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Guatemala, un país con muchas fallas

Fuentes: Rebelión

Este es un país con fallas estrepitosas, como las de aquellas instituciones que, en vez de combatir el crimen, se convierten en sus principales promotoras. Menciono esto por el reciente asesinato, previsiblemente ligado al narcotráfico, de tres diputados salvadoreños y su piloto, el 19 de febrero. Pero también porque este asesinato no es un hecho […]

Este es un país con fallas estrepitosas, como las de aquellas instituciones que, en vez de combatir el crimen, se convierten en sus principales promotoras. Menciono esto por el reciente asesinato, previsiblemente ligado al narcotráfico, de tres diputados salvadoreños y su piloto, el 19 de febrero. Pero también porque este asesinato no es un hecho aislado. Desde hace años es visible la penetración de estructuras criminales en los aparatos de seguridad.

Recordemos, necesidad cada vez más perentoria en este país que intenta construir su futuro sin pasado ni memoria. En mayo de 2004, el subcomisario Rudy Girón Lima fue acusado de comandar una banda de secuestradores. En el momento de su captura, era propietario de tres residencias, varios vehículos de modelo reciente y del prostíbulo Samba Club, ubicado en la zona 9, además de joyas por valor de Q1 millón. Girón se jactaba de tener comunicación con los jefes policíacos del área. Además de secuestrar, la banda se dedicaba a la trata de blancas y drogas.

En noviembre de 2005, en Virginia, Estados Unidos, fueron detenidos por presunta vinculación con el tráfico de drogas, Adán Castillo, jefe del SAIA, (Servicio de Análisis e Información Antinarcótica); Jorge Aguilar García, subjefe, y Rubilio Orlando Palacios, jefe de la unidad asignada del  SAIA en la portuaria Santo Tomás de Castilla, Izabal. .

En enero de 2006 fueron sustraídos 475 kilogramos de cocaína de instalaciones de la Policía Nacional Civil en la zona 6 de la ciudad capital. Con anterioridad, en octubre  de 2002 fue disuelto el Departamento de Operaciones Antinarcóticos, DOAN, después que se descubrió que varios agentes robaron 604 kilos de cocaína. (Información de Prensa Libre).

Además, es pública la imbricación de los grupos criminales con la represión política y la ejecución extrajudicial de presuntos criminales («limpieza social»), como explica en síntesis brillante la periodista Marielos Monzón: «durante el  conflicto armado fue el propio Estado el que creó estructuras paralelas como parte de la estrategia contrainsurgente. Así, las instituciones clave de los tres organismos del Estado fueron copadas, y a partir de ellas se formaron verdaderas redes de mafia, de terror y los famosos escuadrones de la muerte (.)  Poco a poco, aquellos que formaron parte de este poder paralelo fueron tomando conciencia de que éste no sólo servía para «combatir la subversión» sino que les garantizaba la posibilidad de realizar millonarios negocios bajo el amparo de una estructura corrompida hasta los cimientos: tráfico de armas, de drogas, de personas, robo de vehículos y furgones, ingreso de mercancías de todo tipo, adopciones ilegales, prostitución, lavado de dinero. Y por si fuera poco, este sistema permitía la posibilidad de deshacerse de cualquier persona que resultara molesta por motivos políticos o personales y garantizaba la limpieza social» (Prensa Libre, 27 de febrero)

Elementos nuevos en los recientes asesinatos tienen que ver con el impacto social y la «perversión» de la impunidad: casi todo es posible sin que existan consecuencias apreciables. Además, el enfrentamiento cruento entre grupos dominantes, que permite  visibilizar las redes de la violencia.

El sistema de justicia en entredicho Los investigadores se investigan a sí mismos. Los narcotraficantes son al mismo tiempo funcionarios gubernamentales. Los lobos se ocupan de las ovejas y la justicia se arrodilla, impotente, indiferente, subordinada o desinteresada. La imagen símbolo de estos días de asesinatos y contraasesinatos es, además de las fotos de los muertos, la del fiscal de Delitos contra la Vida a cargo del caso, Álvaro Matus, desplazándose dificultosamente en muletas por las «escenas» del crimen.

En el escenario electoral

No está fuera de lugar analizar las ramificaciones políticas de la violencia reciente. En primer lugar, por la personalidad de los asesinados y el contexto en que se produce. El periódico mexicano «La Jornada»  de 28 de febrero afirma que «Uno de los diputados asesinados tenía fama pública de narcotraficante y era hijo de Roberto D’Aubuisson, el fallecido fundador de la Alianza Republicana Nacionalista, Arena, y organizador de los escuadrones de la muerte que en los años 80 asolaron El Salvador y asesinaron a miles de personas. Por otra parte, los homicidios ocurrieron en una finca en la que solían reunirse líderes anticomunistas de ambos países y antiguos promotores de grupos paramilitares de exterminio».

En segundo lugar, por el efecto de parálisis social de la violencia, independientemente de la multiplicidad de causas y actores en que se sustenta.

En tercer lugar, porque la violencia irrumpe en un proceso electoral donde hasta hace una semana se hablaba de romper paradigmas y abrir trilla (Ileana Alamilla, periodista), de entrada a la modernidad (Haroldo Shetemul, periodista), de apertura e inclusión, de  articulación de esfuerzos entre partidos, movimientos sociales y movimiento indígena. Una semana después este debate se diluye en la lógica aplastante de quienes controlan el poder y hacen ostentación de ello.

Fallas estructurales

En fin, en Guatemala hay otras fallas como las de previsión y actuación que condujeron al desplome de un área del Barrio San Antonio de la ciudad capital, el pasado 22 de febrero (aparentemente por el colapso del sistema de drenajes). Y las eternas fallas sísmicas, que existen pero no explican ni mucho menos todo lo anterior.

Intereses privados expresados con violencia, captura del Estado, reducción a lo irrisorio del espacio público. En octubre de 2005 la cara externa del país se deterioró y desdibujó tras el paso de la tormenta Stan. Hoy es el interior el que se revela debilitado, corrompido, inestable y extremadamente caótico. Superar esta situación sólo puede hacerse desde la articulación y coordinación de esfuerzos y una visión estratégica que transcienda las coyunturas inmediatas.