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Gladio y el 11 de septiembre

Fuentes: Entorno

Todo ahora tiene su antes. Y pese a que uno u otro pregunte el motivo para que en este momento el ex presidente Francesco Cossiga repita que los atentados del 11 de septiembre del 2001 fueron organizados y puestos en ejecución por los propios Estados Unidos con ayuda de Israel, es interrogante de menor peso […]

Todo ahora tiene su antes. Y pese a que uno u otro pregunte el motivo para que en este momento el ex presidente Francesco Cossiga repita que los atentados del 11 de septiembre del 2001 fueron organizados y puestos en ejecución por los propios Estados Unidos con ayuda de Israel, es interrogante de menor peso comparada con posibles respuestas. Quien fuera jefe de estado italiano expuso sus dudas tras los infaustos acontecimientos que provocaron tanta conmoción como dudas, una vez pasado el estupor inicial. Muchos nunca no se tragaron las versiones oficiales del gobierno Bush en tanto crecieron después las filas de quienes fueron encontrando demasiadas incidencias inexplicables.

«Se nos ha hecho creer que Bin Laden habría confesado el ataque del 11 septiembre 2001 en New York -mientras que, de hecho, los servicios secretos estadounidenses y europeos saben perfectamente que este ataque desastroso fue planificado y ejecutado por la CIA y el Mossad, con el fin de acusar a los países árabes de terrorismo y poder de este modo atacar Iraq y Afganistán», dijo al Corrieri de la Sera, el ex alto funcionario italiano quien recuerda con estas declaraciones las que hiciera a finales de los 90, provocando que el Congreso de su país, abriera una investigación sobre la Red Gladio.

Así se llamó una organización de corte paramilitar creada por la CIA y el MI-6 británico a poco de concluir la II Guerra Mundial, con el pretexto de estar en condiciones de combatir una hipotética invasión soviética. Pero el objetivo verdadero de Gladio era impedir el acceso al poder por vía de elecciones a los comunistas u otras fuerzas de izquierda, todas las cuales habían ganado gran prestigio durante el combate al nazi-fascismo por haber sido las que mayor empuje y sacrificio le antepusieron.

Resaltaba Italia, porque tenía el mayor partido comunista de la zona, y, de hecho, logró tener una significativa presencia legislativa desde el inicio de la posguerra. Gladio fue el apelativo genérico, pero en otras naciones pudo tener otros nombres, pues se extendió a casi todas las naciones del Viejo Continente, incluyendo a Turquía, y con tentáculos hacia América Latina, destino de muchos fascistas de diferente porte, procedentes de la propia Alemania hitleriana o de países colaboracionistas, como Croacia.

En las más ocultas secciones de la OTAN radicaron los especialistas en terrorismo que se hicieron cargo de darle entrenamiento a simples nacionalistas que creyeron participar de un mecanismo para defender sus territorios, junto con otros menos bienintencionados integrantes de la ultraderecha europea, entre quienes imperó un todo es válido con tal de impedir la expansión del comunismo.

Fueron capaces de articular atentados con explosivos, provocando numerosas víctimas y un estado de miedo permanente, pero achacándole las culpas a los grupos izquierdistas. El golpe fallido en Borghese (1970), las masacres de Peteano (1972), de la Piazza Fontana (1969), de la estación de trenes de Bolonia (1980), fueron obra de esta red, y el asesinato de Aldo Moro en 1978, también se vincula a estos grupos, entre otras confirmaciones, gracias a la certeza dada por el juez Felice Casson, quien revelara que tuvo contacto con la existencia de Gladio leyendo las cartas enviadas por el primer ministro desde su prisión clandestina.

Estas fuerzas estuvieron involucradas, además, en el golpe de estado de 1967 en Grecia y en la asonada militar (1980) en Turquía, país donde ocurriera en el 77 una masacre en la plaza de Taksim. Diferentes autores aseguran que Gladio, con ese u otro título, no ha desaparecido. Sitúan hechos en Argentina durante las dictaduras del cono sur, atendiendo a que varios de quienes torturaron e hicieron desaparecer a miles de jóvenes latinoamericanos, tenían vínculos estrechos con entidades europeas como la Logia P2. Su máximo dirigente, Lucio Gelli, aseguraba con frecuencia que tenía importante nexos en Argentina. Otros autores vinculan esos vínculos con la Operación Cóndor, pero existen declaraciones más recientes del ex agente italiano Alberto Volo, que parecen confirmar la actualidad de Gladio.

Según este individuo, en fecha reciente hubo una reunión del organismo secreto en la isla de Gran Canaria, especificando que si en su origen Gladio debía «proteger del comunismo a los países miembros», ahora su diapasón se ampliaba a » todo aquello que les pudiera ocasionar contrariedad». «Hasta hace cuatro años el problema era el comunismo, ahora puede ser cualquier otro», dijo Volo.

Evidencias de que aún subsiste ese entramado antiprogresista destinado a torpedear cualquier forma de avance social, hay varias. El 23 de enero pasado, la prensa turca informaba sobre una batida en la cual cayeron 33 personas, (generales retirados, abogados, periodistas), todos de extrema derecha y acusados de pertenecer a una red clandestina dedicada a cometer crímenes políticos. En algunos registros se encontraron explosivos y en el transcurso de las investigaciones surgió la pista sobre la participación del grupo en hechos como el asesinato de un alto magistrado en el 2006 y posiblemente en el crimen del periodista turco-armenio Hrant Dink, suceso que generara fuertes protestas ciudadanas.

