El gobierno de Estados Unidos anunció el martes que se va a retirar del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y la embajadora estadounidense ante la ONU Nikki Haley describió el Consejo como «una organización que no es digna de su nombre». El anuncio se produjo un día después de que el alto […]
El gobierno de Estados Unidos anunció el martes que se va a retirar del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y la embajadora estadounidense ante la ONU Nikki Haley describió el Consejo como «una organización que no es digna de su nombre».
El anuncio se produjo un día después de que el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, criticase al gobierno del presidente Donald Trump por separar a los niños migrantes de sus padres.
Sin embargo, Haley dijo que el organismo tiene una «parcialidad crónica contra Israel» y criticó el hecho de que su membresía incluye a países acusados de violaciones de los derechos humanos como China, Cuba, Venezuela y la República Democrática del Congo.
«Tomamos esta decisión porque nuestro compromiso no nos permite ser parte de una organización hipócrita e interesada que se burla de los derechos humanos», aseveró Haley.
La funcionaria hizo el anuncio en el Departamento de Estado, acompañada del secretario de Estado Mike Pompeo, quien dijo que no cabe duda de que el consejo tuvo alguna vez una «visión noble».
«Sin embargo, hoy necesitamos ser honestos», señaló Pompeo. «El Consejo de Derechos Humanos es un defensor deficiente de los derechos humanos».
La embajadora había amenazado desde hace un año con que Estados Unidos saldría del Consejo a menos que se hicieran los cambios promovidos por los estadounidenses.
«Lamentablemente, ahora está claro que nuestra solicitud de una reforma no fue escuchada», aseveró Haley.
Aun así, dio indicios de que la decisión no tiene que ser permanente y agregó que si el consejo adopta las reformas, entonces «estaríamos encantados de reintegrarnos». Haley dijo que pese a la retirada, Estados Unidos continuará defendiendo los derechos humanos en las Naciones Unidas.
La medida cumple con el patrón del Gobierno del presidente Trump en cuanto a salirse de acuerdos internacionales y foros bajo la política del mandatario de poner a «Estados Unidos primero».