la que habían luchado.
Desde abril de este año, el gobierno, presidido por Daniel Ortega, uno de los líderes de la revolución sandinista, reprime con violencia las manifestaciones que inició la población por una reforma en la ley sobre el sistema nacional de pensiones. La llama prendió y se convirtió en una protesta contra la llamada pareja presidencial, Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo quienes, desde su vuelta al poder hace 11 años, protagonizan una escalada de acumulación de poder y autoritarismo.
De ahí que algunos de los lemas más tuiteados lo equiparen a la dictadura dinástica del siglo pasado: «Ortega y Somoza son la misma cosa», y «A todo dictador le llega su 19». En los primeros 100 días de protesta, se cuentan más de 350 personas muertas, cerca de 2 mil heridas y 226 presas políticas. La actualidad de esta nación centroamericana se impone en la agenda internacional de los medios y la autora, que presenta su libro ‘Rebeliones y revelaciones’ (Editorial Txalaparta), no la pasa por alto. Por mucho que este volumen publicado en España reúna artículos, poemas o entrevistas de sus 50 años de carrera.
Aterriza en Madrid con Nicaragua en el discurso, pero después de unos meses de beca en Génova. En esta ciudad italiana ha seguido inmersa en su oficio: escribir. Después de la popularidad lograda con «La mujer habitada», de 1989, y de obtener reconocimientos como el premio Biblioteca Breve de Novela en 2008 con «El infinito en la palma de la mano» (2008), no hay duda de que Gioconda Belli entra entre los nombres propios de las letras literarias en español. Lo demuestra también su capacidad de convocatoria un sábado por la mañana. El Centro Abogados de Atocha de Madrid se va llenando mientras ella atiende en una sala aparte. Lo hace atenta y con ternura, pendiente de que el salón de actos no se impaciente. Saluda a quienes pasan y le brindan una leve reverencia.
– Alberto G. Palomo (AGP): ¿Cómo estás viviendo, desde la distancia, lo que pasa en Nicaragua?
– Gioconda Belli (GB): Estar fuera no es estar tan fuera. Porque sigues todo lo que está pasando y, en la medida que puedes, participas. Tengo muchos seguidores en redes y he escrito mucho sobre el tema. Una cosa linda que ha pasado en Nicaragua es que uno ya siente que hay un relevo generacional. Y que los de antes nos tenemos que apartar y dejar que esta gente haga su propia revolución. Porque esto ha surgido de forma espontánea, a partir de una serie de cosas que se fueron acumulando. Ya van 93 manifestaciones. Y la gente ha protestado, ha empezado a preguntar, a cuestionar al gobierno. Lo que hacen ahora es que te mandan muchachos vestidos con las camisetas de la juventud sandinista, que son como pandillas, a atacarlos, con palos y garrotes y con impunidad total porque la policía está de su lado.
– AGP: ¿Y ha entendido Ortega algo de lo que se pide?
– GB: Creo que la demanda es que se vayan. Han muerto centenares de jóvenes. Nunca hemos tenido una represión tan fuerte, ni con Somoza. Y encima ahora todo se filma. Tenemos videos de cómo se dispara. Les están echando la culpa a los muchachos y se ve que es al revés.
– AGP: Las mujeres han adquirido mucho protagonismo en estas protestas.
– GB: Hay muchachas que están en todas las manifestaciones. Es que las mujeres de Nicaragua han tenido un papel muy importante desde el tiempo de la revolución. Ahorita, en el diálogo que se convocó, también están participando varias mujeres que trabajan en las maquiladoras, como el movimiento María Elena Cuadra. O las muchachas que están en el movimiento estudiantil, como Madeleine Caracas. Creo que en Nicaragua, en términos de conciencia de las mujeres en la sociedad, el avance ha sido muy grande. Incluso con el gobierno tratándolo de frenar. Recordemos que abolió la ley del aborto terapéutico, que estaba en vigor desde el siglo XIX. Tienen una alianza con la Iglesia y hacen mucho énfasis en la familia. Es todo pura retórica, porque hay un nivel de feminicidio muy alto.
– AGP: Llama la atención cómo esas «rebeliones» y «revelaciones» del libro (de lo que fue participar en el movimiento sandinista y de lo que significa crecer como persona) se publican coincidiendo con unas nuevas rebeliones y revelaciones en tu país.
– GB: Sí, hay rebelión en los jóvenes -que fueron atacados desde una protesta pacífica- y se ha revelado que la supuesta popularidad que tenía el gobierno era una popularidad debida al miedo. Hace unos meses, por ejemplo, sacaron unas encuestas diciendo que tenían 60 por ciento de apoyo. Ahora, 70 por ciento quiere que se vaya. Y estas manifestaciones de repudio han sido las mayores de Nicaragua.
– AGP: ¿Se ha perdido el miedo?
– GB: Esa ha sido la cuestión. De hecho, una de las pancartas que salió en una manifestación decía: ‘Perdimos tanto que perdimos hasta el miedo’.
– AGP: ¿Repite la juventud lo que hicieron sus padres y sus madres?
– GB: Se repite la historia, que nunca da una sola vuelta. Ocurre en todos los lados. Piensa en la Revolución francesa, que siempre pongo de ejemplo: hubo una revolución, luego el terror, luego Napoleón, luego la restauración y la monarquía y, por fin, la república. Creo que este movimiento está abriendo grietas. Va a hacer lo que le faltaba a la revolución, lo que estaba convirtiendo Ortega en una dictadura. Se va a descomponer, como nosotros tuvimos que hacerlo con Somoza.