Para el historiador suizo Daniele Ganser, profesor en la universidad de Basilea, la vieja estrategia implantada hace 50 años perdura, solo que a falta del enemigo original asumen otro, en este caso propiciando el miedo hacia el Islam para justificar con ello las guerras por el petróleo. Este especialista asegura que la OTAN -bajo tutela de EE.UU- sigue encargada de la coordinación de esas maniobras para, como antaño, fomentar sentimientos de miedo y rechazo hacia determinado grupo, ahora contra los árabes, los musulmanes, de forma que el ataque a sus naciones para depredar sus bienes naturales, sea disculpado.

Ganser comenta en una entrevista que «Los terroristas de extrema derecha explicaron en sus declaraciones que eran los servicios secretos y la OTAN quienes los apoyaban a ellos en aquella guerra clandestina (en referencia a Gladio hasta los 80). Esos ejércitos secretos existían no solo en Italia, sino en todo el oeste de Europa: en Francia, en Bélgica, Holanda, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Turquía, España, Portugal, Austria, Suiza, Grecia, en Luxemburgo, en Alemania».

«En 1990 -explica en un libro de su autoría- Giulio Andreotti da fe de la existencia de Gladio y sus vínculos con la OTAN, la CIA y el MI-6. Es también en ese momento que el juez Felice Casson logra probar que el verdadero autor del atentado de Peteano, que conmoviera Italia en 1972, y del que hasta entonces se había responsabilizado a militantes de extrema izquierda, era Vincenzo Vinciguerra, miembro de Ordine Nuovo, un grupo de extrema derecha. Vinciguerra también habla de la existencia de este ejército secreto, Gladio. Y explica que, durante la guerra fría, aquellos atentados clandestinos habían causado la muerte de mujeres y niños».

(…) «…en la perspectiva de Estados Unidos, de lo que se trata es de una lucha por el control de las reservas energéticas del bloque euroasiático de esa elipse estratégica que comienza en Azerbaiyán, pasa por Turkmenistán y por Kazajstán y llega hasta Arabia Saudita, Irak, Kuwait y el Golfo Pérsico. Es precisamente ahí, en esa región, en la que se desarrolla esa supuesta guerra contra el terrorismo, que se concentran las más importantes reservas de petróleo y gas…» partiendo de esos antecedentes, Ganser está entre aquellos en considerar que «las conclusiones de la comisión sobre el 11 de septiembre, no son creíbles…»

Si Andreotti admitió la existencia de este entramado y Cossiga después exigió respuestas, provocando una investigación parlamentaria en el 2000, a posteriori el ex ministro de defensa alemán y jefe de servicios secretos Andreas Von Vulgo, también se refirió a Gladio y sus alcances. Es inocultable que los medios utilizados son similares a los pretextos fabricados en los últimos años para justificar tanto la guerra contra Irak, como la de Afganistán.

Esta «lógica» explicaría, además, parte de la hostilidad desatada contra Rusia, a través de cuyo territorio no pueden, temen o no desean construir oleoductos desde el Caspio hasta Occidente (por eso Afganistán) «…Mis investigaciones se concentraron en el período de la guerra fría en Europa. Pero se sabe que hubo False flags (falsas banderas para ocultar propósitos agresivos) en otros lugares (…) Por ejemplo, están los atentados de 1953 en Irán, atribuidos primero a los comunistas iraníes. Luego se comprobó que la CIA y el MI-6 habían utilizado agentes provocadores para orquestar el derrocamiento del gobierno de Mohamed Mosadegh, en el marco de la guerra por el control del petróleo. Otro ejemplo: los atentados de 1954 en Egipto, atribuidos primeramente a los musulmanes. Más tarde se probó que, en lo que se llama el caso Lavon, los verdaderos autores fueron los agentes del Mossad. En este caso, Israel buscaba lograr que las tropas británicas no salieran de Egipto sino que se quedaran, para garantizar también la protección de Israel. Estados Unidos estaba interesado en el control político. Ese control político es un elemento esencial de la estrategia de Washington y de Londres»

El general Geraldo Serravalle, jefe de Gladio en Italia, cuenta en sus memorias que llegó a la conclusión de que Washington no tenía un verdadero interés en esta red como contrafuerte para la supuesta invasión soviética, al comprobar que el interés de los agentes de la CIA, estaba dirigido a tener control sobre los actos de los militantes comunistas. «Lo que temían era la llegada de los comunistas al poder en países como Grecia, Italia y Francia. Ese era, por consiguiente, el objetivo de la estrategia de la tensión: orientar e influenciar la política de ciertos países de Europa Occidental».

Algo parecido sucede en la actualidad cuando se fabrica miedo hacia el islamismo, con mentiras repetidas por los más altos funcionarios de la administración Bush, incluido él mismo. Algo aceptado por los jefes de estado europeos, en una u otra medida, complicidad evidenciada en la aceptación de las cárceles secretas donde se sigue torturando a personas privadas de todo derecho.

Las medidas antiterroristas europeas son similares a las estadounidenses. ¿Efecto de sumisión a la Casa Blanca, intereses compartidos en el tema energético mismo, miopía política extrema? Con cualquier respuesta, por servir de comparsa o por negligencia, contribuyeron y ayudan a colocar a la humanidad ante los peores lances de su historia, teniendo como fundamento lo que parece haber sido uno de los crímenes más atroces ejecutados -o permitidos- por un estado contra sus propios ciudadanos, como maniobra para disfrazar torpes ambiciones de estrechísimos límites (el petróleo se acaba) y de una letal proyección.