– AGP: ¿Cómo se vive este devenir de algo en lo que creyó?
– GB: Muy mal. Fatal. La sensación de traición que tuvimos nos ha ido alejando. Estoy horrorizada de ver cómo esta persona (Daniel Ortega) que participó en la lucha se está convirtiendo en lo que había antes. Por eso me gusta que la gente no deje que se instale el «somocismo» otra vez.
– AGP: ¿Son estas corrientes totalitarias un virus que se repite en Latinoamérica?
– GB: Bueno, en realidad es que no saben respetar la necesidad de libertad de la gente. Se creen que hay un intercambio de justicia por libertad y no es así. Aquí es un reto para la izquierda, que tiene que reinventarse porque tiene un órgano autoritario interno que es lo que después la destruye.
– AGP: Yendo al libro ¿cuáles han sido tus mayores revelaciones?
– GB: Este libro trata de contar de una manera más reflexiva lo que ha sido el proceso de convertirme en escritora y de haber pasado por un periodo en el que lo que yo escribía era transgresor. Y eso me hizo reflexionar mucho sobre lo que es ser mujer. Es mi propia historia de cómo fui llegando a estas conclusiones, aparte de incluir anécdotas, recuerdos y otras cosas. Incluso escribí ciertas rutinas de lo que me da miedo. Es un libro como para entender una forma de pensar. Es un libro que no es pesado, académico, sino de pensamiento.
– AGP: Aparecen tres líneas principales de narración: la de contar tus miedos, la del entretenimiento y la del hecho de ser mujer. ¿Crees que una mujer que se desnuda literariamente sigue haciendo algo transgresor?
– GB: Increíblemente, sí. Todavía me sorprende que se pregunten estas cosas por el hecho de ser mujer. Aunque creo que ha cambiado. Hay mucha más conciencia y libertad. Las mujeres tenemos una relación diferente con nuestros cuerpos, pero hay una gran resistencia: de la liberación ha llegado un movimiento extremadamente conservador, que vuelve a hacer todo esto transgresor.
– AGP: Pero, ¿nota diferencia a la hora de acercarse a los libros, como cuando la catalogan de «literatura femenina»?
– GB: Las mujeres hemos llegado a ser portada y a llevar a cabo las mayores manifestaciones, pero nos falta encontrar una cara que no dependa del sometimiento de otro. Hay todavía una visión sesgada en cuanto a quién escribe. Si yo fuera hombre y escribiera lo que yo escribo, no pasaría nada. El hecho de que escriba lo que escribo -un erotismo más explícito- lo han hecho muchos hombres y nunca ha pasado nada. Jamás lo vi como algo de hombres o mujeres. Para mí es simplemente reclamar los sentidos y que se acabe esa división cartesiana entre la razón y los sentimientos.
– AGP: Llama la atención cómo aparecen entre las páginas muchos nombres masculinos del llamado «boom latinoamericano», donde apenas se destacó a mujeres.
– GB: Desde los 90, el «boom» ha sido femenino. Pero el machismo trata de desprestigiar a estas mujeres. Es interesante, por ejemplo, el caso de Isabel Allende. A ella no se la trata de forma académica sino como creadora de «bestsellers». Y tenemos un ejemplo igual con el que pasa lo contrario: Arturo Pérez Reverte, que es también un «bestseller», pertenece a la RAE y tiene su prestigio. Me parece un caso bien significativo. Hay muchos nombres que necesitarían adquirir más categoría: Luisa Valenzuela, Laura Restrepo, Ángeles Mastretta, Rosa Montero o Rosa Regás. El público las ama. Y eso es ser popular, pero no «escritora de calidad». A mí me han acusado de hacer literatura «light». Y es que realmente el machismo se ve mucho en el campo de la literatura: cuando ves en los periódicos cosas sobre la gran literatura, apenas salen mujeres. Están empezando a darnos ahora mayor reconocimiento, pero se nos ha acusado de escribir solo para nosotras o de tener una visión incompatible con ambos géneros. Y no es cierto: todos tenemos el ansia de compañía, de sentir el amor.
– AGP: Del amor se dice en un capítulo del libro que es «claudicar de la libertad». ¿Cómo se conjuga estar en pareja con mantener la autonomía?
– GB: Lo que digo es que cuando vos amás, le entregas al otro un poder enorme sobre ti. Y por eso tiene que haber una confianza muy grande. Y se da que la gente se aprovecha de ese poder y mucha gente queda herida. Las relaciones que no salen bien te destruyen. El amor es vulnerabilidad, es abrirte a ser vulnerable. Por eso se le tiene miedo.
– AGP: Por último, ¿es la ficción una reinvención o un análisis, como dice Sócrates? ¿Estamos en el tiempo de las sonrisas, como se dice en el libro?
– GB: Creo que es hora de repensar el papel que juega la literatura en la construcción de un mundo que no reconocemos. Estamos en un momento difícil porque el mercado está poniendo muchas exigencias. Está tratando de convertir al escritor y al libro en un producto comercial. Luchar contra eso es parte de lo que hacemos, como acceder a las nuevas tecnologías y no quedarnos al margen. A mí me fascinan y tenemos que ver cómo incorporarlas en la literatura. Yo soy muy optimista y tengo una gran fe en el ser humano.
*Este artículo fue retomado del portal Pikara Magazine